Con mucha alegría recibimos la noticia de que las artes escénicas fueron aprobadas en la Cámara de diputados como una asignatura obligatoria del currículum escolar, haciendo un guiño a la recuperación de las humanidades, aptitudes y las mal llamadas “habilidades blandas” en la formación que cada chileno y chilena recibe, y que en los últimos años han perdido terreno frente a los contenidos casi hipertróficos como matemáticas, más ligados a la pruebas de medición (SIMCE) o de selección (PSU).
Con la formación en artes escénicas, Chile se abre a la posibilidad de que sus futuros ciudadanos tengan, entre otras cualidades, conciencia de su lenguaje no verbal (el cuerpo y los gestos) y para-verbal (uso de la voz, intención, inflexiones, etc), facilitando el desarrollo de estas mencionadas habilidades blandas, tan requeridas en el mercado laboral actual y que son reportadas por los empleadores como de alto valor a la hora de seleccionar a un trabajador: la justicia social gana mucho.
Nos subimos al carro entonces y ¿por qué no aprovechar el ejemplo y hacer lo mismo con salud?
¿Por qué no formar a todos nuestros escolares en competencias y conocimientos de salud?
Reflexionemos respecto de potenciales beneficios.
1) Enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión son prevenibles en la mayoría de los casos, pero lamentablemente no son curables. Así, una persona que comprenda desde su más temprana infancia la importancia de la alimentación y el ejercicio en su futuro, podría evitar llegar a desarrollar estos males, que en conjunto, afectan al menos 1 de cada 5 chilenos (y va en aumento). También el país completo ahorraría mucho en el tratamiento de pacientes crónicos y en las hospitalizaciones que sus complicaciones implican (infartos cardiacos, ceguera, amputaciones, derrames cerebrales y necesidad de diálisis como ejemplos).
2) Una persona informada en salud y empoderada de la misma, podría comprender el cuándo, cómo y dónde acudir ante una enfermedad, evitando así situaciones como ir al servicio de urgencias por un resfrío común, para el que no se necesita manejo médico y le será indicado beber abundante líquido y alimentos ricos en Vitamina C.Esta situación, que multiplicada en muchas personas explica en buena parte las eternas esperas de todos quienes acuden al servicio, implica atender tardíamente también a otras personas con una enfermedad de mayor gravedad.
3) Un escolar empoderado de su salud, puede ser un agente trascendental para la salud de su propia familia. Preguntará a su madre por qué se comen vienesas (que inducen desarrollo de cáncer gastrointestinal) y no brocoli (que ayuda a prevenir el cáncer gástrico) durante el almuerzo. Le recordará a su padre la importancia de comer sin sal por su hipertensión y ayudará a su abuela a googlear formas de combatir su diabetes.
Estos son pequeños ejemplos del potencial impacto, que llevado a números, podrían ayudar en la salud de los casi dos millones de diabéticos, las 5 horas de espera promedio en un servicio de urgencia y el billonario gasto en salud que cada año se realiza en estos problemas y que podría ser redireccionado a otras enfermedades que hoy deben y muchas veces no pueden, costear las personas individualmente.
Por eso y muchas cosas más, Salud y Bienestar, ¡obligatorio al escolar!