En su libro “La Paradoja de elegir porque menos es más” (The Paradox of Choice Why Less is More), Barry Schwartz pone en tela de juicio uno de los pilares argumentativos fundamentales de la teoría económica.
La proposición criticada es muy simple y lógica: mientras más alternativas de elección existan en el mercado mayor será el bienestar individual del agente económico ya que su toma de decisión siempre será más óptima.
Es decir mientras más posibilidades existan de elegir, mayor será el bienestar y satisfacción de los agentes económicos. Habría entonces según la teoría económica una relación directa entre el aumento cuantitativo de las posibilidades de elegir de las personas y su calidad de vida.
Ahora bien, Schwartz concluye que esta proposición no se confirma cuando se supera un cierto umbral donde las alternativas de elección aumentan considerablemente.
La paradoja de elegir nos muestra que en muchos casos cuando las alternativas de elección se expanden lo que en definitiva se genera es más bien insatisfacción (infelicidad) en los individuos, quienes enfrentados a una toma de decisión con demasiadas opciones de solución, tienden a caer presos de un desencantado y depresivo inmovilismo o parálisis que afecta la administración de su libertad de elegir e incentiva el abandono de la supuesta proactividad virtuosa que la amplitud de elección cobija.
Por otro lado, es sabido que las democracias más consolidadas poseen diseños institucionales que buscan justamente la consolidación de gobiernos de coalición, puesto que los mismos ofrecen mayor estabilidad a los sistemas políticos y permiten que los mismos formulen políticas públicas más coherentes y adaptables en el tiempo.
Sin perjuicio de lo anterior, estos arreglos institucionales tienden a limitar la oferta política a básicamente dos coaliciones, lo que naturalmente implica un número muy bajo de alternativas de elección para los ciudadanos.
Esta opción también ha contribuido a restarle prestigio y legitimidad a la política, ya que la ciudadanía siente que no hay suficiente competencia en la oferta electoral y los partidos se encuentran divorciados de los problemas reales de la gente.
Esto también ha contribuido a la merma constante y permanente de la participación ciudadana en elecciones periódicas.
En este sentido, si contrastamos la paradoja de elegir de Schwartz con elecciones políticas de democracias avanzadas, podemos verificar que su proposición no se confirma del todo, ya que el menor número de alternativas de elección democrática, no estaría generando una mayor participación electoral de la ciudadanía sino que todo lo contrario.
A menor oferta política nos encontramos con más inmovilismo y mayor desafección política, como también con un creciente malestar ciudadano.
Queda entonces el reto de contestar la pregunta que nos arroja la paradoja de elegir en el campo de la política: ¿Cual es la cantidad adecuada de alternativas de elección que debe primar en el sistema político para generar mayor bienestar?
La respuesta no parece ser para nada evidente.