Un reciente estudio de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, develó que a nivel genético el hombre sería el sexo débil, y a eso si le sumamos la herencia cultural queda en evidencia que el “machista” es una imagen creada cual campaña de marketing.
Hoy en el complejo escenario político que atraviesa el país, queda en evidencia lo machista que es el sistema. La Presidenta Bachelet en su primer período atravesó por una serie de cuestionamientos y críticas a su gestión en los primeros meses de administración.Recibió fuertes golpes verbales de su propia coalición, pero esta mujer, torturada en tiempos de dictadura, no se dejó amilanar y consolidó un Gobierno que fue uno de los más exitosos entre la ciudadanía.
Esos políticos que anteriormente le habían dado vuelta la espalda, y que después se subieron al barco, son los mismos que le pidieron que volviera a reconquistar el sillón presidencial. Y ante una situación de crisis extrema, como la que se vive, son los primeros en agarrar el bote salvavidas y llegar a una orilla que los proteja.
El sexo mal llamado débil… es débil solamente en cuanto a masa muscular. En tanto el estigma del sexo fuerte, lo es en desarrollo muscular y en el poder que tiene heredado socialmente, con poco mérito, si revisamos la historia donde imperó una cultura de dos mil años de patriarcado.
Nuestra Presidenta ha tenido el coraje y un motor transformador en políticas sociales, económicas, culturales, y medioambientales. Ha sido capaz de ponerse en los zapatos de los hombres y descubrir que no hay mucho incentivo en ellos para desarrollar el lado femenino para que se empoderen y sean capaces de generar cambios radicales como lo está haciendo la máxima autoridad nacional.
Es que el machismo entra en estado de pánico y miedo, reacción natural y sana, de sobrevivencia y auto cuidado, pero como todo comportamiento humano, cuando se desequilibra, cuando se hace permanente y exagerado, cuando se transforma en una parte rígida de nosotros mismos, se convierte en lo contrario: es perjudicial, limitante, altera las percepciones, distorsiona lo que vemos y lo que hacemos,nos confunde.
Esta rigidez es la esencia de lo que conocemos como neurosis, lo que ha generado que los mandos medios del Gobierno no sean capaces de frenar la crisis y tenga que estar la Presidenta buscando soluciones y dar la cara en diferentes áreas que por vocería deberían ser otros.
Un reciente estudio de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, reveló que a nivel genético el hombre sería el sexo débil, y si a eso le sumamos la herencia cultural queda en evidencia que el “machista” es una imagen creada cual campaña de marketing, pero hoy la historia dice otra cosa y las mujeres están en el tapete, se encuentran en puestos de poder que hoy los hombres quieren y sienten que le restan espacio.
Esta es una invitación a los machista a cambiar el chip, a dejar un lado el traje del sexo fuerte, a resetearse para nuevas visiones, ya que hoy como Gobierno estamos hablando y tomando decisiones donde la mujer es clave.
Estamos ganando espacios en el área política, pero nos hacemos sentir y si somos pocas no es señal de debilidad. Cómo bien dicen los expertos en comunicación, “menos es más”.