Dicen que Aldo es cientista político. Aunque dicen que dijo que “la política no tiene nada de ciencia”.
Dicen que tiene un par de incursiones en el cine, trastornados proyectos que reposan sobre el polvo de un par de tarjetas de memoria.
Dicen que imaginó cuatro novelas: “La Manzana Azul”, que narra la historia de un misterioso lugar llamado Océano, donde se privatizaron hasta las palabras, y un poeta, coleccionador de luciérnagas, debe recuperarlas. También“Igor y Escorpión”, historia donde un tipo sigue al sol mientras arroja semillas de naranjo a la Tierra. También dicen que imaginó “Los Tres Mundos de Santiago” y “La Nave”.
Otras cosas dicen de él.Que ha participado en escuelas de educación popular. Que saca la voz para denunciar la injusticia en varios medios de comunicación. Que trabaja en educación preescolar. Que, en el día, atraviesa las calles montado en su moto, y que, por las noches, atraviesa el tiempo y el espacio para penetrar en el mundo de los sueños.
Por ahí, alguien dijo que tiene un sueño a concretar: cambiarse un poquito a él, para cambiar un poquito al mundo. Pero también tiene un sueño frustrado: haber sido el 10 de Colo-Colo. Dicen que soñó que le daba siete vueltas al mundo, a pie. Y que cree lo que cree Galeano: “que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Aldo, más porfiado que un boomerang, duda de todo lo que dicen.
Solo de algo está seguro: ser papá de una cósmica niñita, que pinta de colores su interior, la maravillosa Eloísa del Alma, que está en todo.