05 jun 2012

Esa insoportable levedad de competir

Hace algunos días la prensa consignó que en Punta Arenas recayó el noble título de la mejor picá de Chile, en donde los comensales pueden disfrutar de unas exquisitos Choripanes con Leche con Plátano. No soy quien para dirimir si, efectivamente,es la mejor del territorio nacional.

No dudo de la calidad culinaria del establecimiento escogido, pero claramente la gastronomía destacada creo no es la más representativa de la cocina autóctona de esa zona de nuestro país. Es como si me dijeran que el local más representativo de Lima es una pizzería, puede que las haya muy buenas, pero que lejos estaría del imaginario cultural del Perú.

Este hecho demuestra – a mi juicio – lo absurdo de la idea del Consejo Nacional de la Cultura, de echar a competir distintos locales tradicionales que tienen un valor en sí mismo, y que sus parroquianos disfrutan tranquilamente sin preguntarse quien es el mejor.

¿Es necesario dilucidar esa cuestión? ¿A quien disfruta de una Chorrillana en el Jota Cruz de Valparaíso le interesa averiguar si es mejor que un sabroso Terremoto del Hoyo?Sinceramente creo que no.

Por el contrario, quienes amamos los locales con tradición y personalidad propia sentimos que cada una de ellos tienen un valor en sí mismo, ajenos a los vaivenes del mercado, por eso sentimos tanto la transformación del Dominó. En esos lugares se respira compañerismo, complicidad, solidaridad e historia, capaz incluso de resistir el enjambre del turismo.

¿Por qué entonces hacerlos competir? Honestamente no se entiende. Sobre todo cuando ellos representan la resistencia a la competitividad de mercado y viven en su propio ritmo.

No tienen promociones ni cajitas felices, casi no se publicitan en los medios y todavía se llega a ellos casi por un halo de misterio del todavía gratificante boca a boca urbano.

Tiene razón Eric Hobswabm cuando dice que las tradiciones se inventan en algún momento. Chile no nació con todas las picás.Por el contrario, la mayoría son noveles y datan del siglo XX, no tienen una gran historicidad, pero eso no disminuye su valor.

Por el contrario, reafirma que hubo y hay ciudadanos que están dispuestos a darles larga vida, sin importar que aparezcan en un ranking o no, porque su presencia tiene que ver con esa complicidad íntima entre anfitrión y visitante asiduo, esa que se solidifica alrededor de una mesa con buen vino, o simplemente de pie junto al mesón para pasar las penas.

Sólo aquellos que viven en la cultura del consumo podrían haber imaginado un concurso como éste y es grave que sean nuestras propias autoridades de Gobierno quienes la implementen con tanto entusiasmo, porque demuestran un precario conocimiento cultural acerca del valor de la tradición, que es todo lo contrario al afán de competir.

De ninguna manera estoy afirmando que los locales tradicionales carezcan de interés comercial, sería una ingenuidad, pero sostengo que junto a ese legítimo interés persiste el valor de la sociabilidad por sí misma, de “estar” de “ser parte de”. De ese histórico comportamiento humano de la comunidad versus el consumidor vacío.

Por eso, más que hacerlos competir la política pública debería buscar mecanismos de estímulo a los establecimientos tradicionales del país, para que no veamos como cierran tantos lugares patrimoniales o parte de la memoria histórica de las ciudades, como lo fue el Café Riquet de Valparaíso, o podría ser la Hormiga Atómica de San Bernardo.

Requerimos de otra mirada ajena a la insoportable levedad por competir, necesitamos otros valores sociales que remplacen esta obsesión de nuestros políticos.

Necesitamos puntos de encuentro en donde se respire igualdad y cooperación, historia y tradiciones ajenas a modernizaciones.

Y allí estaban las picás de Chile, hasta que a alguien se le ocurrió echarlas a competir, sin consultar a sus verdaderos propietarios, sus visitantes asiduos (no clientes) que de seguro van en busca de un momento de ruptura con la sociedad que los impele a competir, producir y consumir, en busca de una mano o voz amiga que lo invite a compartir sin más que su buena voluntad y disposición, en donde el espacio no separe sino que integre incluso en el silencio o anonimato.

Eso son esencialmente las picás, lugares de encuentro y sociabilidad, ignotos del mundo competitivo que hoy hizo que compitieran por ser la mejor de Chile, sin saber por qué este título era necesario.

