Al cumplirse 6 años de existencia del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos podemos destacar diversos logros. La colección del museo se compone de más de doscientos mil documentos y objetos, entre los que se encuentra importante material fílmico y fotográfico, proveniente tanto de instituciones chilenas y extranjeras como de personas naturales. Más de 2 millones de personas lo han visitado presencialmente y se han contactado con el museo por redes sociales;siendo uno de los museos con más visitantes en el país y con una fuerte penetración en los jóvenes, el 80% de su audiencia es menor de 30 años.
La programación cultural del museo se nutre de destacadas exposiciones de artes visuales y ciclos de artes escénicas, sumado a una importante línea de publicaciones compuesta por varias colecciones que abordan temas de investigación, memoria, arte y derechos humanos.
Exposiciones en regiones y en el extranjero son parte del quehacer del museo conjuntamente con su participación en redes nacionales e internacionales de archivos y sitios de conciencia. Todo ello, se ha logrado sobre la base de un trabajo intenso de un equipo de profesionales y técnicos comprometidos con el proyecto. No obstante, estos éxitos imponen la necesidad de asumir nuevos desafíos a la institución, los que ya no tienen tanto que ver con su proceso de instalación y conquista de audiencias, sino con su consolidación.
Naturalmente, se trata de una transición en que los principales desafíos serán fortalecer su proyecto educativo, reforzar su carácter de Archivo con la más completa, atingente y accesible colección sobre las violaciones a los derechos humanos en el período 1973-1990, promover la investigación y el debate en torno a los temas de memoria y derechos humanos y proyectar su influencia nacional y regional.
Lo anterior no quiere decir que deba descuidarse las exposiciones temporales e itinerantes, o las tareas de extensión y la invitación a artistas visuales a exponer y trabajar en torno a los temas del museo, ya que con ello el museo permite problematizar y actualizar con diferentes miradas y lenguajes el discurso del guión curatorial, expresado en la exposición permanente, así como presentar aproximaciones a temas que no están necesariamente incluidos en ella, o lo están de manera sólo referencial.
Será también un desafío del próximo período relacionar más explícitamente los temas de la memoria de las violaciones a los derechos humanos en dictadura con los problemas actuales de la sociedad chilena. El ejercicio de recordar e interpretar esta experiencia dolorosa tiene sentido para que ésta no sea nunca aceptable, para no naturalizar la violencia, para seguir sorprendiéndonos frente a la crueldad.
Por eso no olvidar no es sólo un compromiso con los que cayeron ayer, es sobre todo un compromiso con quienes sufren hoy, con quienes son discriminados, con quienes buscan un nuevo destino entre nosotros, con quienes reclaman respeto a su identidad, con las mujeres y niños víctimas de la violencia y la explotación sexual.
No olvidar es estar atento frente a la brutalidad y ante cualquier atentado a la dignidad humana.