16 ene 2012

Un solo norte: beneficiar al libro y la lectura

Hace un par de días la columnista de este medio Nivia Palma usaba su tribuna para asumir la defensa de una amiga despedida y, de paso, ajustar cuentas pendientes sumida en la nostalgia de su vida profesional.

Bajo el provocador título “¿Qué está pasando en la Cámara del libro?” exudaba todas sus iras hacia mi persona, denostándome odiosamente, en una evidente reproducción de sensiblerías infundadas.

Intentaré usar esta valiosa columna de opinión y ejercer mi derecho a réplica evitando que los lectores se repitan un plato de asuntos domésticos.

Lo que está pasando en la Cámara del Libro es que se está ejerciendo la democracia, el mandato de los socios, quienes resolvieron en elecciones libres terminar con una larga conducción que ya no les satisfacía.

Fui elegido Presidente del gremio por una amplia mayoría que en forma explícita me empoderó para realizar los cambios que clamaban sus estamentos.

Todas las decisiones que a la Sra. Palma le parecen arbitrariedades mías fueron tomadas por un directorio en forma unánime, haciendo uso de sus potestades.

Pretender que las nuevas autoridades electas en una asociación gremial no cuenten con equipos profesionales idóneos y de confianza es un despropósito.

La Cámara no es una asociación para vivir del libro, sino para trabajar en pro del libro y la lectura en Chile. Estamos empeñados en trabajar unidos, con todos los actores involucrados, con grandeza de miras, para dar un salto en los grandes temas que atañen al libro y que han estado estancados por años.

Abusando de la paciencia de los lectores, la Sra. Palma aprovecha su columna para jactarse del proyecto “Maletín Literario” intentando difamarme mediante insinuaciones y medias palabras, y reescribir la oscura historia que protagonizó.

Debo entonces completar el relato: junto a los dos editores que ella no identifica, Pablo Dittborn y Carlos Ossa, decidimos hacer denuncia pública por la falta de transparencia en el concurso de adquisición de libros para ese proyecto, ya que había dejado fuera a importantes autores que habían sido seleccionados por un jurado de notables, aduciendo que las maquetas (no los libros) “se despegaban”.

Esos autores eran, entre otros, Manuel Rojas, Isabel Allende, Quino, Fuguet. Si hubo manipulación, corrupción o descriterio en esa decisión será algo que determinará quien investigue la historia.

Los antecedentes están disponibles en los diarios de febrero de 2009 y en el acta de la sesión extraordinaria del directorio de la Cámara del Libro de esa fecha, donde se resuelve intimar a la Sra. Palma para que responda las contradicciones del concurso. Las tardías respuestas no hicieron más que aumentar las dudas.

Intento comprender a la Sra. Palma en sus cajas destempladas, toda vez que en su blog se autodefine como una persona de “grandes pasiones y poca neutralidad”.

De esa confesión de partes ya nos dio pruebas públicas en varias ocasiones, la última pensé que sería al concluir su periodo en la Dibam, cuando con redoble de tambores le recomendó al ministro de Educación entrante, Joaquín Lavín, que redestinara los fondos de los programas concursables para libros y creación, a la reconstrucción de las iglesias deterioradas por el terremoto. Iniciativa que felizmente suscitó el desprecio público.

Reitero la convicción de respeto por las tribunas públicas de opinión ya que son muchos los temas serios que en este país requieren debate y reflexión.

Manifiesto mi repudio cuando se abusa de ellas para pasar gato por liebre de una agenda privada.

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  • http://pulse.yahoo.com/_FRXZUK5BYVVCKWAGMP7FDVN2LE Reynaldo

    No es fácil entender la asimetría que asoma en la columna del señor Infante en relación a la persona y la labor cultural que por años ha desarrollado la señora Nivia Palma en diferentes ámbitos y funciones. Más aún cuando se  anatemiza la “agenda privada” y por otro lado se la integra en el planteamiento.
    La señora Nivia Palma tiene una larga y reconocida trayectoria al servicio de la cultura y ésta siempre ha estado acompañada de una gestión transparente y verificable en todas la áreas de su gestión.
    Uno puede estar o no de acuerdo con iniciativas como, por ejemplo, el así llamado “Maletín Literario” y plantear las dudas u observaciones que el proyecto puede suscitar, pero otra cosa muy distinta es acusar “falta de transparencia” a no ser que se tengan las pruebas necesarias al respecto, y como parte de un ejercicio de ciudadanía adulta, se hagan llegar a quienes corresponde y en el momento oportuno.
    No son saludables este tipo de argumentaciones sobre todo cuando el momento cultural que vive nuestra patria requiere de todos sus actores cohesión, claridad y osadía para ampliar los horizontes de nuestra gente, lo que en definitiva no es sino humanizar la existencia y recuperar la belleza para todos.
    En esta tarea nadie sobra, todos son bienvenidos.

