El Gobierno ha transferido la deuda estudiantil de la banca al Estado. Un aporte bienvenido, porque es el primero que empieza a darle importancia al Estado, aunque como casi no hay Estado en Chile y menos en educación, es una auto-importancia que se da el Gobierno (Ministerio).
Pero ¿es un aporte a la educación propiamente tal?Está por verse. En realidad no lo es, porque sólo se trata de la forma de financiamiento de la llamada educación superior, que más bien debería llamarse pos-media. ¿Hasta cuándo vamos a hablar de la forma de financiamiento de la educación o de su calidad sin hablar del contenido de la educación de Chile?
El problema fundamental de la educación no es el de la forma de financiamiento o el de su calidad, sino el de su cualidad ¿A qué proceso estamos llamando educación?
Restrinjámonos a la educación llamada universitaria. Lo que se da en Chile no es educación universitaria, a lo más puede ser instrucción profesional o técnica.
La definición del Gobierno de educación como un bien de consumo capacitador de profesionales y técnicos necesarios para la empresa productiva que optimicen su ganancia monetaria y en capitales, es la ortodoxa de un régimen neoliberal reduccionista; pero poco o nada tiene que ver con el proceso de desarrollo neuropsíquico de la autonomía integral de la persona que es educación propiamente tal.
Las llamadas universidades no lo son, aplicando los mínimos requisitos para ser tales.
La universidad desde el mundo helénico hasta hoy es una comunidad de maestros y discípulos buscando, creando y desarrollando la intelectualidad, la estética y la ética universales (todas las universidades pasando por la medievales, Humboldtianas, Napoleónicas, etc.).
Existe el error extendido que la universidad es una fábrica de profesionales o un instituto de Investigación o una simple coexistencia de ambos. El ministro de Educación actual le agrega el hacer investigación (no precisa que tipo).
Un instituto profesional no se convierte en universidad porque hace investigación científica. Si se quiere pensar en la docencia universitaria, ésta es principalmente la que da preparación académica con los grados académicos que son el bachiller, licenciatura, maestría, doctorado y pos doctorado.
Una institución docente (siglo XXI) sin lugares para realizar doctorado y pos doctorado no debería ser acreditada como universidad. Una institución que no es capaz de formar sus propios académicos, hasta el nivel de profesor titular, tampoco debería ser universidad (no tiene autonomía).
Nos enfrentamos con un problema mayor, la carencia de Estado, en lo que corresponde a Carrera Académica, que no existe en Chile como escalafón nacional independiente de las universidades.
En Chile sucede la aberración e inmoralidad que cada institución llamada Universidad otorga la jerarquía académica que se le ocurre a quien se le ocurre.
Un académico es el que integra en su persona la creación de cultura universal (intelectual, estética y moral) con la transmisión de ella a nivel educacional formal (docencia) o a la sociedad (extensión).
Esto no lo hace solo, sino que también integrado en una comunidad que comparte estos objetivos y vocación. La Universidad no se justifica tampoco por la investigación aislada, sino que por el desarrollo de las Ciencias, la Filosofía, la Estética (Arte) las humanidades, realizado corporativamente.
La necesidad para un país de tener Universidad, no es la formación profesional, sino el aporte de esa comunidad a la cultura universal desde su perspectiva irrepetible; la tenencia de una conciencia crítica nacional que discierne y proyecta sus posibilidades de desarrollo; la posibilidad de acceder autónomamente y con ribetes propios al máximo nivel cultural y de las exigencias estéticas, intelectuales y éticas del ser humano.
El reduccionismo chato, ramplón, carente de estética y moral de la dictadura militar, seguido por el de la Concertación y aumentado por el actual de la Alianza, han hecho desaparecer la Universidad en Chile como tribuna crítica máxima en lo estético, ético e intelectual.
Esto impide a Chile tener propiamente un Estado civilizado que desarrolle y proyecte el bien común de todos los chilenos.
Entonces, la mal llamada Universidad está dedicada a formar los profesionales que la oligarquía chilena necesita expandiendo el mal entendido bien de esa oligarquía (que también es chato y ramplón reducido a lucro monetario) a expensas de la pérdida de autonomía (especialmente en cultura trascendente) de todo el pueblo de Chile y de un desarrollo equitativo en todas las áreas vitales.
Es patético que la Educación Cívica esté prohibida por ley en los colegios y la Ética Profesional o de los oficios esté suprimida por la Constitución. La formación cívica y ética en su máximo nivel es labor fundamental de la Universidad.
Los programas que disocian la docencia de la creación cultural, de la cual la investigación científica es una parte, sólo contribuirán a destruir más a la Universidad.
La única forma de detener este deterioro es recuperando la Carrera Académica competitiva universalmente y en la universidades estatales recobrando la calidad de personas integrales, académicos del Estado, pagados completamente por el Estado de Chile.