En primera instancia viendo y escuchando a los distintos medios de comunicación queda una sensación que atormenta y deprime, en relación a que la delincuencia está prácticamente desbordada. Sin embargo los datos técnicos, que muestra una reciente columna en un matutino dice lo contrario.
Con todo y considerando positiva la información, parece ser que la problemática delincuencial juvenil, no se ha abordado en su dimensión real y profunda.
Se ha sugerido la creación de otras instituciones administrativas de atención. Es valiosa esta propuesta, máxime cuando los adolescentes experimentan una sensación de rechazo, en particular con el Sename, haciendo refractaria las propuestas y acciones que el sistema les sugiere.
Esta actitud que no se ha mencionado, es muy importante, sobre todo cuando descansa, aunque no en todos, en funcionarios despreocupados y poco atentos a las heridas profundas de los jóvenes.
Debo reconocer que sí hay algunas excepciones notables, pero en general, la desidia y la actitud prepotente, descalificadora y poco amable ha generado esta impermeabilización por parte de los adolescentes, hacia toda directriz, normas y disciplina que provengan del sistema.
Este clima confrontacional, prácticamente de dos bandos opuestos, no conduce a nada, siendo lo más razonable eliminar al Sename, como órgano educador y de recuperación e inserción social y familiar, ya que el fin para el cual se creó, en la actualidad, está muy lejos de aquello.
La Fundación Paternitas celebró el 6 de agosto un año más de su creación, día de la Transfiguración del Señor, apoyado en esta manifestación revelada hacia sus discípulos, vuelvo a inisistir en la necesidad que tienen estos jóvenes infractores, de transfigurar sus vidas, sus metas, sus sueños y sus frustraciones, que los han marcado desde siempre.
¿Cómo lograrlo?
Parafraseando a un gran maestro de la vida espiritual católica diría, “que la tarea fundamental a la que debemos enfocarnos es aquella por la que nuestros usuarios no sólo “sepan” que los queremos y comprendemos, sino que lo “sientan”, en el hondón más íntimo de su corazón. Única fuerza y energía que los llevará a amarse y respetarse, poniendo todo su empeño en alcanzar grandes metas y proyectos que susurran con anhelo y gran potencia en su interior.
Sintetizando lo dicho hasta ahora y afirmando que el modelo Paternitas innova y rompe los esquemas clásicos de prácticas obsoletas que han demostrado su inoperancia, nuestro Programa “Formando en Familia”, para adolescentes y sus familias, se centra en cuatro pilares.
1.- Apuntar al corazón y a los sentimientos nobles, luminosos y auténticos que se esconden bajo las muchas capas de sufrimientos, maltratos e infelicidad y exclusión.
2.- Desarrollar la vocación para el amor, la responsabilidad, el autocuidado, los valores y los principios que dan sentido a la existencia y a las relaciones mutuas.
3.- Invitarlos para que sientan y experimenten que pueden asumir tareas distintas a las de ayer y desde allí autovalorarse, desarrollando capacidades, ejecutarlas y alcanzar objetivos desafiantes.
4.- Vivir el arte y la poesía en la cocina expresando en los colores, olores y sabores la plasticidad del alma, la tolerancia, la dulzura y la sanación de lo que fue motivo de lágrimas, amargura y frustración de un pasado que ya no se puede ocultar.
Ante ese escenario el cambio nace desde lo profundo, como nueva melodía, como el arte que se expresa y surge espontáneo desde los barros y lodazales de la propia historia.