En un otoño salvaje, muere el poeta salvaje Gonzalo Rojas, el poeta del eros y el tánatos, el poeta terrible de la tierra y lo sagrado.
Muere el poeta de la mujer también salvaje, de los ríos, el carbón, y los zumbidos de la vida y de la muerte.
Muere el poeta de la sangre y el relámpago, cuando su voz reclama…
“Tierra para tu sangre. Mar y nieve/para tu entendimiento, y poesía/para tu lengua”…
Pero en el otoño frío de la muerte, muerte fría de otoño, muere también Ernesto Sábato, el escritor que buscó en la vida de la escritura, la verdad de lo absoluto.
El escritor que después de la filosofía, la ciencia y “EL túnel”, escribió “La Resistencia” contra la “ferocidad y la violencia”, que enloquecen ciudades y personas.
El escritor combatiente, porque resistir significa luchar, de la resistencia contra la deshumanización y la “orfandad del hombre” al perder los“valores compartidos y sagrados”.
Sólo nostalgia, nostalgia de lo infinito.
Y así, en este otoño de muerte y de la vida, bajo los árboles amarillos y rojos otoñales, y con una luz también fría y otoñal, nos tomaremos un café a su nombre, para dialogar sobre la dignidad de la personas, la libertad y también de la muerte de Osama Bin Laden.
Y así conversaremos del horror, del horror de la muerte que vence a la vida, y de la paz (y el horror) de la vida, que vencen a la muerte.