12 nov 2011

Encuentro con un humanista “sin apodos”

Los invito a escuchar a Fernando Castillo Velasco el próximo miércoles. Le otorgan el Doctorado Honoris Causa.Al mediodía en la Universidad San Sebastián.Hoy tiene 93 años.

No alcanzamos a ser sus pupilos.

Nuestro Rector fue un obispo gordo, Alfredo Silva Santiago, su ruta nunca nos atrajo.

En la era de Silva aguantábamos en el mediastino la infantil duda de la amonestación subyacente porque vivíamos y soñábamos de otra manera. Teníamos algo de temor por vivir distinto a la PUC, aislada del país, la provincia, la ciudad y el barrio.

Hubo reproches por lo que hacíamos en Medicina; nuestro Decano llegó a aceptar mujeres en la matrícula (un 5% del alumnaje).

En Primer Año Juan Vial nos reprochó por desfilar en la Alameda cuando las micros subieron diez pesos. Nos tiró de las orejas, en clase de Histología: ¡Cómo podíamos en una marcha abdicar de nuestros principios! Ninguno respondió.

No teníamos entonces otras metas que aprender a ser médicos. Quizás con pocas posibilidades de salirnos del trayecto marcado en la pista del atletismo pedagógico.

De ese Rector -Obispo nos llegó a oídos su destitución en 1967 gracias a Miguel Ángel Del Solar y de la sucesión por Castillo Velasco.

Don Fernando se impuso por una historia de arquitecto forjador de conceptos distintos en nuestro país que vivía ambientes de sí-es/no-es, en época del notable Frei Montalva.

Trajo cambios y gentes: armó Departamentos, obtuvieron Claustros (podíamos opinar).

Con él llegó su mujer Mónica Echeverría, dínamo de artes y sacudidas.

Los que continuamos en la PUC vivimos los cambios, tuvimos confianza en lo que ocurría en la casa Central y desconfianzas alrededor de la manzana.

Castillo abrió un humanismo sin apodo y una aversión neural a la desigualdad en el país, el Arte se infiltró desde las paredes afortunadas, el fútbol no entró a la Academia, las murallas de la PUC fueron permeables a ideas y actos. La escuela de Teatro pasó a la adolescencia sin dolor. En Medicina pudimos postular a Conicyt, a regular presupuestos para que el servicio del Hospital no fuera actividad de caridad.

No desbordó con cemento la casa Central y crecimos en áreas adquiriendo el Convento de las Monjas Francesas convertido en Campus Oriente. El lejano San Joaquín fue para las Ingenierías. La accesible TV fue merodeada por otros con alcance.

Hasta que un día de Septiembre 1973, así nomás al vuelo, se acabó este período y el rector Castillo Velasco tuvo que irse y lo reemplazó un marino.

Por eso y más los invito a oír a FCV en ésta, quizás una de sus novísimas y últimas charlas. Valdrá la pena.

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