Lamentablemente no se puede, pero aunque se pudiera tampoco solucionaría nada y por el contrario lo más seguro es que complicaría aun más los actuales problemas.
Si se pudiera definir en una frase lo que nos pasa: Una brutal divergencia entre lo que la ciudadanía está pidiendo para Chile y lo que los responsables políticos están haciendo u ofreciendo.
En el Gobierno, la Ministra Vocera habla de un fuerte llamado de atención a toda la clase política (correcto), por lo tanto el acuerdo de Educación es una gran oportunidad para acercarse a la gente (incorrecto).
En la Oposición, se señala que este gobierno tiene menos aprobación que el gobierno militar (correcto) pero la discusión más importante del conglomerado es a cuantas listas se debe ir en las próximas municipales (incorrecto).
El piloto automático, más de lo mismo, ya cumplió su jornada útil, la gente votó por una coalición distinta a la que nos gobernó 20 años porque deseaba no sólo caras renovadas sino que políticas distintas a las conocidas, esto parece obvio salvo para los que ganaron que en los primeros quince meses de gobierno no han propuesto una sola idea nueva y peor aún han enredado sus propias promesas.
La defensa a ultranza del modelo vigente sólo produce mayor distanciamiento entre los dirigentes y los dirigidos, mal o bien las propuestas que aparecen llevan el cambio incorporado.
A la nueva educación solicitada no se le puede oponer más recursos, más becas y algunas décimas menos de tasa de interés para los créditos, eso es lisa y llanamente no entender lo que sucede.
A la nueva política energética no basta salirle al paso asegurando que se hará cumplir estrictamente la ley en la aprobación de los proyectos y en la condiciones de respeto al medio ambiente, ya no más de lo mismo, se quiere una nueva mirada.
El caso de La Polar es algo más que un “accidente” o un hecho criminal aislado, hay que reconocer ahí un problema sistémico, una falla de mercado profunda, que tiene que ver con condiciones leoninas para quienes se endeudan y beneficios desmedidos para los dueños del capital.
La forma de trabajar del retail ha tocado fondo, la venta de productos no puede transformarse en una pantalla del verdadero negocio: el crédito a las personas, sin regulación.
Seamos claros el famoso SERNAC Financiero nada aporta en esta línea, es un proyecto para el estado anterior de las cosas, pero no para la actual exigencia ciudadana, ¿lo tendrán claro los parlamentarios? En esta línea tampoco resisten más las tasas cobradas por los seguros obligatorios en los créditos hipotecarios de la banca.
En definitiva lo que sobran son los excesos, la pésima educación y el lucro exacerbado, curiosamente la ciudadanía exige a sus dirigentes mayor mesura. Sí, mayor mesura manifestada en el fin de las diferencias odiosas.
Si no fuera éste un gobierno tan ideológicamente sistémico, sus autoridades lo verían como una enorme oportunidad de efectivamente cambiar los destinos del país, abriendo horizontes de progreso y bienestar para todos sus ciudadanos.
Este es el viejo ideal republicano y progresista que aparece en nuestro país cada cierta cantidad de años, la última vez fue por allá por finales de los ochenta, en el siglo pasado, ahora corresponde darle una nueva vuelta a la tuerca.
¡Que ganas de ser Gobierno!