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  • Miguel Ossandón Durán

    Toda la razón…. este es un país ridículo…cuando escuché el premio de la leche con plátano, etc…no podía creerlo… debe ser un local super concurrido y querido, pero claramente nada que ver con lo autóctono de la comida de Punta Arenas…

    Las picás a mi juicio son locales en donde se come bueno, bonito y barato y que claramente no son tops …cuando se transforman en eso, dejan de serlo…

  • Miguel Ossandón Durán

    Toda la razón…. este es un país ridículo…cuando escuché el premio de la leche con plátano, etc…no podía creerlo… debe ser un local super concurrido y querido, pero claramente nada que ver con lo autóctono de la comida de Punta Arenas…

    Las picás a mi juicio son locales en donde se come bueno, bonito y barato y que claramente no son tops …cuando se transforman en eso, dejan de serlo…

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1093466491 Xime Galleguillos

     si, hay que desnudar es forma de “inventar” cultura

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     si, hay que desnudar es forma de “inventar” cultura

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1093466491 Xime Galleguillos

    si, hay que desenmascarar es forma de “inventar” cultura

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    si, hay que desenmascarar es forma de “inventar” cultura

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1093466491 Xime Galleguillos

    Si, hay que desenmascarar esas prácticas ridículas de artificialización de costumbres.

     

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1093466491 Xime Galleguillos

    Si, hay que desenmascarar esas prácticas ridículas de artificialización de costumbres.

     

  • juan carlos cortez rodriguez

    no es menor considerar estas visiones sociologicas ,probablemente el consejo de la cultura deba llamarse de otra forma , Sus autoridades parecen pensar que el mercado cultural puede y debe competir y luego hacerse famoso y entonces viene macgrasa y lo compra .
    No creo haber visto una buena y creativa idea del consejo  de la cultura, al menos en concepcion ,
     COMPETIR es una idea producto del modelo neoliberal, y 30 años con eso ya produjo suficiente daño, y ellos no lo ven o les conviene continuar,la sarten la tienen por el mango, cuando les deje de convenir ,dirán que hace tiempo que querían  cambiarla por Solidaridad o algo parecido .  

  • juan carlos cortez rodriguez

    no es menor considerar estas visiones sociologicas ,probablemente el consejo de la cultura deba llamarse de otra forma , Sus autoridades parecen pensar que el mercado cultural puede y debe competir y luego hacerse famoso y entonces viene macgrasa y lo compra .
    No creo haber visto una buena y creativa idea del consejo  de la cultura, al menos en concepcion ,
     COMPETIR es una idea producto del modelo neoliberal, y 30 años con eso ya produjo suficiente daño, y ellos no lo ven o les conviene continuar,la sarten la tienen por el mango, cuando les deje de convenir ,dirán que hace tiempo que querían  cambiarla por Solidaridad o algo parecido .  

  • EmilioVillablanca

    Tuve la oportunidad de conocer “la picada” señalada:, en sí misma es de un tremendo valor para el pueblo Puntarenense, y por ello es que comparto plenamente la posición del autor del artículo. Es inconcebible que se motive a competir en tipos de comidas, que responden a culturas y tradiciones tan distintas. Muchas de ellas asociadas a las colonias existentes en las distintas localidades, a personas que han trabajado durante años por promover una cultura culinaria que represente lo mejor de su gente. 
    ¿Que hay regiones o personas mejores que otras?, me parece ridículo, Es como decir que alguien es mejor porque le gusta la cazuela y no el pastel de choclo. Francamente reprobable que todo esté en este país cada vez más en el marco de la competitividad. 

  • EmilioVillablanca

    Tuve la oportunidad de conocer “la picada” señalada:, en sí misma es de un tremendo valor para el pueblo Puntarenense, y por ello es que comparto plenamente la posición del autor del artículo. Es inconcebible que se motive a competir en tipos de comidas, que responden a culturas y tradiciones tan distintas. Muchas de ellas asociadas a las colonias existentes en las distintas localidades, a personas que han trabajado durante años por promover una cultura culinaria que represente lo mejor de su gente. 
    ¿Que hay regiones o personas mejores que otras?, me parece ridículo, Es como decir que alguien es mejor porque le gusta la cazuela y no el pastel de choclo. Francamente reprobable que todo esté en este país cada vez más en el marco de la competitividad.