Vivo en el Chile donde 4 de cada 10 jóvenes ya están endeudados con algún banco, casa comercial o similar, debiendo en promedio $400.000. Donde 3 de cada 4 jóvenes no tienen idea en que consiste un producto financiero y para rematar las malas noticias, en donde 3 de cada 5 no son capaces de identificar cuál es el crédito que tiene un costo final menor para ellos.
Pero también vivo en el Chile en donde los jóvenes marchan por meses, eligen diputados jóvenes y sueñan con una educación pública y gratuita para los que vienen.
Muchas personas podrían plantear la afirmación, “pero de amor no vive el hombre, y que muchas veces la lucha por ideas justas no paga las cuentas a fin de mes”.
En la práctica, y según los resultados del último estudio de SERNAC sobre el comportamiento y conocimiento de los jóvenes pertenecientes a Institutos Profesionales (IP) y Centros de Formación Técnica (CFT), sobre educación financiera, el Chile de ellos indica que 4 de cada 10 es poseedor de una deuda financiera, de los cuales un 70% de éstos están endeudados en millones de pesos por créditos estudiantiles y casas comerciales.
Las cifras no sólo deben preocuparnos por el escaso manejo financiero de la juventud chilena a la hora de tomar decisiones, sino que también por la evidente facilidad con la que hoy instituciones financieras logran llegar a nuestros jóvenes.
Y aunque algunos levanten la voz sobre supuestas “libertades” para que cada persona pueda decidir sobre sus deudas, la verdad es que no pueden existir estas acciones si nuestros jóvenes no identifican el efecto que una deuda de arrastre va a generar en su vida, ya que vivimos en el Chile donde quienes toman mejores decisiones, son aquellos que mejor se han preparado para asumir dichas responsabilidades.
Pero la preocupación es aún mayor, cuando justamente quienes deben educar a nuestra juventud, son quienes hoy deciden hacer vista gorda al endeudamiento de los jóvenes. Las instituciones de educación superior son quienes deben resguardar, como casas de estudios y a través del conocimiento que imparten, que nuestros jóvenes no contraigan deudas que no podrán pagar y que a futuro pueden acarrear problemas para ellos y sus familias.
Es inaceptable que una Tarjeta Estudiantil que es utilizada para sacar libros de la biblioteca, ir al casino o incluso ingresar a los campus, esté ligada a un banco o casa comercial. Esto se agrava, ya que si te niegas a tener este documento y no activas el producto comercial, igualmente recibes llamadas y correos electrónicos con tentadoras ofertas.
Imagino que la necesidad de exclusividad de los bancos a las universidades, institutos o centros de formación técnica se reflejará en aportes o costos de administración menores para dichas instituciones de educación superior.
Quiero que sepan que este Chile no es en dónde quiero que vivan mis hijos.Y tú ¿en cuál Chile quieres que vivan tus hijos?