Tuve la oportunidad de asistir al lanzamiento de la serie Los Archivos del Cardenal que exhibió TVN el jueves 21 de julio y, junto a cientos de personas, reviví con emoción y dolor parte de nuestra memoria, narrada en una ficción tan realista que me volvió rápidamente a conectar con los sentimientos que más a flor de piel tuve en mi juventud, durante la dictadura: el miedo y la impotencia ante la injusticia.
Sin embargo, algo tan artístico como una creación audiovisual ha levantado críticas destempladas, presiones indebidas, actos de clara censura ideológica, que en el fondo buscan imponer el olvido.
“¿Para qué tener memoria, para qué recordar, si al país le va bien? Miremos hacia el futuro y olvidemos el pasado reciente”, nos dicen algunos.
No obstante, el olvido, la “desmemoria”, es una opción errada que coloca al país en un callejón sin salida. Según la RAE, una acepción de memoria es: “retórica del alma, por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado”.
Recordar es pasar de nuevo por el corazón, y la autora Josefina Cuesta nos acerca al sentido de esta acción: “por qué recuerdo: recuerdo para no olvidar, para no volver a sufrir lo vivido, para sentirme parte de una sociedad devastada”.
La memoria es personal, dice relación con los relatos y vivencias de cada uno, pero al enfrentarse con la memoria de otros vamos construyendo una memoria colectiva, que a su vez forma identidad: los derechos humanos son, y deben ser, parte de la identidad de la sociedad chilena.
Cuando hablamos de cifras, por ejemplo de las 3.195 personas detenidas desaparecidas o ejecutadas que hasta ahora nos arroja el Informe de la Comisión Rettig, no es lo mismo que cuando conocemos los rostros y las historias de vida de algunas de ellas, cuando sabemos del sufrimiento que su pérdida han causado a sus seres queridos, cuando nos cuentan sobre lo que ellos hacían cotidianamente o cuando nos imaginamos qué historia se hubiese contado si siguieran vivos y hubiesen seguido desarrollando su destino con normalidad.
¿Dónde habrían llegado ellos o sus hijos?
¿Qué habrían hecho por Chile?
¿A quién habrían amado? Ya lo dijo Norbert Lechner en su texto “Las Sombras del Mañana”: “La verdad de la memoria no radica en la exactitud de los hechos como en el relato y la interpretación de ellos”. Por esto, la serie Los archivos del Cardenal, siendo arte y ficción, también es memoria, buena memoria.
Ahora bien, ¿de qué forma el Estado de Chile ha preservado la memoria de las violaciones a los derechos humanos ocurridas entre 1973 y 1990? Lo ha hecho con la trilogía de Verdad, Justicia y Reparación.
Verdad: con los Informes de Verdad que dan cuenta en detalle de las violaciones a los derechos humanos sufridas por miles de niños, mujeres, hombres, jóvenes y ancianos.
Justicia: por los cientos de procesos judiciales que se han llevado y siguen llevando adelante en el país, con un fuerte impulso vivido este año con la presentación de oficio de 726 nuevas querellas, que buscan establecer la verdad judicial y la individualización y castigo de los victimarios.
Reparación: con políticas de reparación como pensiones, bonos, beneficios de educación, salud, vivienda u otros (financiamiento de memoriales; asesoría jurídica, el Instituto de los DDHH y el Museo de la Memoria y los DDHH).
Así como los esfuerzos mencionados, la serie de televisión busca crear una reflexión valórica para que nunca más se repitan actos que afecten la dignidad de ningún ser humano, lo que sin duda fortalece nuestra democracia.
Esto no es una victimización de nadie, es nuestra historia, es nuestra memoria y por eso me quedo con las palabras del Ministro Felipe Bulnes que, viniendo de un político de derecha, a mi juicio tiene aún más valor al interpretar el real sentido que la memoria tiene: “…afortunadamente hoy día estamos en un país donde los derechos humanos no le pertenecen a ningún sector, no es una bandera que esté en un lado, sino que una bandera que está instalada como parte de la democracia”.
Las organizaciones de derechos humanos, las víctimas, los creadores, han entregado una contribución vital a que esta historia pueda ser sentida como parte de la vida de todos.