El ingreso ilegal a territorio chileno de una patrulla militar boliviana que terminó siendo condecorada por el Presidente Morales mientras las fuerzas de Carabineros, que actuando en plena ejercicio de su deber de custodiar la frontera, habían sido felicitadas por el Subsecretario del Interior de Chile demuestran – mas allá de los acontecimientos y sus interpretaciones- un hecho al que ambos países deberíamos poner atajo. Las confianzas a nivel gobiernos se ha deteriorado en forma importante.
Analistas o autoridades de uno u otro país culpan a la contraparte de ser causante del deterioro resaltado.
El objetivo de estas líneas es abogar por la urgente necesidad de recomponer las confianzas para Bolivia y para Chile.
Lo requiere el Presidente Morales y el Presidente Piñera, nos haría bien a los pueblos de una y otra Nación.
No caeré a la tentación de emitir juicio acerca de quien sería el culpable de uno u otro hecho de los muchos desencuentros que hace meses marcan la agenda.
Otros deben hacerlo y es urgente asumir la tarea. Es un deber de los actores que tienen la alta responsabilidad de asegurar vínculos armónicos, constructivos, pacíficos entre Estados que por ser vecinos están llamados a construir futuro y no vivir anclados a un pasado que nos separa e impide integrarnos.
Resulta innecesario enumerar los hechos que prueban que las confianzas se han deteriorado gradual y gravemente en los últimos meses. Estimo más constructivo plantear algunas opciones para revertir una situación que de escalar nos llevará a escenarios no deseados para ellos ni para nosotros.
Es urgente reestablecer el diálogo interrumpido. Hacerlo implica evitar culparse mutuamente quien lo cortó. Hoy mismo el Canciller boliviano afirmaba que Chile era el responsable y en Chile pensamos que la abrupta suspensión de las conversaciones fue provocado por el cambio de estrategia del país altiplánico en como continuar buscando solución a su aspiración de acceso al Océano Pacífico.
Volver a conversar debe ir de lo más urgente a lo más complejo.
Podría pensarse que de nuestra parte es una forma de evadir aquello que no queremos abordar, es decir entregar una propuesta concreta a la aspiración boliviana. Francamente no se trata de eso. Soy de los que estiman que ese día debe llegar sin pretender los chilenos eludirlo y sin pretender los bolivianos exigirnos una fórmula predeterminada en tiempo y detalles. Cualquier propuesta de solución parte de una voluntad que no es exigible pero si deseable, la cual tiene un solo camino, un acuerdo entre Estados soberanos sin intervención de terceros.
En cambio hay un tema que unos y otros deberíamos abordar con urgencia. Allí encontramos espacios para conversar, también lograríamos soluciones concretas a problemas reales y nos permitiría transitar hacia la recomposición de confianzas con el posterior reestablecimiento del diálogo en temas más complejos.
Los más altos niveles políticos, de seguridad, policiales, de aduana y otros servicios requieren establecer protocolos, procedimientos y formas de actuar para que juntos bolivianos y chilenos combatamos el narcotráfico y el tránsito de mercancías y objetos robados donde los automóviles no son lo único. Puede parecer poco ambicioso y secundario. Por el contrario es gravísimo y urgente si revisamos hechos recientes.
Colombia bajó desde un 93% a un 50% su producción de cocaína que desde allí satisfacía la demanda.
Como el mundo civilizado sigue comprando a millonario precio el producto, ahora es Bolivia y Perú quienes proveen a consumidores en México, Europa o EE UU de América.
El tránsito de objetos robados especialmente automóviles provenientes del norte de nuestro país es asunto diario y son miles los que posteriormente se legalizan en Bolivia. La frontera es abierta y los pasos de Chungara, Visviri y Chacalluta suman un total del 80% de los decomisos de droga quedando sin respuesta la cantidad que logra eludir los controles. Hace unos días el ex General boliviano René Sanabria declaraba ante tribunales norte americanos su culpabilidad como cabeza del narcotráfico con envíos vía Arica.
Sintetizo y vuelvo sobre lo fundamental. A Bolivia y a Chile, a sus gobiernos y a sus pueblos se nos hace urgente recomponer las confianzas. Hay muchas fórmulas para volver a vernos la cara, escucharnos y alcanzar acuerdos. De la amplia batería de opciones hay una que es urgente y necesaria. De no abordarse nos pondrá a ellos y a nosotros en los mapas de la producción, el consumo y el tránsito de droga que muy luego conduce al narco terrorismo, la criminalidad y la muerte.
Podrá aparecer muy poco vistosa mi propuesta comparada con el deslumbrante plan propuesto por el recientemente electo Presidente Ollanta Humala cuando en Bolivia llamaba a ser un solo pueblo, una Nación y se supone un Estado. Una tarea que será de ellos y donde a no dudar deben haber al interior de Bolivia muchas opiniones al respecto.
En esta y otras materias los chilenos debemos ser cautos y no interferir pero tampoco aceptar la interferencia de Torre Tagle o Palacio Quemado en nuestras relaciones recíprocas.
La relación bilateral es vital. Se debe evitar caer al juego que a veces se nos trata hacer jugar.
Muchos han pretendido que estemos con unos y no con los otros o privilegiar los vecinos del Norte en desmedro de los del Noreste o viciversa. Son relaciones igualmente importantes, tienen agendas propias y no se miden ni por la cantidad de bienes tranzados o lo vistosa de la aspiración boliviana. Chile debe ser tan cercano a Bolivia como al Perú construyendo con ambos una relación del siglo XXI.
Requerimos y ellos requieren cuidar las confianzas.
Por todo lo antes expuesto mi poco ambiciosa pero muy pragmática propuesta es sentarnos a concordar en serio y profesionalmente una frontal lucha que nos una en el combate a la droga, al robo y a la impunidad en delitos que involucran a bolivianos y chilenos.
Hacerlo nos evitará muchos males que no tendremos tiempo de lamentar si llegan a escalar.
Sería una efectiva fórmula para volver a conversar, generar consensos, acordar acciones conjuntas y recomponer las confianzas dañadas.