A un año y medio de ejecución del “Convenio de colaboración para el desarrollo y fortalecimiento de la industria cinematográfica chilena” (título absurdamente pomposo) firmado entre exhibidores de Multi-sala, distribuidores y productores, vale la pena observar algunas cifras [1] del cine chileno y concluir algunas cosas.
El primer semestre del 2014 se estrenaron 18 películas; a la misma fecha este año, tan solo 7, sin embargo, hemos doblado los espectadores, llegando casi a los 400.000.
2014 y 2015 son años variados en el comportamiento de estrenos y público, lo que permite evidenciar la influencia del rol que ejerce la política pública en nuestro sector.
Por ejemplo, este año, en que sale de escena un actor de la industria (el programa de distribución de CinemaChile estrenado en 2014), la cobertura territorial baja en forma preocupante, casi acercándonos a las vergonzosas asimetrías de centralización que nos caracterizaron hasta el 2013, donde más del 60% de las películas chilenas solo se estrenaban en la capital.
El 2014, si bien fue un buen año en cantidad de estrenos, lo que significa un mayor acceso de los bienes culturales de nuestro sector hacia los espacios de distribución y circulación, no lo fue en términos de resultados. A junio de 2014 las películas promediaron los 11.473 espectadores. El 2015, con menos de la mitad de películas, estamos promediando 56.754.
El año 2014 (primer semestre) el título de mayor comportamiento de espectadores fue “Mamá, ya crecí”, una comedia liviana bajo un modelo de producción comercial cuyo objetivo es entretener y recaudar.
El 2015, a diferencia de varios años pasados, la película con mayor número de espectadores a la fecha,es un drama, “El bosque de Karadima”, una película más compleja, que aborda una temática nacional contemporánea. Éste, sin lugar a dudas, es a mi juicio el mejor fenómeno del cine chileno, demostrando que la conexión con el público no se debe necesariamente a un modelo de producción en la lógica de la industria del entretenimiento, como quieren muchos hacernos creer.
Como segunda conclusión entonces, el formato comercial y liviano no es la única forma de conectar con el público. No solo hay espacio para el modelo Hollywood, sino que hay público para temas que conecten de formas diversas con sus propias realidades.
Este primer semestre sólo hemos llegado a 8,9 % de participación del cine chileno en el mercado nacional (Multi-salas), es decir, de 86 estrenos, solo 7 son chilenos. Una cifra preocupante para la diversidad cultural. Es aquí donde estamos mal.
Me concentraré en algunas conclusiones que a mi juicio son las más importantes:
Es preocupante la cifra de estrenos del primer semestre (7), ya que tenemos 29 títulos pendientes para las 22 semanas que quedan disponibles del año. ¿Qué haremos?
Por otra parte, no necesariamente, a más estrenos, más público. El problema parece ser más complejo.
Respecto de la cuantificación de espectadores, el circuito fuera de las Multi-Salas representa más de 35 pantallas que contemplan en su programación cine chileno, incluso en una mejor proporción que las grandes salas. Hoy el sistema de levantamiento de datos de espectadores no llega a este circuito. En este sentido, el trabajo que hace la Cineteca Nacional con la coordinación de una red de 15 salas a lo largo del país, es fundamental. Será necesario que el CAIA apoye con más fuerza este impulso con tal de poder profesionalizar este circuito. Hecho eso podremos hablar de las cifras reales.
El referente de “El bosque de Karadima” y “El Club” es alentador ya que nos dejan enunciar que es posible conectarse con los públicos desde un cine más complejo, donde lo que ofrece su autor es mirarse al espejo. Culturalmente esto es un avance país.
Es por todo ello, que se vuelve necesario que el Consejo de las Artes y la Industria Audiovisual (CAIA) defina pronto y con mayor claridad una política pública para la exhibición cinematográfica. Es necesario definir los objetivos estratégicos y canalizar sus programas hacia esos objetivos. Esto implica sin dudas dejar de lado la lógica de la concursabilidad para atender políticas públicas de acceso.
El acceso, la descentralización, la promoción de la diversidad cultural, no son asuntos que un convenio entre privados pueda atender. Son asuntos mayores.
[1] Las cifras provienen del informe de “Oferta y Consumo de Cine en Chile” basado en cifras proporcionadas por los exhibidores, de las multisalas CineMundo (61), Cinemark (109), Hoyts (84), CineStar (5), Cineplanet (59), Cine Mall Quilpué (9), Cine Paseo del Valle Quillota (4) y Cine Pavilion (8).