    Reynaldo Lacámara Calaf

    • Ramon Solis

      Coincido en el contenido  y proporción del comentario formulado por Reynaldo Lacámara.
      Conozco perfectamente a Nivia Palma y no tengo la menor duda acerca de la transparencia
      con la actuado en su vida profesional. Por cierto, todos tenemos derecho a
      disentir o, si el caso, a cursar reclamos oportunos si nos sentimos afectados
      por  la actuación de un agente
      público o  quizás, más remotamente,
       por  una presunta  falla
      institucional completa. 

    • Ramon Solis

      Coincido en el contenido  y proporción del comentario formulado por Reynaldo Lacámara. Conozco perfectamente a Nivia Palma y no tengo la menor duda acerca de la transparencia
      con la actuado en toda su vida profesional. 
      Todos tenemos derecho a
      disentir o, si el caso, a cursar reclamos oportunos si nos sentimos afectados
      por  la actuación de un agente
      público o  quizás, más remotamente,
       por  una presunta  falla
      institucional completa.  Por cierto, en este caso, “lo doméstico” ya con anterioridad a lo comentado por Nivia se hizo público y sólo queda asumir el debate. Al fin y al cabo hay un solo Norte: beneficiar al libro y la lectura y, si no es mucho pedir, también a los lectores.
      Ramón Solís

    • Gabriel Matthey Correa

      Es lamentable que estas discusiones y descalificaciones se hagan tan liviana y oportunistamente, por intereses creados, respondiendo a actitudes que poco o nada aportan y que ya cansaron a la sociedad chilena. Conozco a Nivia Palma hace más de 15 años y doy fe de que ella es una mujer honesta, especialmente comprometida con la cultura chilena.
      Discrepar sobre un determinado proyecto, sea el “Maletín Literario” u otro, es completamente legítimo, pero lo importante es hacerlo con respeto y espíritu constructivo, y no usarlo como mero pretexto para descalificar gratuitamente a Nivia Palma en este caso.

  • http://pulse.yahoo.com/_FRXZUK5BYVVCKWAGMP7FDVN2LE Reynaldo

    No es fácil entender la asimetría que asoma en la columna del señor Infante en relación a la persona y la labor cultural que por años ha desarrollado la señora Nivia Palma en diferentes ámbitos y funciones. Más aún cuando se  anatemiza la “agenda privada” y por otro lado se la integra en el planteamiento.
    La señora Nivia Palma tiene una larga y reconocida trayectoria al servicio de la cultura y ésta siempre ha estado acompañada de una gestión transparente y verificable en todas la áreas de su gestión.
    Uno puede estar o no de acuerdo con iniciativas como, por ejemplo, el así llamado “Maletín Literario” y plantear las dudas u observaciones que el proyecto puede suscitar, pero otra cosa muy distinta es acusar “falta de transparencia” a no ser que se tengan las pruebas necesarias al respecto, y como parte de un ejercicio de ciudadanía adulta, se hagan llegar a quienes corresponde y en el momento oportuno.
    No son saludables este tipo de argumentaciones sobre todo cuando el momento cultural que vive nuestra patria requiere de todos sus actores cohesión, claridad y osadía para ampliar los horizontes de nuestra gente, lo que en definitiva no es sino humanizar la existencia y recuperar la belleza para todos.
    En esta tarea nadie sobra, todos son bienvenidos.

    Reynaldo Lacámara Calaf

    • Ramon Solis

      Coincido en el contenido  y proporción del comentario formulado por Reynaldo Lacámara.
      Conozco perfectamente a Nivia Palma y no tengo la menor duda acerca de la transparencia
      con la actuado en su vida profesional. Por cierto, todos tenemos derecho a
      disentir o, si el caso, a cursar reclamos oportunos si nos sentimos afectados
      por  la actuación de un agente
      público o  quizás, más remotamente,
       por  una presunta  falla
      institucional completa. 

