Hay tardes en el cine que alientan. Esa experiencia fue la que recién vivimos con nuestros hijos ante la sabia novedad del film Inside Out. Más aún cuando tan grata experiencia audiovisual fue“prologada”por el mágico cortometraje “Lava”, una joya animada.
Hace algunos años, un buen amigo me alertó que en el cine, en esta segunda década del siglo XXI, otra vez veríamos obras mayores, luego de un prolongado letargo creativo. Es el caso de estos dos films, que Pixar decidió exhibir en salas en una sola entrega.
Son películas para la gente menuda, aunque, años más o menos, aquí el adjetivo menudo aplica para el asombro, una bella capacidad a cualquier edad.
Inside Out (mal titulada como “Intensa-Mente” en nuestros países), co-dirigida por Pete Docte (gestor de la idea, junto al productor Jonas Rivera) y Ronnie del Carmen, fue mundialmente estrenada el 19 de junio de este año. El maravilloso cortometraje “Lava”, dirigido por James Ford, con voz del músico hawaiano Kuana Torres, es del 2014.
Una gran decisión, nada de casual, la de Pixar al estrenar juntos ambos films.Ocurre que uno y otro nos revelan la emergencia de una nueva sensibilidad y mirada, ahora en el cine para niños, impensada pocas décadas atrás.
Inside Out revelándonos el rol central de las emociones en la configuración del vivir y con-vivir humano.
Y “Lava” recuperando la magia del animismo; animando, valga la redundancia, a los volcanes, tal como lo hacían los antiguos, en una neo revelación de nuestra conexión con todos los seres vivos y las cosas.
Inside Out ocurre en el vivir emocional de una niña. La alegría, la tristeza, la ira, el desagrado, van inundándola y haciéndola actuar, con cuerpo y mente, en su cotidianidad.
Antes escribía que en nuestro mundo latino el título fue desafortunado. Eso de “Intensa-Mente”poco o nada tiene que ver con el Inside Out original y menos aún evoca el profundo sentido integrador del film.
Inspirados en el neurobiólogo y filósofo, Francisco Varela, diremos que eso de la “Intensa-Mente”reitera la falacia de una mente/cerebro que controla el cuerpo, casi como si fueran dos compartimentos estancos, algo tan ajeno a la integralidad del sujeto, a la potente unidad cuerpo – mente, al hecho que las emociones están encarnadas. Tan encarnadas que, cuando unas u otras emociones se nos fijan, sabemos que podemos enfermar o sanar, indistintamente.
El título Inside Out, en cambio, calaba más hondo y era más coherente con el propio discurso fílmico. Inside Out, entre otros ecos, significa “de adentro hacia afuera”. Léase algo así como desde el adentro, desde las emociones emerge la energía interior que marca nuestro operar, corporal y lógico, en el afuera.
De aquello nos habla el film: del intenso rol de las emociones en nuestro concreto vivir. Y lo hace con una moraleja de una delicadeza sicológica y existencial que alcanza cotas muy altas. Nos muestra como en la deriva vital de todo ser humano, en este caso de una niña que transita hacia los dolores, sueños y frustraciones de la adolescencia, resulta fundamental aceptar la tristeza, emoción y condición ineludible para lograr un equilibrio e incluso la feliz alegría.
La palabra es aceptación. Aceptar la vida y sus emociones en toda su complejidad, en sus luces y sombras, en sus tristezas y alegrías, en sus desagrados y agrados, en su ira y serenidad, un profundo aprendizaje que tras cuánta experiencia apenas logramos asumir.
¿Qué decir de “Lava”? Simplemente que es una fiesta visual y musical. Un corto que nos seduce con una larguísima, geológica, historia de amor entre dos volcanes que deciden amarse tras observar la breve y mayúscula emoción que agita a los animales que moran en su falda.
El relato de “Lava” evoca tantos míticos amores que adoraban y animaban a los pueblos originarios de todo el mundo, romance entre volcanes, coqueteo entre el sol y la luna. “Lava” evoca una suerte de neo panteísmo, un neo religare, entre lo humano naturalizado y lo natural humanizado, un sino existencial tan propio de la nueva mirada ecológica.
¡Que bellezas de films pueden ver los niños de hoy! Una intensa lava emocional que alienta.
La conciencia y mirada que esos sentidos hoy incuban, quizás, abrirá otros caminos para nuestra humanidad.
Con unas amigas con quienes compartíamos estas cavilaciones cinéfilas, con un dejo de agrado e ironía, comparábamos está opción de cultura audiovisual que hoy observan y escuchan nuestros niños y niñas con la abusiva y violenta simbiosis de Tom & Jerry, en blanco y negro o a color, que animaba las televisivas tardes de la gente menuda del ayer.
En ánimo pesimista nos preguntamos si nuestros hijos e hijas alcanzarán a sobrellevar el mundo dañado que las generaciones Tom & Jerry les hemos heredado.Claro que en ánimo optimista también nos alegramos por la sana preparación emocional y ecológica de nuestros niños y niñas para un presente y futuro que viene duro.