La seguridad pública se ha tomado la agenda de los medios de comunicación masivos y del debate político en las últimas semanas. La razón: una seguidilla de delitos de alta connotación pública que si bien sumados no implican aumentos significativos en el número de delitos, su violencia, las circunstancias en las cuales se han desarrollado y a veces la edad y o condición de los delincuentes, hace que se genere una gran y legítima preocupación en la ciudadanía.
Siempre hemos sabido que el fenómeno del delito es multicausal y de compleja resolución. Que no caben recetas populistas del tipo “se les acabó la fiesta a los delincuentes” o “terminaremos con la puerta giratoria”. Esas afirmaciones grandilocuentes, muchas veces hechas al calor de la competencia política, tienden a sobresimplificar el diagnóstico y la complejidad del fenómeno delictivo y a generar una gran frustración en la sociedad y la ciudadanía.
La lucha contra la delincuencia debe ser una lucha de Estado, en la cual cada actor debe hacer su contribución, y en la cual es indispensable aislar de toda influencia a la disputa política pequeña.
Es importante además que la estrategia de seguridad a nivel nacional, regional y local se haga cargo de las distintas dimensiones del delito, con una estrategia de control y persecución judicial inteligente y coordinada entre policía, fiscalías y autoridades de gobierno de distintos niveles.La creación del Banco Unificado de Datos, por ejemplo, es un gran avance que nos va a permitir compartir toda la información disponible de las entidades del Estado para poner tras las rejas y lograr condenas efectivas para quienes cometen delitos.
También tenemos que tener una estrategia de mejoramiento del entorno urbano: iluminación pública de calidad, y la eliminación de sitios eriazos y microbasurales, son otras maneras de dar seguridad a las comunas periféricas.
Otra de las dimensiones complejas es el creciente número de menores de 18, inclusive de menores de 14, que están cometiendo ilícitos. Debemos, por ello, evitar primero que esos niños deserten del colegio, y luego, tratarlos adecuadamente una vez que hayan cometido un primer delito, aunque sea algo menor.También es fundamental el trabajo de organización comunitaria en los barrios, y el apoyo manifiesto de las empresas en sus respectivas áreas de influencia.
Por último, hemos sostenido que una buena estrategia de seguridad tiene que combatir los delitos de hoy pero también los de mañana. Para eso es fundamental mejorar nuestra política carcelaria, y que quienes están pagando con cárcel tengan la posibilidad de formarse y adquirir oficios, para que una vez puestos en libertad puedan tener empleos dignos y honestos.
Solo un país que es capaz de abordar las distintas dimensiones del delito, tanto objetivas como subjetivas, con el tiempo va a ser exitoso en derrotar a la delincuencia. No sigamos el camino fácil de la retórica populista, sino que sigamos el camino difícil y escarpado de la solución integral al problema de la delincuencia.