El lunes se celebró quizás el capítulo más esperado de los últimos 4 meses. El cambio de gabinete especulado por todo un país. Este, culminó con la salida de ministros muy importantes para el “circulo de hierro” de la presidenta Bachelet, ver la salida de ministro de la envergadura de Rodrigo Peñailillo, Elizalde y Arenas no pueden dejar indiferentes a nadie
Mucho era el hermetismo que existía en palacio desde el viernes y no se puede desmentir que todos las sobremesas de las comidas del fin de semana estuvieron marcadas por las 72 horas y el cambio de gabinete, para que decir como ardían las especulaciones en los grupos de whatsap de aquellos que vivimos en una constante articulación política y social,
Como dice el antiguo refrán “no hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague” bueno, en el cambio de gabinete operaron ambos conceptos. El plazo si bien se cumplió no en 72 sino en 100 horas – para los puntillosos de ocasión -, el concepto de “ni deuda que no se pague” nos encontramos el fondo del conflicto, la crisis, el problema, la oportunidad, la luz, la sombra o el oxigeno dependiendo de qué lado estamos en este primer cuarto del partido, ya esta administración comienza a tomar ribetes de partido de baloncesto más que de fútbol, a mi parecer viviremos año por año este gobierno.
Cuáles son las deudas que se debieron pagar es la pregunta que se nos plantea, y esta tiene una estrecha relación con la tan bullada “vieja guardia”, concepto iluminador para el debate de los tiempos políticos que hoy cobró su deuda.
Si bien no se la cobró directamente, sino que vistió, entregó u ofrendó en la mesa de piedra los cuerpos y espíritus de aquellos que encarnan algunos de sus más profundos lineamientos, pero digo algunos porque no es posible y no es sensato reconocer que esta no es la vieja guardia a cabalidad, sino unos representantes que también a momentos se chasconean un poco y plantean ideas transformadoras pero con los frenos respetables de sus convicciones de formación, a esta vieja guardia no se la combate, con esta se debe dialogar, pero no perder la huella de cada acción que se lleva adelante.
Triste y desolador para una generación es el episodio del ex ministro Peñailillo, ejemplo para muchos de las generaciones más recientes en política, de esos que construyen su adolescencia en reuniones partidarias, estudiantiles, ambientalistas o cualquier otro tema del interés de cada joven.
El llamado es también para aquellos que ven la pieza oscura en estos momentos, a ellos les digo que aún tenemos las ideas y el desafío inmediato es lograr plasmar nuestras ideas en la sociedad: la equidad, la superación de la pobreza, nueva constitución, el respeto y la conservación del medio ambiente, la inclusión política de las minorías, la diversidad, los pueblos originarios, el desarrollo sustentable y sostenible, cuantas ya cientos de ideas más que no son estructurales pero que en el plano local son tan relevantes como el trabajo juvenil, el endeudamiento, el transporte, etc…este cúmulo de ideas debemos fortalecerlas en la sociedad chilena, ya que en gran medida serán las únicas que mantendrán el espíritu transformador de nuestras generaciones que piensan un país distinto.
No son tiempos de lamento, son tiempos de trabajo duro, si bien hoy nuestra Presidenta nos dijo que hay generaciones que deben aprender de sus errores, asimismo, como dije hoy a un amigo, aquí no hay muertos, porque en política se han visto muertos resucitar en 24 horas y liderar procesos muy importantes, es por ello que la prudencia de los calificativos se hace preponderante.
El nuevo gabinete por sobre todas las cosas merece el respeto de todos aquellos que creemos en el liderazgo absoluto de la presidenta Bachelet, si los partidos se enteraron junto con todos los chilenos, bueno hay que comprender que tenemos una mujer con mano firme que siente tanto el respaldo y la lealtad, que es autónoma en esta toma de decisión.
Los equilibrios si bien se vieron afectados, hay cifras que deben alegrar: el PC tuvo 100% de efectividad, el PPD recuperó su número original dentro del gobierno, el PS mantuvo la vocería e integró una carta de que si bien no es de las juventudes, sí es de las nuevas generaciones.
Así también la DC mantuvo sus mujeres ministras y asumió en Interior. No se puede desconocer que para muchos la salida de Peñailillo es una derrota, para otros es un buen ejemplo que con mérito y trayectoria se puede cambiar un país.
Liderar las reformas como lo hizo no tiene cuestionamiento, hoy necesitamos un gobierno trasparente que supere con trabajo y diálogo franco este impasse que afecta su popularidad, debe generar reflexión, perderle el miedo a la crítica propositiva respetar a cada uno de los colaboradores de este nuevo Chile, desde ministros hasta el último eslabón de la cadena política. Será el programa la hoja de ruta más contundente a la cual todos debemos fiel compromiso.