No, este no es artículo sobre odontología. Sucede que en una red social reproduje una información sobre un hecho bastante inusitado en estos tiempos: el Presidente de la República Oriental del Uruguay, Pepe Mujica, hospeda en la residencia presidencial a pobres que no tienen donde vivir en medio de un invierno muy frío.
Las redes sociales como facebook pueden ser estupendos lugares para intercambiar información e ideas, y también para movilizar cuando la movilización social es un imperativo frentes a los desmanes del poder. Pero las redes sociales tienen un problema que las desnaturalizan y hacen que pierdan su potencial movilizador: los trolls.
Los trolls tienen bocas, más no para hablar, sino para emitir ruidos, fonemas, palabras mal juntadas que presentan como ideas. En el caso de la publicación aludida no faltó el troll que comentó lo siguiente: “no puede prestar lo que no es suyo y debería solucionar el problema habitacional de esa gente”.
Los trolls tienen la obsesión de meterse en los foros sociales para decir lo que sea, para insultar, descalificar, ensuciar, y no sólo se meten en Internet, lo hacen también del otro lado de la pantalla, y eso sí que es grave.
En política, los trolls son algo así como una especie de energúmenos que no vacilan en exclamar a viva voz, y sin que nadie les haya pedido la opinión, que todos los políticos son corruptos. Y si alguien se toma la molestia de preguntar si ese todos, es total, que realmente todos sin excepción son corruptos, se reafirman en su trollada agregando que además, todos los sindicalistas, todas las federaciones de estudiantes, todas las comunidades de vecinos, son inútiles y corruptas.
Los trolls se declaran “apolíticos”, sostienen que votar, que participar de las reglas del juego democrático no sirve de nada y que, incluso aquellos que con argumentos de peso se manifiestan contra ciertos políticos, contra ciertas actitudes sindicales o contra ciertos dirigentes estudiantiles o vecinales, están equivocados, son corruptos o extremistas.
Los trolls son anteriores a internet, aunque es en éste medio donde más presencia tienen, y su gran problema es la boca, pues por alguna razón tal vez debida a mutaciones provocadas por pasar tantas horas frente al ordenador, insultando o robando libros, música y películas, la cavidad bucal se les ha desligado del cerebro, en cuyo formidable mecanismo están los centros inhibidores que nos evitan las meteduras de pata, quedar en ridículo y cometer crímenes de lesa ignorancia.
Los trolls no entienden la importancia de la boca y tal vez no estaría mal que, por pura sanidad social, se cosieran los labios dejando nada más que un agujerito imprescindible para la alimentación. No sólo llamarse Ernesto tiene su importancia, también el hecho de tener boca debe conllevar una mínima responsabilidad.
Pero los trolls son inmunes a este tipo de sugerencias, y en el caso del troll que generó estás líneas, informarle que los gobiernos uruguayos del Frente Amplio, presididos por Tabaré Vásquez primero y por Pepe Mujica luego, ha logrado reducir la pobreza extrema en más de un 50 % en menos de una década no sirve para corregir el funcionamiento irresponsable de su boca.
Decirle que la residencia presidencial en Uruguay como en todos los países civilizados, es propiedad del pueblo, del país, y que Uruguay el gobierno no deja a “las medidas estructurales” al amparo de los calefactores y a los pobres en la calle, tampoco es útil, pues los trolls son inmunes a la lógica, a la información y al uso responsable de la boca.
Mal asunto este de los trolls, pues seguirán atacando sin tregua. Tal vez en algunas décadas, los estudiosos de nuestros sufridos primeros años del siglo XXI dirán: en ese tiempo hubo unos seres abominables llamados trolls o lumpen informático.