En una de las sesiones de la comisión de trabajo de la Cámara de Diputados, un parlamentario le indicó a uno de los empresarios de la industria del salmón, que le tenía un recado de los trabajadores de esa industria que habían acudido días antes a esa misma comisión, el recado era” díganle a los empresarios que los salmones no se van a morir”.
Es impresionante como esta discusión sobre la reforma laboral está cruzada por una brutal desconfianza de los empresarios hacia los trabajadores, pareciera que éstos fueran imberbes mocetones malintencionados y aprovechadores, inconscientes a la hora de mantener y cuidar la fuente laboral, alguien se preguntará que les interesa a estos enajenados llamados trabajadores.
La realidad es tremendamente distinta, la inmensa mayoría muestra una gran responsabilidad en su labor diaria, identificación con su fuente de trabajo y normalmente es la remuneración el elemento que los decide a cambiar de empresa y no las condiciones en que se desempeña. En la práctica trabajadores y empresarios conviven diaria y civilizadamente.
Todo esto a pesar de que las remuneraciones y otras condiciones laborales no son las que se podrían esperar de un país que avanza hacia unos mentirosos 20.000 dólares per cápita que están basados exclusivamente en los ingresos que obtiene el 10% más rico de la población.
Por esto es necesaria una reforma laboral de verdad, en que se reconozca y se consagren en la ley los derechos de los trabajadores a organizarse y a negociar sus condiciones de trabajo entre ellas, su remuneración.
Por esto es tan importante que se le otorgue a la expresión extrema del desacuerdo, que no es sino la huelga, un espacio conveniente y cuyos costos hagan necesario y preferible siempre el acuerdo.
No hay que temer a los trabajadores, como el recado a los salmoneros, ninguno va a dejar que su fuente de trabajo se extinga, ni se deteriore, no es necesario mantener la actual legislación para impedir ese daño, tampoco es necesario fijar clausulas intermedias y confusas como el famoso reemplazo interno.
¿Cómo evitar que el empresario terminada la huelga favorezca de mil maneras a aquellos que hicieron esos reemplazos y esto termine desvirtuado y la reforma en papel muerto?
Por otro lado parece de todo sentido común que los beneficios no sean extensivos a quienes no pertenecen al sindicato, no pagan cuota social ni destinan tiempo a la actividad sindical. ¡No participamos en nada y nos llevamos los mismos beneficios que aquellos que sí lo hacen!
Alguien señalaba una encuesta en la cual los trabajadores estarían en contra de no hacer extensivos los beneficios obtenidos, y claro es como preguntar si Ud. prefiere pagar o andar gratis en micro.