Dentro de las claves del aprendizaje que experimentan los niños a lo largo de toda su etapa escolar, un porcentaje importante se debe al trabajo realizado por los profesores, pues la evidencia demuestra, que son ellos el principal factor que incide en la calidad de la educación.
En ese sentido, ninguna sociedad puede aspirar a niveles educacionales de gran nivel sin profesores que posean por un lado la vocación, y por el otro, el talento y calidad que los niños merecen de parte de ellos para poder desarrollarse en el aprendizaje.
Dicho esto, resulta lamentable que un proyecto tan ambicioso y prometedor como lo es el proyecto de carrera docente, en el cual se busca mejorar las remuneraciones, la formación inicial y aumentar la cantidad de horas no lectivas, entre otros, sea frenado mediante más de 20 días de paro indefinido.
Si bien es cierto, todo proyecto es perfectible por naturaleza en el parlamento, resulta al menos llamativo, que el proyecto que contó con un apoyo y trabajo pre legislativo por parte de cientos de docentes y especialistas en la materia, se vea obligado a deponer su discusión parlamentaria, debido a que el gremio de profesores, atrincherados en su posición ideológica, considerara al proyecto como insuficiente en esencia.
Nada impide que se utilicen distintas maneras de manifestación para poner una demanda en el tapete de la agenda pública; marchas, manifestaciones culturales, entre otros, en desmedro de un paro indefinido.
Por ello, es paradójico que dicho gremio que se dice ser partícipe y “representante” de la educación pública, tenga un compromiso tan poco republicano con dicha educación. Pues querámoslo o no, al término de día, un paro de más de 4 semanas, termina perjudicando a la educación pública y en especial a los alumnos más vulnerables de ella, generando vacíos educacionales que se logran vislumbrar con el correr del tiempo. Sumado a la constante desvalorización –por parte de los apoderados- que genera un paro indefinido en los establecimientos municipales, lo cual posiblemente, se traducirá al término del año escolar, en la disminución de la matrícula.
De esta forma, el gobierno también está pagando las consecuencias de una agenda política que se vendió como “reformista de las estructuras en el sistema educativo”, sin medir previamente sus oportunidades y alcances políticos en la viabilidad de las reformas.
Inexplicablemente, el ministro en una lógica participativa, accedió a conformar una mesa tripartita con el gremio de profesores, lo cual hasta el momento, se ha traducido en la concesión de todas sus demandas sin deponer el paro.
El país ya está lo suficientemente crispado. Una ciudadanía cada día más enojada, confundida y polarizada. Las marchas, las tomas y las huelgas parecieran ser la tónica del 2015. Atrás quedó el dialogo como una herramienta de paz social para alcanzar los acuerdos que contribuyan al bien del país.
Dialogar para mejorar el proyecto de carrera docente y la educación pública, van de la mano. Ante ello, lo mejor que puede pasar es terminar con este paro sin fin.