Sorprendente, por decir lo menos, me han parecido las reacciones a raíz de la comparación hecha por el presidente del Colegio de Profesores, entre los métodos represivos que está utilizando el gobierno de Piñera y los que el Estado de Israel viene utilizando en su política de exterminio físico y político del pueblo palestino por los últimos 60 años.
Desde antisemita a racista, al presidente del Colegio de Profesores, le han dicho de todo y mañosamente, los hipócritas de siempre, han buscado sacar partido de una afirmación que puede haber estado de más, pero que en la forma y el fondo, tiene base suficiente para sostenerse por sí misma.
De partida, el jueves por la noche, cualquiera que haya estado en las cercanías de Plaza Italia, puede haber visto como miembros de la policía reprimían de manera brutal y apresaban a civiles inocentes, y especialmente a jóvenes entre los que se encontraban varios menores de edad, sin que mediara provocación, ni disturbio alguno.
Fue una represión preventiva, tal y cual lo hace el ejército de Israel cuando, sin mediar juicio ni nada, ingresa a los territorios ocupados, reprime a quien se les cruza por delante y apresa a civiles inocentes y especialmente a jóvenes y niños, que solo han cometido el delito, insoportable para el sionismo, de ser palestino y resistir la ocupación.
Un delito tan insoportable, como para el gobierno de Chile resulta en estos días, ser estudiante y querer tener una educación gratuita laica y de calidad para todos y todas.
Mientras veía a las fuerzas de orden y seguridad revisar y amedrentar a los pequeños estudiantes, recordaba la revisión a la que los niños palestinos son sometidos a diario por la ocupación militar que les trata como sujetos peligrosos y no como sujetos de protección como en el resto del mundo civilizado.
Los jóvenes detenidos me recordaron a uno de los jóvenes que conocí en el campamento de Aida, en una fiesta organizada para celebrar su retorno a casa, luego de haber pasado cinco años prisionero por haber tirado piedras al ejército de ocupación israelí, el cuarto mejor armado del mundo. Ingresó a la cárcel cuando tenía solamente 13 años.
Los caballos cabalgando entre y sobre la gente que protestaba en forma pacífica frente a sus propias viviendas tocando cacerolas, como en tiempos de dictadura, me recordaron las protestas en Bil’in, en los territorios ocupados y las lacrimógenas dentro de los edificios y las casas, nada tenían que envidiarle a las incursiones del ejército sionista en los territorios palestinos.
Como si fuera poco la casi completa ocupación del centro de Santiago para evitar toda manifestación contraria al gobierno, el impedimento arbitrario de la libertad de movimiento y el control preventivo de identidad, para quienes hayan estado en los territorios ocupados, sin duda, les puede haber resultado tremendamente familiar.
En este contexto y tomando en consideración que en sus declaraciones el presidente del Colegio de Profesores nunca utilizó la palabra “judío” ni “semita”, no me queda más que rechazar por malintencionadas y manipuladoras las innumerables declaraciones que pretendieron asimilar el repudio explícito al sionismo como movimiento político y como ideología racista y su comparación con los métodos usados por el gobierno de Piñera, con el antisemitismo, que como sociedad, todos debemos rechazar profunda y tajantemente.
Por lo mismo, me parece importante e imprescindible recordar que no es el judaísmo, sino el Estado de Israel y su política genocida, la entidad más condenada en el mundo por sus constantes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos del pueblo palestino.
De la misma manera, no fue el judaísmo como religión, sino el sionismo como ideología, la que en 1974 fue declarada por la Asamblea General de Naciones Unidas, como una forma de racismo homólogamente comparable al apartheid sudafricano.
En este contexto, me siento obligado a denunciar y rechazar también, el intento burdo del sionismo criollo por igualar sionismo a judaísmo y aprovecho de recordar al país, que afortunadamente, cada día son más los judíos anti sionistas, esparcidos por la faz de la tierra, que honran la memoria de las víctimas del nazismo y consecuentemente repudian, y al igual que todos los hombres y mujeres de buena voluntad, toda forma de represión y toda política de exterminio, tenga esta como víctimas a judíos, cristianos, musulmanes o ateos, sin importar si esta proviene de alguna dictadura árabe, de alguna democracia europea, de algún país latinoamericano o del estado de Israel.
De hecho resulta vivificante y esperanzador que esta política de limpieza étnica encuentre en el profesor judío Illan Pape, hoy prohibido en Israel, precisamente por haber documentado de manera rigurosa y sumamente objetiva todos los crímenes del sionismo en Palestina, a su mejor enemigo y denunciante.
También resulta alentadora la actitud de muchos como Norman Finkelstein, judío, hijo de víctimas directas del holocausto nazi, que se ha destacado por su lucha implacable contra el sionismo, el estado de Israel y su política de genocidio contra el pueblo palestino.
De la misma manera, resulta imposible olvidar el rechazo de los grupos fundamentalistas judíos, como Naturei Karta, que rechazan a Israel y claman por su desmantelamiento pacífico, porque lo consideran un ídolo falso que ha minado la religión judía y obstruido la paciente y pacífica espera del Mesías, que todo judío piadoso debe observar, en su país de residencia y en estricto apego a la ley del mismo, hasta la reconstrucción pacífica de lo que llaman el Reino de Israel.
Por lo demás, me parece comprensible, en el escenario actual, la profunda preocupación que se ha instalado en nuestra sociedad por el incremento de la represión, las escuchas ilegales, la presencia de infiltrados en las manifestaciones, los montajes que se caen a pedazos y la permanente criminalización de los movimientos sociales, acciones todas que, sin lugar a dudas, encuentran a su responsable político en el ministro del interior.
Lo anterior, permite comparar sus métodos, con otros aparatos internacionalmente reconocidos como especialistas en represión y violación sistemática de los derechos humanos fundamentales, como es el caso del estado de Israel, que está basado en una ideología, nacida en el Primer Congreso Sionista, realizado en Basilea, Suiza, en 1897, varios miles de años después de la salida de Abraham de Uhr y Caldea en dirección a lo que llaman la Tierra Prometida, aunque la realidad chilena y la de los territorios ocupados sean completamente diferentes.
Por último, no puede menos que llamarme la atención y molestarme, la hipocresía y el doble estándar de algunos, que dicen combatir la discriminación y el supuesto antisemitismo de Gajardo, mientras con su historia de apoyo a golpes de estado, dictaduras y ocupaciones extranjeras y su accionar actual en el parlamento y en el congreso, no hacen más que legitimar la discriminación contra nuestros pueblos originarios, contra las minorías sexuales, contra los discapacitados y contra todo aquel que se manifiesta contrario a su visión de sociedad.
Esta manifiesta hipocresía y el doble estándar evidente, me mueve a preguntar si su real interés al atacar a Gajardo, es debilitar al movimiento o simplemente, blindar a Israel, generando un manto de impunidad, como el que tan bien conocemos en nuestro país, sobre los crímenes de lesa humanidad que dicho Estado practica a diario contra la población civil en Palestina, tratando de presentar cualquier atisbo de crítica a Israel, como una extensión del nazismo: nada más burdo y lejano a la realidad.