    • Ramon Solis

      Coincido en el contenido  y proporción del comentario formulado por Reynaldo Lacámara. Conozco perfectamente a Nivia Palma y no tengo la menor duda acerca de la transparencia
      con la actuado en toda su vida profesional. 
      Todos tenemos derecho a
      disentir o, si el caso, a cursar reclamos oportunos si nos sentimos afectados
      por  la actuación de un agente
      público o  quizás, más remotamente,
       por  una presunta  falla
      institucional completa.  Por cierto, en este caso, “lo doméstico” ya con anterioridad a lo comentado por Nivia se hizo público y sólo queda asumir el debate. Al fin y al cabo hay un solo Norte: beneficiar al libro y la lectura y, si no es mucho pedir, también a los lectores.
      Ramón Solís

    • Gabriel Matthey Correa

      Es lamentable que estas discusiones y descalificaciones se hagan tan liviana y oportunistamente, por intereses creados, respondiendo a actitudes que poco o nada aportan y que ya cansaron a la sociedad chilena. Conozco a Nivia Palma hace más de 15 años y doy fe de que ella es una mujer honesta, especialmente comprometida con la cultura chilena.
      Discrepar sobre un determinado proyecto, sea el “Maletín Literario” u otro, es completamente legítimo, pero lo importante es hacerlo con respeto y espíritu constructivo, y no usarlo como mero pretexto para descalificar gratuitamente a Nivia Palma en este caso.

  • Nivia Elizabeth Palma Manrique

    Sr. Infante: es absolutamente legítimo discrepar de políticas públicas y de programas culturales y, por cierto, es legítimo que usted tenga una opinión crítica sobre la pertinencia o eficacia del Maletín Literaria. Otra cosa muy distinta es afirmar que en su gestión se incurrió en actos irregulares o corruptos.

    Como usted sabe, este programa fue fiscalizado por la Contraloría General de la República antes, durante y después de su ejecución, sin identificar actos irregulares o corruptos. Todo el proceso se ajustó a derecho, las obras fueron seleccionadas por jurados de gran prestigio, los libros fueron adquiridos mediante licitaciones públicas, los contratos con las empresas editoriales o distribuidoras fueron a toma de razón de CGR, los evaluadores de las propuestas fueron profesionales de la Subdirección de Bibliotecas de la DIBAM, del Departamento Jurídico, de Subdirección de Planificación y Presupuesto y de la Subdirección de Administración y finanzas.

    Tengo la certeza que los jurados y evaluadores actuaron correctamente. Nada oscuro o corrupto existió en este Programa y agradezco a la DIBAM su profesionalismo en la ejecución de esta iniciativa presidencial.

    Tengo muy pocos bienes, un historial profesional limitado, sin embargo la honradez es un bien inmaterial que me acompaña y es parte sustantiva de mi vida. Nunca mi mano ha tomado propiedad ajena, menos aún me he apropiado de recursos públicos, por cierto jamás nadie me ha ofrecido comisión por licitación alguna pues sabe que conmigo ello no es posible. Puedo tener mal genio a veces, muchas otras ser ignorante en diversos ámbitos del conocimiento y de la vida; pero valoro y cuido mi probidad. Sin la honra, nos queda muy poco.

    Imagino que en un momento de pasión usted no midió sus palabras y sin quererlo me acusó de corrupta. Sería muy bueno para todos(as) que usted precise que no me acusa ni de corrupta ni de haber incurrido en irregularidades en la ejecución del Programa Maletín Literario, sin perjuicio de tener – tal como lo ha expresado- una opinión crítica sobre él..

    Cordialmente,
    Nivia Palma
      

  • Nivia Elizabeth Palma Manrique

    Sr. Infante: es absolutamente legítimo discrepar de políticas públicas y de programas culturales y, por cierto, es legítimo que usted tenga una opinión crítica sobre la pertinencia o eficacia del Maletín Literaria. Otra cosa muy distinta es afirmar que en su gestión se incurrió en actos irregulares o corruptos.

    Como usted sabe, este programa fue fiscalizado por la Contraloría General de la República antes, durante y después de su ejecución, sin identificar actos irregulares o corruptos. Todo el proceso se ajustó a derecho, las obras fueron seleccionadas por jurados de gran prestigio, los libros fueron adquiridos mediante licitaciones públicas, los contratos con las empresas editoriales o distribuidoras fueron a toma de razón de CGR, los evaluadores de las propuestas fueron profesionales de la Subdirección de Bibliotecas de la DIBAM, del Departamento Jurídico, de Subdirección de Planificación y Presupuesto y de la Subdirección de Administración y finanzas.

