La gratuidad y el lucro, en educación, no dejan ver problemas morales, estructurales más graves, que de no superarse hacen cualquier medida inútil.
El Golpe Militar del 73 y el neoliberalismo implicaron desastrosas consecuencias para el sistema universitario. La destrucción de la Universidad de Chile y de la Academia chilena fue planificada y sistemática.
Un gran enemigo de los regímenes militares y de las oligarquías económicas es el pensamiento libre, profundo y analítico, especialmente el que busca justicia y paz en las relaciones vivenciales de una sociedad.
El Gobierno Militar y la Oligarquía (derecha económica) diseñaron un plan para desarticular la academia y cualquier intento de comprensión científica, ética o estética del ser chileno en el contexto mundial.
Debía destruirse la Academia, cuerpo que la humanidad tiene para expresar sus facultades de realización intelectual, estética, ética y espiritual en sus más altas expresiones. Esto se daba en la Universidad de Chile al asumir el Gobierno Militar.
Al grito ¡Muera la Academia! las Universidades fueron decapitadas de sus rectores académicos y reemplazados por militares en ejercicio, lo que implica ya una vejación de la Academia a fin de destruirla. Ningún colega extranjero entiende cómo las Universidades chilenas fueron regidas por militares.
Pusieron en la Universidad de Chile un civil con rango militar que hizo ingresar a conocidos sin la PAA. La mayor parte de ellos tuvo que irse en primer año por notas pésimas, incluso negativas en pruebas de múltiple elección, es decir, contestaron peor que el azar.
La vejación de la academia continuaba. La lucha que dimos para expulsar a ese rector y a esos alumnos costó la exoneración de varios cargos altos de la universidad.
Infiltraron la universidad con el “espíritu” militar y con un ejército de “sapos” y exigieron militancia activa a sus huestes neoliberales; vimos como cientos de colegas desaparecían agregándose a la lista de detenidos desaparecidos.
Miles de académicos fueron exonerados. Se impone la normativa militar de no tener agrupaciones mayores de 500 personas en los conglomerados universitarios (de este ridículo hasta los militares se dieron cuenta al ser imposible en muchas partes). Pero, ¡ojo! ésta es una exigencia para la municipalización. Se destruye por seguridad militar (impedir paros nacionales) la presencia de las Universidades de Chile y Técnica del Estado a lo largo del país. Muchas de las sedes de provincia pasan sin más al privado.
Otra medida eficaz fue reducir todo desarrollo académico por una exigencia económica-administrativa.
Desaparece así la universidad ya que todo programa de desarrollo de la Estética, de la Ética, de la Filosofía, de las Humanidades, de las Ciencias “per se” y no por sus aplicaciones, no se financian ya que no tienen rédito económico suculento e inmediato.
La cuadratura de caja pasa a ser el único objetivo.
Pero la universidad vive de la vida de los académicos que tenían financiamiento y reajustes pagados sagradamente por el Estado de Chile. Los fatídicos economistas neoliberales convencen al Gobierno Militar con un plan macabro. Restringir paulatinamente el presupuesto de las Universidades Estatales y obligarlas a que se financien con fondos privados (aranceles y servicios).
Esta medida falta de toda ética y moral y que además es cruel se impone a sangre y fuego, el que se oponía o desaparecía o era exonerado.
Esta medida además es inconstitucional ya que crea trabajadores del Estado pagados íntegramente por el Estado y a otros pagados por el privado en instituciones del Estado (la Constitución asegura… la igualdad ante la ley…en Chile no hay persona ni grupo privilegiados). Esto es lo más grave que se da en la educación actualmente; el Estado de Chile no les paga, ni les reajusta el salario a los funcionarios del Estado de Chile que trabajan en las Universidades, pero si a los que trabajan en otros servicios. Esta transgresión a la ética y a la Constitución debe terminar inmediatamente.
La vejación de la Universidad de Chile era insuficiente. El Gobierno Militar y los economistas neoliberales urden un plan más agresivo. Poner como rector a un economista neoliberal sin atributos académicos.
Se elige a uno, ingeniero comercial, no interesado en el arte, ni en las letras, ni en la filosofía, ni en las ciencias, ni en publicar internacionalmente, ni en docencia y se lo instala como Rector de la Universidad de Chile.
Cumplía con el perfil ético, pues había sido expulsado del Colegio de Ingenieros de Chile por faltas éticas. La universidad lucha y finalmente el Gobierno pierde a su paladín que arrastró a Pinochet, pero consiguió la ruina de la Academia en Chile.
La Concertación nada hizo por restaurar el salario y reajuste estatales para los trabajadores de las Universidades del Estado.