Estos años de brutal crisis económica que vive España han traído como una más de sus consecuencias un deterioro sin precedentes de la imagen del Presidente del Gobierno y, así, Rodriguez Zapatero llegó a tal punto de impopularidad que se ha visto forzado a anunciar que él no será el candidato socialista (PSOE) para las elecciones generales de 2012 abriendo el denominado “ melón sucesorio” del cual se habrán de obtener muchas claves para la próxima legislatura y sobre las que ya se debería estar actuando.
En los últimos años el Partido Popular (PP) ha centrado sus esfuerzos, exclusivamente, en atacar a Zapatero, sus decisiones y sus dichos (sean propios o impuestos por los organismos financieros internacionales); esta irresponsable forma de hacer oposición les ha generado importantes réditos – al menos en el plano de las encuestas – y permitió desgastar a Zapatero hasta niveles nunca antes visto; sin embargo, el gran error del PP fue no haber articulado una política real de oposición y, ahora, ante la futura ausencia de su “bestia negra” se ven con unas encuestas que ponen en serias dudas su capacidad para ganar las próximas elecciones generales.
Entre mayo y marzo próximos España estará marcada por diversas elecciones: autonómicas (regionales) y municipales, culminando con las generales de marzo; en términos de análisis y realidad política, es difícil extrapolar los resultados autonómicos y municipales al plano nacional pero, es evidente, la “factura política” le será pasada a los socialistas (PSOE) en las elecciones regionales y si los populares no saben leer las encuestas ni los resultados de los sufragios locales seguramente en las generales tendrán un serio problema.
La sucesión de Zapatero será abordada en unas primarias en las cuales los candidatos serán los actuales ministros Alfredo Pérez Rubalcaba y Carmen Chacón; según los sondeos más serios, ambos superarían en intención de voto al líder del PP Mariano Rajoy y, juntos, en un “ticket” electoral le arrasarían.
Antes del anuncio de Zapatero, sobre su retirada, el PP aventajaba al PSOE en más de 16 puntos, luego de la proclama en sólo 3 y si tenemos en consideración la valoración de los posibles candidatos la única conclusión posible es que nada está aún decidido.
Ahora bien, nada de esto tendría una gran importancia en Chile – solo entraría en lo anecdótico o de cultural general – si no fuese por cómo se están manejando las relaciones diplomáticas de nuestro país con España y, así, la gran duda que surge es, si estos cálculos son correctos, ¿cómo es que la política diplomática chilena en España se ha articulado unipartidistamente, centrando todos sus esfuerzos en las relaciones con el PP cuando aquí gobierna el PSOE y puede que siga haciéndolo?
Chile, desde la restauración democrática, ha tenido grandes embajadores en España, de diversos colores políticos, sensibilidades, talantes y ritmos, pero que siempre han sabido cuál era su función: personificar los intereses de nuestro país, hacer embajada y dejar de lado sectarismos impropios de quienes tiene la máxima representación nacional fuera de nuestras fronteras; ahora estamos en una etapa en que las cosas distan de ser eso y, al final, el precio lo paga el país no el embajador, una lástima.