Hace un tiempo se mostró un teaser de la nueva trilogía de La Guerra de las Galaxias que George Lucas dijo que nunca iba a hacer. Hubo comprensible revuelo y alegría por volver a ver imágenes, aunque breves, de la ya clásica iconografía Star Wars. Pero créanme que a mí no se me movió un pelo, y tengo hartos.
Me considero un veterano de guerra, de la Guerra de las Galaxias. He visto todas en pantalla grande y en la época de su estreno tenía unos 5 años cuando mi padre nos llevó a mí y a mi hermana a ver “Una Nueva Esperanza” a un rotativo que creo quedaba en calle Bandera.
De ahí mi vida se definió en base a La Fuerza, el Lado Oscuro y todo lo demás, sobre todo por todo lo mítica que fue esa serie de películas para nosotros; estoy hablando de una época sin internet y ni siquiera videos, donde los recuerdos de una película eran difusos y entraban al plano de la leyenda. A eso hay que sumarle que hubo alrededor de cuatro años de espera entre una película y otra. Cuando terminó “El Imperio Contraataca” salimos angustiados del cine (en esa ocasión fue el Pedro de Valdivia), no solo por la tremenda revelación de Darth Vader a Luke, sino porque todo quedaba en suspenso y había que esperar CUATRO AÑOS para saber en qué terminaba.
“El Regreso del Jedi” cerró magistralmente esa trilogía, yo ya era un adolescente pero observante declarado. Estábamos tan felices por la derrota final del Imperio (que nosotros obviamente comparábamos con la dictadura, así eran los 80) que no vimos ciertas incoherencias del guión que se harían dolorosas más adelante.
Un presagio oscuro fue una producción realizada para la televisión a mediados de los 80 donde los personajes de Star Wars celebraban el “Día de la Vida”. Era un telefilme de corte navideño horrorosamente malo. Tan malo que un par de personajes nuevos que allí aparecieron (el hijo de Chewbacca, entre otros) nunca más volvieron a verse en pantalla. Quizá no supimos ver lo que se venía.
Los problemas se hicieron evidentes cuando se anunció, veinte años después, el relanzamiento de la trilogía pero remasterizada. La idea sonaba genial, efectos mejorados, sonido THX y la cacha de la espá. Fui al estreno intentando demostrar que no era como esos nerds que gritaban ante la aparición de cada personaje de culto. Y allí noté una perturbación en la Fuerza.
O sea, qué diablos era eso que Greedo disparaba primero a medio metro y no le acertaba a Han Solo en la taberna de Mos Esley. Solo era un aventurero audaz, vivo, estaba bien que desenfundara su pistola bajo la mesa y tostara al alien antes de que este pudiera disfrutar de su recompensa.
Qué aportaba que se le viera la cara al monstruo polar que quería comerse a Luke, era mucho más tenebroso si se sugería. Qué diablos fue ese reemplazo de la música étnica original en la escena final de la celebración con los ewoks, por un tema new age edulcorado.
La debacle vino con la trilogía-precuela. Para empezar, a nadie le importaba de dónde venía Darth Vader. Él era más malo que el natre y punto, no interesaba conocer su proceso. Esas tres películas sobraban. Y esta saga se preocupó dolorosamente de justificar, y de manera poco hábil y muy forzada, y mostrarnos el paso de Anakin Skywalker a Darth Vader.
En las buenas películas los hechos son sorprendentes y a la vez inevitables. En la serie I, II y III todo era predecible y, lo peor, injustificado. Y no sólo eso, también contradictorio con el espíritu Jedi.
¿Cómo es eso que Qui Gon Jin no pueda controlar mentalmente a un simple vendedor de cachivaches? ¿Por qué inscribe al niño cautivo Anakin en una carrera para comprar su libertad, en lugar de sacar su espada láser, desmembrar enemigos y solucionar todo por la vía rápida? En varias escenas vemos a Anakin y Obi Wan peleando contra un solo enemigo, ¿es eso caballeroso?
Y qué diablos es eso de los midiclorianos… o sea todo eso que decían Obi Wan y Yoda de creer en ti mismo, valía hongo si tus midiclorianos en la sangre no eran altos. Ser Jedi pasaba a ser un asunto de “raza” o “genética” y no de desarrollo espiritual. En ese minuto recuerdo bien que sentí como todo se iba por el retrete.
También resultó nefasta la obsesión de Lucas de cerrar el círculo de personajes, en que todos estuvieran relacionados. Que Yoda conociera a Chewbacca, que Anakin construyera a C-3PO, dedicar minutos inexplicables a mostrar el origen de Boba Fett… ¡Si estamos en la galaxia, hay miles de millones de seres! Este fue uno de los motivos por los que la nueva trilogía fue un fiasco; las continuas referencias a las películas originales que finalmente entorpecían la trama.
En los dos teaser presentados para las nuevas producciones, hemos contado más de diez referencias a la saga primigenia. I have a bad feeling about this.
En fin, esperamos esta nueva trilogía, ahora para más remate bajo el alero de Disney, llenos de escepticismo y convencidos de que si Lucas encuentra una nueva manera de estropear el espíritu de la trilogía original, la estropeará.
De todas maneras iré con mis hijos a verla al cine, tal como lo hizo mi padre conmigo, y espero de todo corazón que Lucas me tape la boca, pero confieso que estamos en extremo escépticos.