Dos comentarios, sin mayores pretensiones. Se trata de dos palabras que usamos con extraordinaria frecuencia.
Como es a través de palabras (y de gestos) que los seres humanos podemos comunicarnos, ellas pretenden significar. Algo nos dicen acerca de lo que queremos comunicar pero, a la vez, acerca del que comunica.
La primera es “un poco”. Todo es “un poco”. Es cuestión de prestar atención y podremos advertir la recurrencia del término. Me pregunto si ello habla de un apocamiento nacional o de una autoestima penosa.
La otra es “yo siento”.
Periodistas, políticos, entrevistados de toda índole, sienten siempre muchas cosas (y no está mal), pero nadie (o casi) dice “yo pienso”.
Aquí puede haber un nuevo indicio que nos facilite alguna interpretación cultural.
Todos conocemos la volatilidad de los sentimientos. Hasta el clima influye en nuestros estados de ánimo, en nuestras emociones.
Ellos pueden ser diferentes si el día comienza nublado o con sol.
Pero, es el pensamiento -y de allí nuestras convicciones- lo que puede darle consistencia y coherencia a la vida.
Cuando nuestro lenguaje llega a este nivel de deterioro, podemos pensar que lo mismo está ocurriendo con nuestra cultura: quizá una de sentimientos un poco vacíos.