Sin importar el lugar donde trabajemos, sin importar el rango o calificación, ni la edad o el género, los chilenos pasamos alrededor de 45 horas semanales desempeñándonos en nuestro oficio o profesión. Son 9 horas diarias, más lo que nos demoremos en ir y volver del trabajo.
Según diversos estudios, en promedio los trabajadores deben ocupar más de dos horas al día, de lunes a viernes, para trasladarse de la casa al trabajo y viceversa (INE). Es decir, sumando, entre el trayecto y el trabajo, destinamos a asuntos laborales unas 55 horas a la semana.
Luego, nuestra calidad de vida está significativamente afectada por las particularidades tangibles e intangibles que ocurren en nuestro trabajo. Es cierto que muchas de estas características o variables no dependen tanto de nosotros (clima laboral, sueldos, sistema de transporte, buenas/malas prácticas laborales, factores medioambientales como el ruido y el hacinamiento, carga de trabajo, etcétera), pero sin duda son componentes coadyuvantes para disfrutar (o no) de una buena vida.
Lo bueno es que hay cosas que, tanto trabajadores como empleadores, sí pueden hacer, especialmente cuando se trata de evitar ser condicionados por el estrés laboral. Y claro, no todos los problemas de estrés u otros de salud mental tienen su origen en el trabajo.
Varios se arrastran desde la vida personal, familiar y luego se traslucen en éste. Pero si queremos afrontar el problema seriamente, lo primero es ocuparse del mundo del trabajo, donde existe mayor simetría y las estructuras no son tan disímiles. Todo indica que es la manera más eficiente de mejorar los índices de calidad de vida.
Las estadísticas no mienten: los accidentes del trayecto al trabajo, ocurren mayoritariamente cuando el peatón va hacia su trabajo, pero mucho menos al volver, cuando las presiones del tiempo se han esfumado.
El año pasado hubo más de 47 mil accidentes de este tipo, equivalentes al 20% del total de accidentes laborales. El 2015, hay un aumento de este tipo de accidentes. Los estudios que han tratado el tema son escasos, casi inexistentes. Quizás el primero de este tipo fue el realizado por Guernica Consultores (2014), quienes, entre otros resultados, concluyeron que se ocasionaban por caídas y golpes, generados por el mal estado de las veredas o al subir o bajar de un bus.
Sin embargo, los trabajadores deben necesariamente tomar todas las medidas de resguardo de su propia vida, como no ir distraídos con dispositivos que reduzcan la capacidad auditiva y visual (celulares, por ejemplo). Si así fuere, intuitivamente, este tipo de accidentes debieran bajar. Pero también los empleadores pueden generar consciencia de este tipo de accidentes, aunque no afecten su tasa. Hay deberes que tienen que cumplir los empresarios, pero hay uno que es fundamental, y es el cuidado de nuestra propia integridad, física y moral.
Siguiendo la línea del resguardo de la propia vida, ya existen axiomas de amplio conocimiento, como la alimentación sana y variada, el ejercitarse físicamente, el dormir adecuadamente, no tomar alcohol en exceso, el no auto-medicarse y tomar todas las medidas preventivas para evitar verse afectados por los riesgos laborales y psicosociales que muchas veces no se ven, pero que seguro están presentes.
Situaciones que a primera vista pasan inadvertidas, como las malas posturas al sentarse o la creciente obesidad de los chilenos, carcomen también su calidad de vida, ya que generan cansancio, somnolencia, fatiga y enfermedades crónicas, todos factores que reducen la productividad de los trabajadores. Y al bajar la productividad, aumenta el estrés, y al aumentar el estrés, baja la calidad de vida.
Lograr alcanzar buenos índices de calidad de vida es fundamental, sobre todo si queremos tener una vida medianamente feliz. Hemos repasado algunas ideas que sirven de soporte para mejorarla.
Estos temas son muy actuales, y sería apropiado que sean los elementos claves de la Política de salud y seguridad en el trabajo que tendrá que aprobar el Consejo de Ministros y la Presidenta Bachelet.