    Tengo la certeza que los jurados y evaluadores actuaron correctamente. Nada oscuro o corrupto existió en este Programa y agradezco a la DIBAM su profesionalismo en la ejecución de esta iniciativa presidencial.

    Tengo muy pocos bienes, un historial profesional limitado, sin embargo la honradez es un bien inmaterial que me acompaña y es parte sustantiva de mi vida. Nunca mi mano ha tomado propiedad ajena, menos aún me he apropiado de recursos públicos, por cierto jamás nadie me ha ofrecido comisión por licitación alguna pues sabe que conmigo ello no es posible. Puedo tener mal genio a veces, muchas otras ser ignorante en diversos ámbitos del conocimiento y de la vida; pero valoro y cuido mi probidad. Sin la honra, nos queda muy poco.

    Imagino que en un momento de pasión usted no midió sus palabras y sin quererlo me acusó de corrupta. Sería muy bueno para todos(as) que usted precise que no me acusa ni de corrupta ni de haber incurrido en irregularidades en la ejecución del Programa Maletín Literario, sin perjuicio de tener – tal como lo ha expresado- una opinión crítica sobre él..

    Cordialmente,
    Nivia Palma
      

  • Anónimo

    Nivia: nada me hubiera gustado más que ocupar
    esta valiosa tribuna en debatir sobre políticas públicas para la cultura, el
    libro y la lectura en lugar de hacerlo sobre futilidades sin destino.
    Lamentablemente fue su columna cargada de diatribas, inexactitudes e
    insinuaciones que me obligaron a usar mi derecho a réplica y defensa de mi
    honra. Esa misma convicción a la que se refiere, de no permitir ser mancillada
    en lo que a Ud. más le importa, su honradez, pero que aplica injustamente sobre
    mí, es la que me obligó a abordar el episodio del Maletín Literario. Sobre este
    punto, todo lo que tengo que decir ya se lo dije públicamente en su día, en
    cartas extensas dirigidas a Ud., en cartas a los diarios y en reportajes. Creo
    que cometió un error en respondernos tardíamente y desde la soberbia del poder.
    Si el show mediático afirmando que las maquetas se “deshacían en las manos” se
    hubiera equilibrado con aceptar nuestras solicitudes de mostrarlas ante
    expertos de la industria gráfica, no tendríamos las dudas que hasta hoy nos
    acompañan respecto de la transparencia de ese concurso. La convicción de que en
    ese proceso de expertos hubo mano mora, impericia o descriterio, fue
    posteriormente reafirmado: por bases, la Dibam debió devolvernos las maquetas
    transcurridos algunos meses, las mías, del libro Mafalda, estaban intactas (aún
    las conservo), y una de ellas era imposible que se despegará ya que estaba cosida.
    Lamentablemente la devolución de las maquetas fue después de vencido el plazo
    para demandar, como era mi decisión y la de otros editores, tanto de Chile como
    del extranjero. Por desgracia todos esos funcionarios llenos de cargos oficinescos
    que Ud. señala como integrantes de la comisión de expertos de la Dibam
    entendían de industria gráfica lo que Ud. y yo entendemos de sánscrito. Estaban
    convencidos que una maqueta realizada a mano era la proyección de calidad gráfica
    de libros que por sus tiradas obligaban a usar máquinas rotativas para su óptima ejecución. Eso, a
    cualquier técnico o experto de verdad, en cualquier parte del mundo, le hubiera
    sonado como un chiste profesional del siglo XIX. La  fragilidad de ese ámbito era propicia para cualquier
    corruptela furtiva.  

    Pero, Nivia, la invito a leer bien mi
    columna, donde en ningún momento digo lo que Ud. me atribuye. No afirmo que Ud. sea una persona corrupta, hablo de un proceso de licitación oscuro.
    Jamás cometería esa infamia. Entre otras cosas porque no lo creo así. Me parece
    y siempre me ha parecido una persona honesta. Creo sí que sufrió el mareo de
    altura propio de muchos funcionarios que llegan a cargos públicos más
    rimbombantes que decisivos, pero eso es un mal endémico y perdonable. Lo que no
    quita que por sus narices pasara alguna irregularidad en todo ese proceso y que
    Ud. pusiera las manos al fuego por la infalibilidad de sus funcionarios, tal
    vez  fundada en esa profecía de
    persona “de grandes pasiones y poca neutralidad”.

