En medio de un complejo escenario económico, que afecta principalmente a nuestra industria extractiva, se dio a conocer que la productividad concluyó este semestre con la peor racha de decrecimiento en los últimos 8 años. Una problemática que deteriora nuestro sistema productivo y que nos aleja del sueño de ser competitivos con los países OCDE.
Es cierto que algunas medidas se han tomado para revertir esta situación, tanto así que la Presidenta se comprometió a hacer de 2016 el año de la productividad. Con todo, parece ser que con sólo anuncios no seremos capaces de dar el golpe de timón.
Junto con esto, el fomento a la ciencia, tecnología e innovación debiera ser prioridad para nuestro país, con el debido apoyo del Estado y del sector privado, potenciando las Universidades Regionales, Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica para generar ciencia, investigación aplicada y técnicos avanzados que nos permitan dar el salto de manera firme y decidida y que además sean capaces de impactar y transformar las regiones en polos de desarrollo desconcentrando nuestro sistema productivo que pareció olvidarlas.
Para esto se requiere dejar de ver el asunto de la ciencia y tecnología sólo como una pelea que emprenden los científicos por su propio interés, y dotar a nuestro país de una nueva institucionalidad que incluya planes con visión de largo plazo. Por eso, hemos desarrollado nuestras propuestas en la reciente publicación del informe de IdeaPaís, “Basta de elegir la ignorancia”, título que hace alusión a la falta de prioridad que le han dado los gobiernos a este importante tema.
Porque digámoslo con todas sus letras: para nuestras autoridades, de todos los colores políticos, generar técnicos competitivos en diferentes áreas parece no ser una prioridad, tal como se deja ver cuando optaron por dar gratuidad a instituciones de dudosa reputación solo por el hecho de ser estatales, en desmedro de la educación técnico profesional.
Si dejamos de lado los eslóganes y nos proponemos realmente potenciar las ciudades regionales como polos de innovación y desarrollo lograremos una descentralización y desconcentración efectiva del poder político, económico y social, que permita que el progreso se distribuya de manera más justa, equitativa y solidaria a más personas, contribuyendo a una verdadera cohesión social que nos permita derribar barreras que se acentúan en la capital por el alto grado de segregación que sufre la ciudad.
La colaboración conjunta entre el gobierno, las empresas, las instituciones de educación superior y la sociedad civil puede lograr verdadero progreso social que logre que el país crezca más allá de la mera extracción de recursos naturales, con el consiguiente beneficio de todos sus habitantes para llegar en un mediano plazo a cumplir el objetivo de ser un país desarrollado, con una distribución del ingreso que le permita a todos disfrutar de los beneficios del progreso material y más importante aún, de un verdadero desarrollo humano.