12 feb 2012

Nuevas di-vagaciones

Hoy “Mundos ¿Opuestos?”

La araña de tamaño mediano y de lento andar, se detuvo sorprendida sobre el piso de la cabaña. De lentos reflejos y sin alcanzar a prever el violento pisotón atávico, quedó súbitamente convertida en algunos restos orgánicos en una “chala” de veraneo.

Fue una triste muerte arácnida (sin tiempo para funeral alguno), frente a un lago lleno de susurros de árboles con el viento frio de la mañana temprana, cuando todavía no sale el sol, y sus pequeñas olas son más azules.

Creo que uno disfruta y se puede embriagar con estos silencios llenos de ruidos de la naturaleza, porque el cerebro los reconoce de forma inmediata, y se inunda con la historia y el tiempo de su propio origen.

Estos fragmentos de la realidad compuestas por sonidos e imágenes nos acompañaron desde que fuimos humanos, y permaneciendo siempre ocultos y latentes en lo más profundo de la memoria evolutiva genética, esperan el tiempo de hoy, casi imposible, de la contemplación y la serenidad para volver a la superficie.

Una vez que inundan nuestras vivencias, se establece una extraña conexión de millones de años con algún antepasado primitivo, frente a una realidad que para los dos, sigue siendo misteriosa y desconocida.

En ese momento, en ese fugaz instante, cuando los límites entre nosotros y la naturaleza desaparecen en una especie de percepción “pura”, el tiempo se detiene, y con ese hombre “primitivo”, no somos más que un solo ser, una sola mente vagando por los senderos del tiempo.

(Pensando, después de aplastar una araña con el pie, una mañana temprana y fría, frente a un lago y el viento).

Ya en viaje, cruzo frente a un letrero caminero que ofrece “Vino asoleado de Quillón”, y sus variedades son “Vino de misa”, “Sexo”, y “Calígula”. Me rindo sonriente ante una psicología profunda anterior a la académica, que es capaz de revelar nuestras más oscuras motivaciones.

Cuando el sabor de un vino dulce impregna nuestro cuerpo y el alma completa, (para lo del alma hay que creer en ella), o en el momento mismo de amar, de un orgasmo sexual o un éxtasis religioso, y quizás también en el instante del acto de matar a otro ser humano (y de allí esa inquietante y peligrosa fascinación homicida histórica), desaparece y sobrepasamos a la vez, por una fracción imperceptible del tiempo, el mundo mental simbólico que nos constituye como seres humanos.

Quizá, en ese espacio de la nada, somos infra humanos y supra humanos a la vez, animales y dioses fuera del tiempo.

Ya en casa, me distrae el valor social de una hormiga exploradora, que arriesgando su vida, solitaria y nerviosa descubre en una inmensa cocina (para ella), algo de alimento para sus compañeras preocupadas por una futura lluvia que (no) observaron en un matinal de TV.

¿No nos parecemos en las diferencias?

Pero no puedo terminar sin mencionar el impacto que me produjo el contenido de los artículos,donde se mencionaban los “Mundos Opuestos” de Ángeles de 24 años con jeans de 200.000 pesos, un Mercedes último modelo de regalo por entrar a la Universidad, que “sabe cual es el valor del dinero y todo lo que cuesta ganárselo”, con Lorena de 32 años que ha aprendido a vivir con 3.000 pesos al día, y que “ha aprendido a administrar el dinero”, estudiando gracias a una “familia pudiente”, (¿será la familia anterior?), que le paga la licenciatura, junto con vender empanadas y sopaipillas.

Y mirando lo anterior de lejos, muy, muy lejos, desde el dolor y la soledad muy injustos a esa edad, R. de 7 años, que tras vivir debajo de los puentes del Mapocho y ser abusada por su padrastro, sin recibir ningún abrazo, después de llorar en la noche extrañando a la “China”, su madre adicta a las drogas,( que por estar dando a luz otro de sus numerosos hijos no pudo estar con ella), se vistió sola, y solo restregándose estoicamente los ojos, salió con una muñeca(casi de su tamaño),“tipo Rosalba”, en una ambulancia hacia el Sename, tomada de la mano con la ilusión ingenua de una niñez que ya se le escapaba.

Como en las vacaciones leí “El hombre que amaba los perros”, sobre el asesinato de Trostky, novelado extraordinariamente por León Padura, propongo esta “di-vagación final” bajo el intenso calor (¿delirante?) de este verano.

Cristo y León Trostky, sí tenían razón.

Desde sus mundos radicalmente opuestos,Trotsky (equivocado en la violencia humana y contexto de su tiempo), y Cristo, aunque humano, divinamente certero en la verdad de su propuesta amorosa y radicalmente pacífica, tienen en común algo fundamental.

Las revoluciones y luchas humanizadoras contra las injusticias y las indignidades de las personas generadas por nuestra propia naturaleza animal y humana a la vez,tienen que ser permanentes y globales en el tiempo. Infinitas.

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