  • Arturo Infante Reñasco

    Nivia: nada me hubiera gustado más que ocupar esta valiosa tribuna en debatir sobre políticas públicas para la cultura, el libro y la lectura en lugar de hacerlo sobre futilidades sin destino. Lamentablemente fue su columna cargada de diatribas, inexactitudes e insinuaciones que me obligaron a usar mi derecho a réplica y defensa de mi honra.

    Esa misma convicción a la que se refiere, de no permitir ser mancillada en lo que a Ud. más le importa, su honradez, pero que aplica injustamente sobre mí, es la que me obligó a abordar el episodio del Maletín Literario. Sobre este punto, todo lo que tengo que decir ya se lo dije públicamente en su día, en cartas extensas dirigidas a Ud., en cartas a los diarios y en reportajes.

    Creo que cometió un error en respondernos tardíamente y desde la soberbia del poder. Si el show mediático afirmando que las maquetas se “deshacían en las manos” se hubiera equilibrado con aceptar nuestras solicitudes de mostrarlas ante expertos de la industria gráfica, no tendríamos las dudas que hasta hoy nos acompañan respecto de la transparencia de ese concurso. La convicción de que en ese proceso de expertos hubo mano mora, impericia o descriterio, fue posteriormente reafirmado: por bases, la Dibam debió devolvernos las maquetas transcurridos algunos meses, las mías, del libro Mafalda, estaban intactas (aún las conservo), y una de ellas era imposible que se despegará ya que estaba cosida. Lamentablemente la devolución de las maquetas fue después de vencido el plazo para demandar, como era mi decisión y la de otros editores, tanto de Chile como del extranjero. Por desgracia todos esos funcionarios llenos de cargos oficinescos que Ud. señala como integrantes de la comisión de expertos de la Dibam entendían de industria gráfica lo que Ud. y yo entendemos de sánscrito. Estaban convencidos que una maqueta realizada a mano era la proyección de calidad gráfica de libros que por sus tiradas obligaban a usar máquinas rotativas para su óptima ejecución. Eso, a cualquier técnico o experto de verdad, en cualquier parte del mundo, le hubiera sonado como un chiste profesional del siglo XIX. La  fragilidad de ese ámbito era propicia para cualquier corruptela furtiva.  

    Pero, Nivia, la invito a leer bien mi columna, donde en ningún momento digo lo que Ud. me atribuye. No afirmo que Ud. sea una persona corrupta, hablo de un proceso de licitación oscuro. Jamás cometería esa infamia. Entre otras cosas porque no lo creo así. Me parece y siempre me ha parecido una persona honesta. Creo sí que sufrió el mareo de altura propio de muchos funcionarios que llegan a cargos públicos más rimbombantes que decisivos, pero eso es un mal endémico y perdonable. Lo que no quita que por sus narices pasara alguna irregularidad en todo ese proceso y que Ud. pusiera las manos al fuego por la infalibilidad de sus funcionarios, tal vez  fundada en esa profecía de persona “de grandes pasiones y poca neutralidad”.

