La discusión entre proceso constituyente o asamblea constituyente es artificiosa porque toda asamblea es un proceso, en lo formal. Pero la forma no puede sacrificar al fondo que es la bondad de la nueva Constitución. Ésta dependerá del dominio y profundidad conceptual, prudencia y sabiduría que la ciudadanía tenga sobre el óptimo del convivir que queramos para alcanzar el desarrollo y bienestar equitativo, justo, en paz, solidario y armonioso que merecemos.
Está claro que tanto la nueva Constitución como la vigente no garantizan la concreción de este deseo, pero una Constitución debería establecer la normativa y dejar abierta las vías para alcanzarlo sin obstaculizarlo, como es la actual.
El anuncio de un periodo previo de instrucción cívica es bien venido y ésta no sólo es necesaria sino que imprescindible. Ésta instrucción ha sido criticada particularmente por miembros de la Derecha diciendo que temen que se convierta en un adoctrinamiento ideológico previo a las elecciones municipales o parlamentarias, lo que es infantil.
¿Puede hacerse una instrucción y educación cívica callando las ideologías o visiones de mundo que hay? No sería instrucción. Al contrario, éste es el momento y situación para examinar las grandes propuestas programáticas de las diferentes visiones, valoraciones y sentimientos de mundo (ideologías y religiones): conservadoras o neoliberales, fascistas o democráticas de derechas, centros e izquierdas.
La derecha pretende que la Constitución actual es aséptica, a-valórica, a-política, an-ideológica, a-religiosa, a-pántica (a-todo) o que al menos la que venga lo sea.
Impusieron que la ideología de la derecha capitalista, pseudo-neoliberal, oligárquica, fascista (imposición del poder de unos pocos, oligarquía o grupos fácticos), nepótica, de distribución inicua (ofensivamente desigual) de la riqueza y del poder, es la óptima y la única posible para la paz en Chile, en realidad es exactamente lo contrario.
Eso fue y es lo que produjo la retroexcavadora de la Dictadura cívico-militar-pseudo-neoliberal en el país.
El proyecto del pueblo, desde la Conquista hasta la Unidad Popular, que incluye la distribución de la propiedad del agro para quienes la trabajaban, la nacionalización de la minería (las minas chilenas para todos los chilenos), la creación de empresas del Estado, el Servicio Nacional de Salud (institución de Estado y no de Gobierno), los servicios educacionales, especialmente de las universidades nacionales como eran la de Chile y la Técnica, el Instituto Nacional de Capacitación, la creación de empresas cooperativas, de autogestión, la tuición ética profesional universal, la academia, etc., etc., etc.
Es decir, todo lo que era de distribución equitativa nacional o comunitario (no individual privado), o que tenía poder independiente del gobierno como la ética, fue salvajemente destruido, los seres humanos aniquilados, exonerados, exiliados y se creó una Constitución y leyes para que nunca más esa distribución equitativa de la riqueza y el poder fuera posible y para que nunca más una ética que controlara el libertinaje empresarial pudiese ser aplicada y para que todo grupo humano que no fuera el empresarial tuviera algún poder (sindicatos, gremios, colegios profesionales). Esto vemos y vivimos a todo trapo.
¿Por qué la oligarquía o la derecha pudo, acompañada por los militares, retro-excavar al pueblo chileno y el pueblo chileno no puede hacerlo a la oligarquía? ¿No es ésta la peor de las desigualdades? El pueblo chileno incluye a todos los chilenos.
Al contrario, lo único que no puede dejar de discutirse es el proyecto ideológico o, si no le gusta, la visión y valoración sesgadas de mundo y del ser humano, que los que hicieron la Constitución que nos rige (incluidas las enmiendas) cristalizaron en esta Constitución.
Todo chileno debe considerarse parte de este foro nacional constituyente para entender y proyectar el ser nacional en el que cada uno cree en esa Constitución. Nadie debe quedar ajeno en la confección de esta normativa que nos regirá en los años venideros para que en ella se plasmen las formas de vida, los sistemas de convivencia, las alternativas plurales aún en las formas productivas, las concepciones de Estado, de educación, de público-privado, etc.
Temas cruciales.
Sistemas de convivencias, religiones e ideologías. La Constitución debe garantizar el respeto, real y no literario, a la pertenencia de sistemas de concepción de mundo, de los seres humanos y de la sociedad, con garantía de la práctica completa de esas visiones.
Por ejemplo, la concepción de los amerindios de pertenencia a la tierra y no de propiedad de la tierra debe ser respetada incluida la creencia de la tierra como la “madre” y del agua como la “sangre” de esa etnia. No es posible que el Estado saltándose ese respeto, establezca que la propiedad de la tierra es del Estado que puede cederla al mejor postor en el mercado (vender la madre y la sangre a las transnacionales).
Distribución equitativa del poder y de la propiedad. La desigualdad socioeconómica y cultural tiene como base la desigualdad en el poder, la propiedad, el acceso a redes sociales, al conocimiento, etc.
Los estudios genómicos resolvieron definitivamente el problema de igualdad y desigualdad humana y diferimos sólo en el 2 por mil de los nucleótidos, pero algunos tienen cientos de miles de hectáreas y otros no tenemos ni una. Si redondeamos la población chilena en 15.000.000 y los kilómetros cuadrados de territorio nacional en 750.000, nos corresponde a cada chileno 5 hectáreas ¿repartirá la nueva Constitución la propiedad equitativamente? ¿Qué truculencia inventarán para argumentar en contra de esta equidad evidentemente justa?
El Estado es la organización del bien común para todo el pueblo, en este caso de todos los chilenos. El Gobierno (poder ejecutivo mono-ideológico del Estado), el Parlamento (poder legislativo pluri-ideológico del Estado) y las Cortes de Justicia (poder judicial técnico-profesional, no-ideológico del Estado), son una parte del Estado, pero cuantitativamente la menor.
Las municipalidades, instituciones educacionales y de salud del Estado, los gremios, colegios profesionales, cabildos, juntas de vecinos, cuerpos intermedios son instituciones y organizaciones del Estado que tienen tanto o más peso en la organización y funcionamiento de la nación.
La Constitución que nos rige autorizó al Gobierno a sacar plata del bolsillo de todos los chilenos (erario nacional, fisco) y sin su permiso (robo ético aunque no legal) entregárselo a las instituciones privadas especialmente educacionales, bajo el erróneo concepto de estado subsidiario ¿Terminará la nueva Constitución con este robo? ¿Será el Estado para el Estado y el privado para el privado?
Hay temas cruciales que los chilenos debemos entender claramente y acudir así a constituir una carta fundamental consensuada por todos, de cualquier forma que se haga.