Hace algunas semanas, tuve el agrado de ser invitada a participar en un seminario regional de marcas en Colombia. En el encuentro, además de intercambiar valiosas experiencias con especialistas internacionales en gestión de marca país, ratifiqué una vez más la buena imagen de la que goza Chile y que me llena de orgullo cada vez que viajo al extranjero.
Con pesar, debo reconocer que esto contrasta bastante con el discurso desfavorable, que cae incluso en el desánimo, y está tan presente en nuestra agenda mediática. De hecho, algunos de los representantes de otras naciones fueron explícitos al preguntarme “¿por qué Chile se ahoga en un vaso de agua”.
Las respuestas a esa interrogante pueden ser varias, pero lo cierto es que a menudo, fruto de la contingencia, ponemos atención únicamente en ciertos aspectos y dejamos de mirar otros que son tanto o más relevantes. Con esto no estoy haciendo alusión ni emitiendo juicios respecto al alcance de las situaciones que hemos enfrentado, sino más bien me estoy refiriendo a cómo el foco en lo negativo termina por ocultar las noticias positivas donde Chile constantemente es protagonista.
Hace sólo algunos días, el Country Brand Report 2015 nos destacó como la cuarta economía con mejor marca país de América Latina, no sólo debido a la estabilidad política y económica, sino también a la naturaleza y diversidad de paisajes que nos distingue.
Asimismo, en el último informe del Banco Mundial, nuestro país mejoró su puntaje en el ranking de facilidad para hacer negocios, obteniendo el liderazgo sudamericano. De igual forma, The Economist, en su índice “Safe Cities”, catalogó a Santiago dentro de las 20 mejores ciudades para vivir.
Con esto, lo que quisiera reforzar es la importancia de no olvidar lo mucho que, con esfuerzo y disciplina, hemos logrado como nación y nos ha posicionado incluso como un modelo para otros. Un ejemplo claro de esto es cómo convertimos las dificultades impuestas por el territorio en una oportunidad.
El programa Kizuna, que sitúa a Chile como una plataforma para la capacitación de Latinoamérica en la gestión de desastres -a partir de la experiencia acumulada y el desempeño mostrado- da prueba de ello. Recordemos cómo tras el terremoto de 8,4 grados Richter que azotó la Región de Coquimbo en septiembre pasado, la prensa internacional, líderes mundiales y hasta la ONU reconocieron a nuestro país por su manejo ante la emergencia.
Más allá de seguir ahondando en las razones que respaldan el posicionamiento de Chile, me parece relevante reiterar la invitación a mirar el vaso medio lleno. No es necesario esperar que alguien venga a decirnos lo bueno que es ser chilenos, porque tenemos razones de sobra para sentir orgullo por ello.
Con mucha satisfacción, revisé los resultados del último estudio de identidad de Imagen de Chile, donde los propios chilenos señalaron que ser solidarios, amigables y esforzados, eran algunas de las características que más identifican a nuestra sociedad. Esto refleja que estamos conscientes de lo que somos y nos diferencia; ahora sólo queda no perderlo de vista.
Chile se descubre a sí mismo cada día, orgulloso de su diversidad natural y humana. Hoy, el agua, el cielo, el clima; nuestros estudiantes, científicos, artistas y trabajadores son promesa de futuro en una tierra de oportunidades. Chile es un lugar para vivir y descubrir, y cada uno de nosotros es responsable de replicar este mensaje con orgullo y compromiso.