El 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón arribó finalmente a la costa del Nuevo Mundo.
Luego de una agotadora e incierta travesía sus barcos lograban llegar a tierra firme.
Los aventureros creían haber llegado a las Indias Orientales, objetivo original del temerario viaje. Pronto, se darán cuenta que eran protagonistas del más grande descubrimiento jamás pensado para su época, mediados del siglo XV.
Por su parte, las nuevas tierras del continente descubierto estaban habitadas por tranquilas poblaciones nativas que vivían desde tiempos inmemoriales en total desconexión con el mundo occidental.
En realidad, era bastante probable que los aborígenes ignorasen totalmente la existencia de una sociedad distinta a la de ellos, del mismo modo como para los españoles de la conquista era impensable encontrarse con un tipo de población tan radicalmente distinta a lo que ellos conocían en la vieja Edad Media.
Seguramente los primeros instantes fueron de mucha conmoción.
Para los viajeros las nuevas tierras significaron su salvación luego de casi 120 días de deambular por el océano casi sin agua ni alimento. Salvada la primera impresión, se prepararon para “descubrir” los nuevos confines.
Para los nativos, las extrañas naves que emergen desde el horizonte y estos singulares individuos con ropas brillantes y raros instrumentos de caza o de guerra, eran todo un reto a la razón. ¿Dioses? ¿Guerreros poderosos?
No es cierto que el 12 de octubre se haya iniciado el “encuentro entre dos mundos”. Nada de eso.
Lo que realmente ocurrió es que los nativos se inhibieron ante el despliegue inusual de estos personajes y los aventureros se dieron cuenta que estaban ante una población que podían someter. Probablemente, los primeros encuentros fueron curiosos y con alguna forma de intercambio, pero no tardaron en convertirse en eventos obligados de sumisión, forzamiento y sometimiento.
El 12 de octubre marca entonces el inicio de una dolorosa huella de sufrimientos. Los indígenas eran cerca de 100 millones de seres humanos en el continente.
Transcurridos los primeros 50 años de la conquista y descubrimiento, esa población se redujo a un poco menos de un tercio. La gran mayoría de nuestros indígenas murieron o fueron exterminados mediante el trabajo esclavo.
Por esa razón el 12 de octubre es una fecha en la que nuestros Pueblos Indígenas no celebran.
Es más bien una oportunidad para denunciar las injusticias cometidas y para demandar a los Estados nacionales el pleno reconocimiento de nuestros derechos integrales.
En Chile, el feriado festivo que esta fecha supone no tiene ya casi ningún interés para nuestra sociedad. Menos para los Pueblos Indígenas.
En ese sentido, es razonable impulsar un cambio de la tradición y sencillamente derogar el feriado nacional de esta fecha y reemplazarlo por el Día Nacional de los Pueblos Indígenas, ya proclamado en 1998.
Ello brindará mejores oportunidades para que Chile conozca mejor la rica cultura y tradiciones de nuestros pueblos.