En 1788, enfrentado a una crisis financiera creciente, el rey Luis XVI de Francia convocó a los Estados Generales que no se habían reunido desde 1614.Además del saneamiento de la hacienda pública, mediante la promulgación de nuevos impuestos, el rey se avenía a escuchar los agravios que le exponían los participantes.
El rey no esperaba que fueran muchos, pero en mayo de 1789, cuando se celebró la primera reunión en Versalles, se recibieron más de 40.000 “cuadernos de agravios” procedentes de todas las regiones del país.Eran listas de denuncias y reivindicaciones que iban desde los asuntos más locales hasta las más elevadas cuestiones de gobierno.
Quizá sea posible considerar a la “Marcha de todas las marchas”,realizada el pasado sábado 22 de marzo y convocada por más de 30 organizaciones, bajo una luz similar.En primer lugar, el nombre de su convocatoria representa un punto de convergencia para una variedad de malestares repartidos por la sociedad chilena alrededor de una demanda común: una nueva constitución política a través de una Asamblea Constituyente.
Esta tendencia de las protestas en Chile -que se inscribe, en todo caso, dentro de un malestar generalizado contra la forma presente de globalización en diferentes lugares del mundo-la literatura, en palabras de Benjamin Arditi, la describe como el carácter pos hegemónico de los actuales movimientos sociales; es decir, que ya no son cooptados por los partidos políticos ni por ideologías como identidades unitarias y, más bien, representan formas de protesta por parte de personas que reclaman una mejor vida.
En segundo lugar, la “Marcha de todas las marchas”, que también marcó el “inicio del año social” en Chile, expresó el carácter “en red” de los movimientos sociales.Redes presenciales y digitales que articulan los espacios urbanos y mediáticos de la protesta.
En cuanto a lo urbano, es allí donde las personas se encuentran y construyen comunidad, mientras que las redes digitales proveen de la rapidez y horizontalidad que, entre otras cosas, socava la necesidad de líderes, como señala Manuel Castells.
Es innegable, en este sentido, el protagonismo en el nuevo escenario político chileno de estos movimientos sociales en red que, al parecer, llegaron para quedarse y que están poniendo en práctica nuevas lógicas políticas, diferentes a la política institucional, pero que muchos analistas aún persisten en ignorar. Parapetados, como parecen estar, en los “seguros” límites de la lógica binominal de la transición chilena.
En tercer lugar, en la “Marcha de todas las marchas” se verificó una tendencia que también se pudo advertir en el movimiento estudiantil del año 2011: hasta ahora, el movimiento social chileno es auto referido y no se vincula material ni simbólicamente con otras insurgencias por el mundo, como ha ocurrido en otros casos, entre los países de la llamada Primavera Árabe o los movimientos 15-M en España y Occupy en USA.
Por ejemplo, mientras se desarrollaba la movilización en Santiago, en España -país cuyo prolongado drama social ha generado que durante el año 2013 se duplicara el arribo de profesionales a nuestras tierras- se llevaba a cabo el 22-M, una marcha por la dignidad que convocó a diferentes caravanas de personas procedentes desde diferentes lugares de la península.(1)
Aunque podríamos continuar con esta caracterización de la “Marcha de todas las marchas”, preferimos remitir ahora a la voz de sus participantes quienes son, en última instancia, quienes definen los motivos de su acción. Ofrecemos, entonces, los siguientes testimonios capturados en nuestro reporteo.
Miembro de la Garra Blanca. “Esta marcha es contra las sociedades anónimas deportivas y también contra Blanco y Negro y la mala gestión del club. El negocio se ha metido en el deporte y está capitalizando lo que es un sentimiento, así como han comprado la salud y la educación. Hemos venido a manifestar nuestro descontento con el fútbol negocio”.
Vecino de “Ñuñoa por la asamblea constituyente”. “Somos un grupo de vecinas y vecinos de Ñuñoa que estamos impulsando el proceso constituyente que es anterior a la asamblea constituyente. El actual programa de gobierno contempla una nueva constitución pero propone la vía institucional que a nosotros no nos satisface”.
Seguidor de “No a la termoeléctrica Los Robles”. “La termoeléctrica es un proyecto entre Constitución y Chanco, en la séptima región, que va a terminar con la pesca, la agricultura, la forestación y que va a ensuciar el medio ambiente. Nosotros queremos entregarles a nuestros hijos y nietos un mundo libre de contaminación”.
Participante de la “Sociedad Atea de Chile”. “Nosotros velamos por los principios del estado laico de Chile. Nuestro principal objetivo es exigir que exista una genuina separación entre el Estado y la Iglesia. Principio que existe en el papel pero que ha sido sistemáticamente violado”.
Activista del movimiento por el Río Ñuble (Octava Región). “Tenemos dos problemas, una central de pasada y el Embalse Punilla. Esta última sería la segunda represa más grande después de Ralco y atenta contra la vida de la gente que vive en la cordillera quienes serían erradicados, afectando su forma de vida, el turismo que es una importante fuente laboral y pone en peligro de extinción animales como el Huemul que es una especie endémica”.
Uruguayos residentes en Chile. “La idea es apoyar a toda Latinoamérica como nos apoyan a nosotros cada vez que hacemos una marcha allá. Está bien que nos solidaricemos entre todos, así toda América Latina puede estar unida”.
Finalmente, nos parece que el número de los participantes – que en los últimos años se han convertido en la unidad de medida de todo, por sobre la calidad de los argumentos- se vuelve cada vez más irrelevantes para analizar este tipo de fenómenos.
Si bien nos consta que el flujo de personas por el circuito de la marcha no se detuvo durante varias horas, lo importante no es eso sino más bien algo oído al pasar, “lo que ha cambiado en Chile no es la cantidad sino la calidad de la participación”.
(1)Ver: http://www.eldiario.es/sociedad/VIDEO-acentos-dignidad_0_241476209.html