En los últimos meses la DC ha dado un espectáculo, aunque no precisamente edificante. A través de declaraciones, páginas editoriales, cartas al director, declaraciones radiales e intervenciones varias, se ha ido mostrando un conjunto de diferencias que van desde temas de orden de ética interna hasta la política de alianzas.
Las opiniones son en general, respetuosas, pero muchas de ellas parecen olvidar que la comunidad partidaria, exige la colaboración elemental en el trabajo político y que ello se hace eficiente en la medida que se respetan los acuerdos y las instancias para cambiarlos. Las juntas nacionales de antes duraban dos días, a lo menos, y hablaban cientos de destacados líderes locales y nacionales. Esa es la asamblea natural donde debemos escucharnos.
La DC celebró un Congreso Ideológico y Programático que culminó el año 2007 y que no fue respetado por todos de buena fe y que, además, fue leído muchas veces en forma interesada.Dicho congreso, que rige los pasos del partido hasta hoy, fue un trabajo inédito, donde a lo menos participaron 5.000 personas en su proceso y unas 800 el día de la deliberación y aprobación final de sus conclusiones.
Los acuerdos allí establecidos fueron la base del programa del actual gobierno, especialmente en educación, reforma política y constitucional, fin de sistema binominal, reforma tributaria y reforma laboral, entre otras muchas materias. Esa nutriente es la base del programa del actual gobierno, más allá de buenas o malas interpretaciones sobre sus puntos de detalle.
En el curso de este gobierno no se ha puesto en ejecución ninguna idea extrema que provenga, por ejemplo, del partido comunista, que ha propuesto nacionalizar recursos naturales, cosa que ni ahora sostiene en relación a las pesquerías.
Por lo tanto, constituye un exceso interesado sostener que dicho partido ejerce una influencia determinante en la conducción del gobierno, ya que ni siquiera tiene un miembro en el Comité Político. Llama la atención que dicho partido responda las críticas con injurias completamente destempladas y fuera de lugar, que expresadas al boleo afectan a toda la comunidad del partido.
La DC sólo debe apegarse a su doctrina, y debe aclarar en su próxima junta nacional, que el programa reformista es en su mayoría una buena expresión de los acuerdos de su último congreso.
Si eso hace en materias educativas, aborto terapéutico y en lo laboral, coloca en la balanza los intereses generales del mundo del trabajo y de la comunidad nacional, tan bien expresados en su congreso, y así podremos verla caminar tranquila, sin necesidad de hacerse eco de grupos interesados que han vaticinado y han actuado, desde la derecha y la izquierda para su extinción.No somos ni seremos un botín político para derechas ni izquierdas.
Una derecha entusiasmada en extremo con las ideas neoliberales y un socialismo liberal, hacen necesaria más que nunca, la expresión moderadora de un partido, que si bien se ha empequeñecido por generosidad excesiva y falsas modas, necesita dar expresión a un mundo cristiano, humanista y sereno que es en la práctica el que define los grandes momentos eleccionarios.
Hay que cuidar a la DC, especialmente sus militantes.