La deformación de la historia hecha por los vencedores, o por los perdedores con poder para mostrar una realidad diferente a la sucedida efectivamente, tiene siempre un objetivo: internalizar en la conciencia que la muerte propia de las guerras es legalmente válida e, independiente de los mecanismos, hay que realizarlas pese a quien le pese. Se complementa de tal modo que las derrotas son expuestas como triunfos debido a la inferioridad numérica, logística o la que sea conveniente para la narración justificadora.
En este sentido, la industria de la imagen ha aportado inmensamente en la creación de las historias falsas. Cabe mencionar como uno sólo de los hechos el uso de los films de cowboy para “explicar” como fue absolutamente necesario el exterminio de los indígenas habitantes de esas tierras debido a su “ignorancia y brutalidad con la gente pacífica”. Así, el genocidio fue ensalzado como el mejor mecanismo para prevenir el terrorismo aborigen, preludio de las invasiones en el Medio Oriente.
La película “Corazones de hierro” intenta confirmar la valentía de los estadounidenses quienes paulatinamente van adquiriendo una confianza tal que, imbricado a su inteligencia y tesón, logran que el sueño americano se haga realidad: sólo con el deseo, trabajo duro y compromiso de lealtad con las normas instituidas se puede lograr el triunfo. Aquí no vale ninguna otra explicación.
La película, entonces, presenta a un grupo de heroicos soldados que se enfrentan a los alemanes nazis pese a ser absolutamente superados en número-no en inteligencia, por supuesto-, aunque poseen lo que sus enemigos carecen: audacia, sagacidad, entereza. Por este mecanismo, los germanos quedan imposibilitados ante la creatividad de sus opositores.
¿A qué se debe esta película ficticia que narra lo que no ocurrió realmente?
Básicamente a que Estados Unidos no ganó la II Guerra Mundial sino que fue el Ejército Soviético, y los grupos patrióticos revolucionarios en los países europeos, quienes hicieron el trabajo duro de enfrentarlos y superarlos. Lo difícil es saber ahora que China es la primera potencia mundial frente al coloso del Norte de América.
Por el contrario, pese a la superioridad en armamento y número de tropas, al igual que en todas las guerras en que han participado, verbi gracia Vietnam, sus derrotas fueron altas debiendo integrar una coalición para sumar espíritus valientes a sus tropas y lograr victorias relativas.
El caso de Japón, donde se conoce la documentación por la cual este país se rendiría si se establecían condiciones dignas, no fue obstáculo para que, conociendo esta situación, se experimentara con el genocidio de Hiroshima y Nagasaki.
Finalmente dos reflexiones. Una, ¿qué pensará el pueblo alemán de la debilidad de Ángela Merkel al aceptar las órdenes de Barak Obama e inclinarse sin rechistar? y dos, sin contar la trama es muy fácil saber el proceso y el desenlace ya que aquí nuevamente la implantación de falsos recuerdos es el objetivo.