Poquísimos días restan para el domingo 28 de octubre, fecha de la nueva elección de alcaldes y concejales. Decenas de candidatos agotarán en estos días sus energías para convocar a los electores.Los opinólogos harán nata en diversos programas y entrevistas formulando hipótesis. Chile es un país electoral. Qué duda cabe.
Y el escenario del 28 de octubre ofrece mucha materia prima: ¿cuántos votarán? ¿cuántos se quedarán en su casa?
¿Es efectivo que los ricos son más disciplinados para votar? ¿Pierde la Alianza? ¿Quién ganará en la oposición: la junta PS-DC; el pacto Chile Justo; ninguno, necesariamente?… ¿Incidirán los resultados en la campaña presidencial?…Todo pareciera impredecible. Pero la verdad es que, para bien o no, al día siguiente –el lunes 29- el país sabrá quiénes serán sus nuevos alcaldes y quiénes sus nuevos concejales, aun cuando algunos/as se repitan. A partir de ese dato, la vida cotidiana debería volver a sus cauces normales y la clase política se tendrá que enfrascar en los devenires de la siguiente campaña.
Debiera importar a los vecinos y vecinas de cada comuna un asunto básico: la calidad de vida tiene un primer indicador fundamental en el barrio, villa, vecindario o condominio en donde vivimos.Ahí transcurre una parte importante de nuestra vida y lo que se espera es que la calidad de los servicios y la mayor cercanía de las autoridades municipales ayuden a desarrollar mejores condiciones.
Los asuntos propios de la salud, la infraestructura, la educación, la seguridad ciudadana y muchos otros temas forman parte de aquello que debemos evaluar mejor al momento de elegir a un alcalde y un nuevo grupo de concejales.
La realidad municipalista de Chile es muy inequitativa: hay municipios muy ricos, con grandes recursos que pueden resolver problemas. Hay otros, la mayoría, con financiamiento muy escaso y con grandes demandas sociales. Se requiere entonces una re-estructuración en la escala de distribución de recursos.
En ese sentido, las autoridades municipales que elijamos deben contar no solo con un buen indicador de gestión sino también de compromiso y sensibilidad social. Ahí donde los recursos son mínimos, es la suma de voluntades y la participación ciudadana efectiva la que puede ayudar a complementar los distintos esfuerzos.
Un municipio de todos es un espacio de construcción social comunitaria. Y el liderazgo municipal es importante. Se requiere una mirada progresista, entonces, para entender que el desarrollo de una política municipal constructiva no implica sólo mejores servicios y mercadeo sino, sobre todo, una perspectiva de participación democrática; un hacer en común; un pensar en común.
Otro tema son las llamadas elecciones emblemáticas: Santiago, Concepción, Valparaíso, La Florida…Son comunas que concentran una muy alta densidad de habitantes. De pronto las ansiedades políticas por quienes ganen ahí no dejan ver adecuadamente que en estas comunas hay personas cuya dignidad depende mucho de la capacidad de saber cumplir los compromisos. Cierto es que tampoco es menor que la oposición obtenga importantes triunfos, pero que ello esté en concordancia con lo que se propone ahora, especialmente, cuando los vecinos y vecinas tienen la esperanza puesta en una acción política de mejor calidad.
El lunes 29 Chile tendrá sus alcaldes y concejales. Los opinólogos y dirigentes políticos darán su propia versión de los resultados. Pero ese lunes miles de chilenos tendrán que levantarse igualmente temprano o muy temprano e iniciar su rutina diaria y seguir haciendo frente a muchas necesidades y expectativas, y con justa razón van a querer encontrarse en su camino con un municipio cercano.