El domingo pasado los electores de Las Condes que fueron a expresar su parecer en las urnas respecto de un denominado Plan Maestro para remodelar el Parque Los Dominicos, donado a esa municipalidad en 1962 por la familia del recordado obispo Sergio Valech, por paliza, rechazaron ese intento depredador.
El 81% de los votantes le dijeron no a su alcalde, teniéndose en cuenta que la donación al municipio tenía como único propósito habilitar en los terrenos un área verde de esparcimiento para los vecinos y fieles de la Parroquia San Vicente Ferrer, localizada inmediatamente al oriente del parque.
Tal área verde, situada entre las calles General Blanche y camino del Alba, forma parte de los parques listados en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS), instrumento normativo urbano vigente desde 1994.
En el artículo 5.2.3.1. de la Ordenanza de esta regulación regional se establecen las exigencias para desarrollar actividades complementarias a las áreas verdes y obviamente al interior de los parques no se permiten las construcciones de oficinas ni de comercios, proyectos lucrativos que quería ejecutar allí el alcalde de la Maza.
La Parroquia San Vicente Ferrer, desde hace años, está protegida como Monumento Histórico y el área verde fue declarada después como Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales. Como vemos, todo el sector cuenta con protección patrimonial y urbanística.
Tanto la Junta de Vecinos del sector como otras, al igual que los dirigentes de los artesanos del pueblito y la propia Congregación religiosa de Los Dominicos expresaron su oposición más decidida a la iniciativa alcaldicia.
Entre otras cosas, la municipalidad quería enrejar el área verde y en su sub-suelo, construir oficinas, un gran estacionamiento y un refinado supermercado gourmet, con lo cual se iba a producir una vulneración de la voluntad de donante.
Ahora bien, con anterioridad el alcalde ya había perdido 2 consultas en donde se pronunciaron exclusivamente los residentes de los sectores adyacentes a sendos proyectos de inversión: un centro de eventos en el cerro Apoquindo y un mall de Paulmann en la calle Martín de Zamora.
Ante esta evidencia el alcalde discurrió una fórmula habilidosa para salir adelante con su proyecto y para ello, en esta tercera consulta, convocó a todos los inscritos en los registros electorales de esa comuna, con lo cual él creía que las posiciones disidentes de los vecinos que residían en las inmediaciones del parque tendrían una ínfima relevancia.
Pero su diagnóstico fue equivocado.
Los votantes, cercanos o lejanos del parque, se pronunciaron por su conservación tal como está y por lo tanto sin la reja que perturbaría el libre desplazamiento de los visitantes y sin esas construcciones que significaban más cemento. Los vecinos eligieron lo natural.
En todo caso no nos debe extrañar ese resultado porque crecientemente la ciudadanía está adquiriendo conciencia de sus derechos y ya no acepta cambios decididos por las cúpulas entre 4 paredes que solo buscan rentabilizar para el sector privado las pocas áreas verdes que tenemos disponibles en la región metropolitana.
En la consulta ganó la gente y perdió el establishment. Los que ejercen el poder político en Las Condes cometieron el error de menospreciar a las diversas comunidades que tienen sentido de pertenencia con el parque.
Desde esta tribuna saludamos al padre dominico Julián Riquelme, quien supo expresar con suma claridad, en el Concejo Municipal de Las Condes, los puntos de vista de su Congregación respecto del pretendido urbanicidio y también reconocemos las objeciones de fondo al Plan Maestro formuladas públicamente por la Directiva del Colegio de Arquitectos y a tantos otros calificados profesionales que hicieron lo mismo para imposibilitar el antojo municipal.