Las empresas viven estudiando las condiciones socio económicas de las personas a quienes, en su jerga, llaman certeramente “consumidores”.
Las segmentan según sus ingresos económicos y, saben exactamente como los distribuyen y cuales son sus gustos.
Sin embargo, las movilizaciones muestran la desconfianza ciudadana en las autoridades y en el modelo político, económico y social. Los empresarios saben que el orden social y los resultados económicos necesitan “la confianza ciudadana” y que ésta ha disminuido; eso muestran las encuestas.
Según la U, del Desarrollo, el Índice de Percepción del Consumidor (IPeCo) disminuyó 17,1 puntos en mayo. La U. de Chile informó que el Índice General Bruto de Confianza disminuyó en 9,9 puntos el primer trimestre de este año.
Encuestas sobre el sector bancario, indican que la desconfianza de las personas en el sistema financiero aumenta. La gente desconfía más, en los bancos “que dominan el mercado crediticio”: Banco Santander Chile 23%, Banco Falabella 12%, Banco Ripley 12%, y Banco Estado 12%.
La concentración económica, los monopolios, la falta de fiscalización, generan muchos abusos que afectan a las personas. Así se ve,
a) colusión de tarifas de empresas de buses. El fin de semana pasado el Sernac constató que el 53% de las empresas de buses aumentaron los pasajes,
b) La Polar en un acto delictual estafó a 400.000 personas,
c) las AFPs mantienen costos abusivos a los afiliados y las autoridades no hacen nada, o arriesgan los fondos de pensiones en empresas que estafan a sus clientes como en La Polar, donde tres AFPs con la plata de sus afiliados adquirieron el 24% de esa tienda, con ello, nombraron tres directores y, por ende, también participaron en la estafa,
d) el caso Kodama, donde el subdirector jurídico del Serviu traspasaba información reservada a Kodama, e) o, un ministro de Educación que reconoce que lucró con la educación, algo que está prohibido por ley.
Como ratificando el descaro que recorre el mercado, Pablo Alcalde, ex director y ex gerente general de La Polar decía antes del escándalo, que el secreto para desarrollar esa multitienda era la confianza: “La confianza es lo más difícil de lograr en la vida”, le dijo a los estudiantes de la Adolfo Ibáñez, mientras sus subalternos, -hoy lo sabemos- defraudaban a cientos de miles de modestos consumidores.
Ahora, hemos sabido que en este caso, no existió fiscalización ni coordinación del gobierno y/o sus instituciones y, que ha faltado rapidez para reaccionar.
¿Por qué los auditores y los clasificadores de riesgos siguen funcionando?
¿Por qué nadie controla los seguros ilegales que cobra el retail?
¿Cuánto perdió el Fisco con La Polar?
¿Cuánto perdieron los trabajadores cuyos fondos previsionales estaban invertidos en La Polar y que ahora jubilarán?
Reconózcase o no, este gobierno, del mismo sector que domina la economía, no sabe dialogar para resolver los conflictos, esta falencia política agudiza la crisis. Amenazar y tratar de imponer sus criterios no soluciona los conflictos políticos-sociales.
Sin embargo, lo que subyace tras la crisis, es el fracaso de un modelo consumista de libre mercado basado en la especulación financiera.
Es lo que afecta a varios países. Todo lo cual se complemente con la carencia de leyes que sancionen esta dañina cultura financiero-especulativa, que es opuesta a la verdadera cultura empresarial orientada a generar trabajo y desarrollo, con pleno respeto a las leyes, personas e instituciones.
Mientras se tolere colusión, abusos y especulación, mientras exista un Estado debilitado para fiscalizar, mientras existan leyes permisivas, mientras no se hagan las reformas estructurales político-económica-sociales que generen condiciones de equidad y justicia social,….la sociedad seguirá desamparada, desconfiando y protestando.