Una vez más, Valparaíso -matriz de muchas instituciones en Chile y sede del Consejo Nacional de la Cultura- fue testigo de un día histórico. Tras más de siete meses de encuentros en diversas regiones y largas jornadas de negociación, la ministra de Cultura, Claudia Barattini encabezó, el 22 de marzo de 2015, el cierre del acuerdo nacional, con que el Consejo Nacional de la Cultura culminó junto a 210 representantes de los pueblos indígenas de todo el país, la Consulta Indígena que había sido anunciada el 12 de junio de 2014.
Entonces, comentaba que “el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet daba un paso hacia lo que sería un ministerio de todas las culturas que coexisten en el territorio llamado Chile, anunciando los contenidos de una consulta a los pueblos indígenas que considerará el nombre del Ministerio y sus funciones, en especial lo referido a la cultura de los pueblos indígenas; la integración de órganos como el Consejo de las artes e industrias creativas, del Consejo del patrimonio y, eventualmente, los consejos regionales; la representación de los pueblos indígenas en el ámbito de la toma de decisiones en el área de la cultura, y la forma en que el mundo indígena determinará sus representantes del patrimonio en los consejos nacional y regionales”.
La Ministra Barattini concluyó, ante una sorprendida Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, con algunos integrantes que alcanzaron a reaccionar, aludiendo sólo al formal expediente de los plazos, que “es posible anticipar que gran parte del contenido del anteproyecto sea de interés de los pueblos indígenas”.
Lo relevante de lo ocurrido, es que los puntos acordados se asumirán como vinculantes, es decir estarán incluidos en el articulado de la Indicación Sustitutiva que se ingrese a tramitación legislativa para la creación del nuevo Ministerio, antes del 21 de mayo.
La nueva institucionalidad se denominará “Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio” e incorporará como principio el de reconocer, respetar y promover la pluriculturalidad preexistentes en el país, sostenida en la existencia de al menos nueve pueblos originarios: aymará, quechua, atacameño o licanantay, diaguita, mapuche, rapa nui, kawésqar, yagán y colla.
El Estado impulsará además, el reconocimiento de los afrodescendientes de la región de Arica y Parinacota que cumple condición tribal, de acuerdo al Convenio 169 de la OIT y es un importante aporte en la identidad cultural de Chile, el Consejo Nacional de la Cultura buscará la fórmula de incorporar su participación en las instancias de participación del futuro Ministerio. El Estado impulsará también el reconocimiento de culturas preexistentes, como por ejemplo, el pueblo Chango.
Se incorporará el concepto de “patrimonio cultural indígena”, que contemple elementos como patrimonio cultural material e inmaterial y territorial de los pueblos indígenas del territorio de Chile.
Será parte de las funciones del Ministerio proponer políticas públicas relacionadas con la salvaguardia de las expresiones artísticas y culturales de los pueblos originarios con un enfoque intercultural.
Se creará un Consejo de Pueblos Originarios, en el que estarán representados los nueve pueblos originarios reconocidos en la actualidad, y aquellos que se reconozcan en el futuro, conforme a las normas del Convenio 169 de la OIT, en igualdad de condiciones. También un Departamento de los Pueblos Originarios, que tendrá expresiones regionales, en todo el país, y también en Rapa Nui, como territorio especial.
Será función del Ministerio de las Culturas crear una instancia de coordinación interministerial permanente con el ministerio de Educación, con el fin de dar suficiente expresión a los componentes culturales, artísticos y patrimoniales en los planes y programas de estudio y en la labor pedagógica y formativa de los docentes y establecimientos educacionales, en un marco de reconocimiento y respeto por la pluriculturalidad existente en el país y el fomento y desarrollo de los derechos lingüísticos de los pueblos originarios, entre otros aspectos. Se agregará también el crear instancias de vinculación interministerial con otros ministerios en aquellas materias propias de sus competencias y atribuciones.
Se pretende proteger y fomentar la transmisión de la cultura ancestral dentro de las familias en las formas tradicionales utilizadas por los pueblos originarios, a través de políticas públicas. Las autoridades tradicionales deben ser reconocidas como autoridades ancestrales, de acuerdo a su linaje, ancestralidad, y en especial, atendiendo sus propios usos y costumbres de sus comunidades y territorios.
Un cambio revolucionario. El primero desde 2003 cuando se aprobó la ley que creó el Consejo Nacional de la Cultura.
Como suele acontecer, el anuncio llega cuando la crítica al “desolador panorama legislativo” en cultura lo situaba entre las variopintas sequías que nos asolan como país.
Como bien ha señalado Barattini, este es sólo el comienzo, un comienzo que deja cuestiones claras: no tendremos Ministerio de Cultura, ni con ese nombre, ni probablemente durante este gobierno; tendremos en un plazo razonable, una legislación que no será -afortunadamente- la suma Consejo Nacional de la Cultura + DIBAM = Ministerio; no tendremos institucionalidad patrimonial con un pasado inicial en 1929, fecha de creación de la DIBAM, sino con una retrospectiva de quienes habitaron este territorio antes de su “descubrimiento”, la que deberá ser acogida en nuestros museos, bibliotecas y archivos y por cierto, en los idiomas que los nutren.
Toda una tarea que, en el vecindario, bolivianos, peruanos y ecuatorianos ya han iniciado.
Es relevante también la palabreja “vinculante” que viene a ratificar la necesaria existencia de consejos que tomen decisiones y propongan políticas a la autoridad unipersonal que encabece este futuro ministerio plural.
En síntesis, como su nombre lo indica, una entidad inclusiva que debe considerar, todas las culturas; todas las artes, y un patrimonio complejo, vasto y diverso.
Es decir, que se parezca a lo que Chile es, un país multicultural.