  • Ignacio Aurelio Aliaga

    Señor Infante:
    He leído su artículo en el que dice responder a lo comentado por Nivia Palma en su columna “¿Qué ocurre en la Cámara del Libro?”. Entendiendo que lo expresado en ambos artículos son razones opinables acerca de una institución como la Cámara del Libro, lo expresado en ellas se refiere a comentarios contrapuestos sobre la política de una entidad como la indicada. Hasta ahí entonces los juicios son propios de un debate público sobre la cuestión señalada. Pero en el párrafo once, referido al llamado proyecto “maletín literario” usted desliza el comentario  “Si hubo manipulación, corrupción o descriterio en esa decisión …” refiriéndose a la actuación de la señora Palma en la licitación de dicho proyecto. No se encuentra en la columna de la señora Palma una referencia a su persona, ni lejanamente comparable a la agresión que usted realiza. Es así que su columna cruza el umbral del ataque personal, sin fundamento en el texto y en desequilibrio evidente.
    Es más, una decodificación de su texto no deja más que tres opciones para un análisis del lector de la conducta de la señora Palma: o es una manipuladora (en el sentido malsano que insinúa el texto), o es una corrupta (con esa liviandad e impunidad tan recurrente en estos días para referirse a los servidores públicos metiendo en una sola bolsa a todos) o es una descriteriada (por lo que no se entiende que haya sido encargada del Fondart, de la Dibam e incluso gerenta de su propia Cámara del Libro).
    La muy extendida opinión favorable del mundo cultural nacional por la gestión que Nivia Palma cumplió en esas importantes labores, es un mentís para cualquiera de las tres aseveraciones que usted desliza en su texto.
    Quien escribe tuvo la suerte de trabajar en estrecha relación con ella en la División de Cultura del Ministerio de Educación, ella a cargo del Fondart y yo en las políticas públicas audiovisuales. Soy testigo no solo de su probidad y rigurosidad, sino que especialmente del respeto que su gestión despertó en el medio cultural y en particular en el cinematográfico como pude constar personalmente.
    Por todo lo anterior, es indignante que su columna haya incurrido en el ataque aludido. Uno quisiera creer que lo hizo en un momento de rabia ante la opinión crítica de Nivia Palma acerca de aspectos de su gestión, desde una perspectiva de divergencia política sobre la misma. Y por ello mismo, se podría esperar que, sopesado lo extremadamente injusto de su ataque, hubiera una disculpa pública de su parte. Quizás ese acto de caballerosidad podría, aunque en parte, hacer justicia a la honorabilidad de una persona que ha dado pruebas de honesta entrega al servicio público de la cultura en Chile.
    Ignacio Aliaga, Cineasta
    (realizador audiovisual, académico y actualmente director de la Cineteca Nacional)

  • Ignacio Aurelio Aliaga

    Señor Infante:
    He leído su artículo en el que dice responder a lo comentado por Nivia Palma en su columna “¿Qué ocurre en la Cámara del Libro?”. Entendiendo que lo expresado en ambos artículos son razones opinables acerca de una institución como la Cámara del Libro, lo expresado en ellas se refiere a comentarios contrapuestos sobre la política de una entidad como la indicada. Hasta ahí entonces los juicios son propios de un debate público sobre la cuestión señalada. Pero en el párrafo once, referido al llamado proyecto “maletín literario” usted desliza el comentario  “Si hubo manipulación, corrupción o descriterio en esa decisión …” refiriéndose a la actuación de la señora Palma en la licitación de dicho proyecto. No se encuentra en la columna de la señora Palma una referencia a su persona, ni lejanamente comparable a la agresión que usted realiza. Es así que su columna cruza el umbral del ataque personal, sin fundamento en el texto y en desequilibrio evidente.
    Es más, una decodificación de su texto no deja más que tres opciones para un análisis del lector de la conducta de la señora Palma: o es una manipuladora (en el sentido malsano que insinúa el texto), o es una corrupta (con esa liviandad e impunidad tan recurrente en estos días para referirse a los servidores públicos metiendo en una sola bolsa a todos) o es una descriteriada (por lo que no se entiende que haya sido encargada del Fondart, de la Dibam e incluso gerenta de su propia Cámara del Libro).
    La muy extendida opinión favorable del mundo cultural nacional por la gestión que Nivia Palma cumplió en esas importantes labores, es un mentís para cualquiera de las tres aseveraciones que usted desliza en su texto.
    Quien escribe tuvo la suerte de trabajar en estrecha relación con ella en la División de Cultura del Ministerio de Educación, ella a cargo del Fondart y yo en las políticas públicas audiovisuales. Soy testigo no solo de su probidad y rigurosidad, sino que especialmente del respeto que su gestión despertó en el medio cultural y en particular en el cinematográfico como pude constar personalmente.
    Por todo lo anterior, es indignante que su columna haya incurrido en el ataque aludido. Uno quisiera creer que lo hizo en un momento de rabia ante la opinión crítica de Nivia Palma acerca de aspectos de su gestión, desde una perspectiva de divergencia política sobre la misma. Y por ello mismo, se podría esperar que, sopesado lo extremadamente injusto de su ataque, hubiera una disculpa pública de su parte. Quizás ese acto de caballerosidad podría, aunque en parte, hacer justicia a la honorabilidad de una persona que ha dado pruebas de honesta entrega al servicio público de la cultura en Chile.
    Ignacio Aliaga, Cineasta
    (realizador audiovisual, académico y actualmente director de la Cineteca Nacional)