Puerta del Sol. Madrid. España. Domingo 15 de mayo. Muy de madrugada comienzan a llegar pequeños grupos que conforme avanzan las horas se convierten en mareas humanas de españoles genuinamente indignados con su realidad y sistema político. Se materializó así una de las convocatorias masivas más inéditas de la reciente historia política de España.
Bajo consignas disímiles pero unidas por un mismo propósito (¡indígnate!, ellos no quieren que pensemos, movilízate, etc.) miles de ciudadanos de todas las edades pero principalmente jóvenes y muy jóvenes se volcaron a las calles que convergen hacia la Puerta del sol y ya, al mediodía, eran muchos miles.
Días previos comenzó a circular un Manifiesto a través de las redes virtuales cuya frase inicial, sin mayor preámbulo ni retórica dice lo siguiente: “Somos personas normales y corrientes. Somos como tú: gente que se levanta por las mañanas para estudiar, para trabajar o para buscar trabajo, gente que tiene familia y amigos. Gente que trabaja duro todos los días para vivir y dar un futuro mejor a los que nos rodean. (..) Todos estamos preocupados e indignados por el panorama político, económico y social que vemos a nuestro alrededor… Por la corrupción de los políticos, empresarios, banqueros…
Por la indefensión del ciudadano de a pie. Esta situación nos hace daño a todos diariamente. Pero si todos nos unimos, podemos cambiarla. Es hora de ponerse en movimiento, hora de construir entre todos una sociedad mejor”.
¿Qué razones surgieron para que miles de españoles salieran a las calles para manifestarse en contra del sistema político y de sus detentadores? La franja es muy amplia: cubre a ciudadanos de todas las corrientes. Por cierto, los políticos de profesión explican el fenómeno atribuyéndole a la crisis económica, la falta de empleo, los recortes sociales y a otros factores la razón principal del descontento.
El Gobierno socialista recibió el mayor impacto de este fenómeno con la aplastante derrota del 22 de mayo en la elección municipal después de ocho desgastantes años en el poder. Y el descontento popular redituó, paradojalmente, para la derecha española. Esto implica que el sistema democrático español que nació en la transición tampoco funciona adecuadamente limitando severamente la representación proporcional de las tendencias.
El movimiento también se ha levantado en contra de oligarquías partidistas muy arraigadas. En suma: un conjunto de problemas que se relacionan con la forma cómo se construye la sociedad española.
Mirando a través de internet, imágenes de las movilizaciones masivas de este movimiento, encontré una foto de un grupo de manifestantes frente a un gran murallón improvisado que servía de pizarra para que cada cual pusiese libremente sus mensajes.
Lo notable de la imagen es que cuelga un lienzo, hecho en papel, con la frase: “Si no nos dejan soñar, no os dejaremos dormir”.
Un claro mensaje a la clase política y dueños de distintos poderes en España.
Cuando vi esta imagen recordé mis tiempos de universitario en la década de los 70, en Valparaíso, y las manifestaciones de ese histórico movimiento de Mayo en la Europa de 1968, el que despertó nuestras conciencias y pasiones por una sociedad más justa. También recuerdo una imagen que siempre llevo grabada. La de un letrero sencillo que decía: “Seamos realistas .Pidamos lo imposible”. Esa frase marcó para siempre mi derrotero social, cultural y político. Hoy, aparece esta otra idea formidable: déjennos soñar o no los dejaremos dormir. Y es una frase muy decidora.
¿Se han quedado dormidos en sus laureles nuestros políticos? Si. Efectivamente. La política de hoy es más nostalgia y ensueño que pasión y compromiso. ¿Duermen tranquilos? Si.
Efectivamente, porque el poder, cuando no tienen contrapesos ciudadanos e institucionales, permite la somnolencia. ¿Cuánto tiempo ha dominado entre nosotros el perverso dogma político de “el que tiene, mantiene” y esto ha significado que políticos, a veces, sin mucho más peso que el capital pasado de ciertos heroísmos o fugaces aciertos, simplemente se mantienen ahora en sus cargos porque simplemente lo tienen. El poder no deja soñar.
Entonces es justo o parece muy justo que, cada cierto tiempo, los ciudadanos de a pié, aquellos que el Manifiesto del movimiento “Democracia Real, ya”, identifica como “normales y corrientes” salga a las calles del mundo, a expresar su indignación, molestia o incomodidad.
En Chile, con motivo de la centrales de Hidroaysén (son cinco), miles de chilenos coparon calles y plazas en todo el país. Cuarenta mil en Santiago, otros miles en regiones. ¿Serían medio millón en diversas manifestaciones en todo Chile?
La cantidad es un dato a tener en cuenta. Pero lo cierto es que estos miles de compatriotas, que simplemente salieron a las calles, convocados por las redes virtuales y algunas ONG (ningún partido político estuvo a la cabeza de estos movimientos) se han expresado no sólo en contra de dichos proyectos energéticos: hay algo más que está asomando.
No es totalmente previsible, pero es evidente que los chilenos y chilenas, y especialmente los jóvenes están reclamando con total justicia su derecho a soñar.
Así que: políticos y partidos políticos, despierten a tiempo.