Han concluido los alegatos de Chile y Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en la controversia por la aspiración marítima del país altiplánico por volver al Pacífico con soberanía.Es por ello, que a poco más de una semana desde el inicio de los alegatos, ha llegado el momento de sacar algunas conclusiones y escenarios futuros en lo que respecta a las relaciones chileno-bolivianas.
En primer lugar, los alegatos de ambas partes eran los esperados, y que por cuestiones de procedimiento, debían ser básicamente los estipulados durante la fase escrita. Por ello, las “novedades” de estos alegatos fueron más bien el tinte usado por los abogados para persuadir a los jueces de la validez de los argumentos jurídicos presentados con anterioridad.
Por ahora, se estima que entre octubre y diciembre de este año, la CIJ se pronuncie respecto a la cuestión de competencia, habiendo tres alternativas posibles: 1) Declaración de incompetencia; 2) Declaración de competencia; 3) Abstención de la cuestión de competencia una vez conocido el fondo del caso. Para poder desactivar mayores gestiones ante la Corte, a nuestro país sólo le favorece la primera alternativa.
Ahora, que el presidente Evo Morales haya sostenido que existen planes “mucho más interesantes” en relación a su reivindicación marítima (sin especificar cuáles serían esos planes), nos lleva a suponer que – aunque esto de ninguna forma sería sorprendente – no se descartan otras vías en su estrategia reivindicativa, donde la insistencia de la cuestión marítima muy probablemente se instalará en los espacios regionales y multilaterales.
No es sorprendente por el sencillo hecho de que al observar históricamente la reivindicación marítima boliviana, nos daremos cuenta que este dilema ha transitado desde las negociaciones directas con Chile, hasta el cuestionamiento mediterráneo de Bolivia en todos los ámbitos posibles.
En tal caso, la apuesta boliviana se podría reducir a lo siguiente; si la CIJ no pudo obligar a Chile a negociar con Bolivia un acceso soberano al Pacífico, entonces la comunidad internacional deberá persuadir a Chile a negociarlo mediante la instalación constante de este tema en los espacios multilaterales.
Recientemente el presidente Morales ha traspasado el peso de la negociación a Chile, cuando hace sólo unos días – y una vez concluido los alegatos – manifestó estar abierto a un diálogo con nuestro país en caso de existir una propuesta desde Santiago. En esa misma oportunidad, el presidente boliviano cuestionó nuevamente el Tratado de 1904, afirmando que era “injusto, impuesto e incumplido”, y añadiendo que dicho tratado “no era intocable”. Como podemos ver, el hecho en sí mismo refleja que Bolivia mantiene su lógica de negociar entre lo bilateral y lo multilateral.
Por lo tanto, las señales que han ocurrido antes y después de los alegatos ante la CIJ, reflejan que en caso de no prosperar la vía jurídica, la controversia pasará del ámbito jurídico al político, y en particular, al político en los espacios regionales y multilaterales.
Bolivia tiene la plena convicción de que su causa es acompañada por los países de América Latina, y en ese sentido, la estrategia boliviana apuntará a cuestionar la postura chilena en los espacios regionales, no siendo descartable que en la habitual Cumbre de la Asamblea General de las Naciones Unidas a realizarse en septiembre, el gobierno de La Paz apunte en esa misma dirección.
Incluso Bolivia en algún momento ha señalado que su causa es acompañada por el mundo entero, en donde particularmente reveladora es la publicación del libro “Yo quiero un mar, un mar azul para Bolivia”, en el cual, se reúnen distintas expresiones de apoyo a nivel mundial para la causa boliviana desde 1926 hasta la fecha.
Ante esta situación, la estrategia que debería ser adoptada por nuestra Cancillería, es tomar un rol mucho más activo en su aspecto comunicacional y político, ya que precisamente esas serán las vías a las que muy probablemente apostará Bolivia en los meses previos al fallo de la CIJ por la cuestión de competencia.
Como lo hemos señalado, en caso de no prosperar la vía jurídica para Bolivia, el presidente Morales en conjunto a ex cancilleres y embajadores, ya están afinando otros planes para tratar la reivindicación marítima de su país.
Por todo lo anterior, es evidente que un escenario posterior a un eventual fallo de incompetencia por parte de la CIJ, de ninguna forma marcará el fin de las tormentosas relaciones chileno-bolivianas. Más bien, marcarán sólo el inicio de un cambio de estrategia.