Las estremecedoras imágenes de la destrucción de esculturas del Museo de Mosul, en Irak, algunas de las cuales serían réplicas de yeso mientras los originales están a buen recaudo “en Bagdad y otras partes del mundo”, trae a la memoria una tarde de mayo de 1996 cuando inauguramos en el Centro Cultural Estación Mapocho, con sendos martillos que reemplazaban las plácidas tijeras del corte de cinta, la histórica muestra “50 años de escultura contemporánea”, curada por Silvia Westerman. Las herramientas cayeron, por todos los flancos sobre una cabeza de yeso que, con su destrucción, daba por iniciada la muestra.
El hecho demostraba a la vez la fragilidad de ese material y la solidez de las esculturas de autores nacionales del último medio siglo que, inéditamente, se exponían.Han pasado casi veinte años, esculturas, murales y otras muestras de arte en espacios públicos son diariamente maltratadas en nuestro país, no precisamente con fines inaugurales sino más bien terminales, dando crecientes obligaciones a nuestras autoridades patrimoniales, lo que no justifica su desidia hacia ellas ni menos hacia un proyecto tan relevante como es el del posible ministerio de Cultura.
El director de la DIBAM se jacta -en Bío- Bío TV- de haber llegado a un acuerdo con la Presidenta del Consejo Nacional de la Cultura, respecto de “la arquitectura del ministerio” cuya descripción y plazo no es su asunto, sino de la Ministra. Por su parte, ésta declara en Radio U de Chile estar “atenta a que el proyecto recoja la mayor cantidad de sugerencias que hemos recibido; también de los trabajadores, porque la condición en que queden me importa mucho. Obviamente, no se conoce el proyecto definitivo, tal como nadie lo conoce, porque se hará público cuando lo presentemos en el Parlamento”.
Mientras el proyecto permanece oculto, algunos centros de estudio entregan, a la luz del día, cifras como para esconder: un cero por ciento de avances legislativos dicen los Ciudadanos Inteligentes y el Observatorio de Políticas Culturales destaca el bajo nivel de avance en los proyectos de ley en cultura ingresados al Congreso: de los 58 proyectos analizados, un 67,2% no tuvo movimientos entre enero 2014 y enero 2015, así, las iniciativas en cultura llevan, en promedio, más de 3 años sin movimientos.
La directora general del OPC, Bárbara Negrón reafirma:”Si consideramos solo las iniciativas legislativas que realmente se discutieron durante el 2014, el porcentaje de proyectos inactivos aumenta a 86,2%, lo que en la práctica significa que solo 8 proyectos fueron discutidos realmente”.
Injusto sería achacar esta sequía sólo al Ejecutivo. El 61% de proyectos revisados por la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados son establecer días de… o destinados a la erección de monumentos.
En este escenario, que contrasta con el activo papel que jugaron -ocho diputados primero y la Cámara completa después, taquígrafos y secretarios incluidos- en la legislación que culminó con la creación del Consejo Nacional de la Cultura, sólo queda pensar como actor central del proceso en el otro componente decisivo de este logro institucional: la sociedad civil.
En efecto, el sueño -aunque no la formal “arquitectura” del Consejo Nacional de la Cultura- se comenzó a configurar en 1996, durante un largo año de trabajo, martes a martes a las 8 y media de la mañana, en la sala María Luisa Bombal del Centro Cultural Estación Mapocho, donde ocho diputados de todos los partidos con presencia parlamentaria y una treintena de gestores culturales, artistas y expertos internacionales fueron abordando las inquietudes recibidas de todo el país y en diversas áreas respecto de la institucionalidad cultural que se quería.
El esfuerzo culminó en noviembre del mismo año con un Encuentro de Políticas Públicas y Legislación Cultural en el que más de 600 personas enumeraron exhaustivamente las 120 demandas del mundo cultural. Las dos primeras, el Consejo y la modificación a las Donaciones Culturales, se convirtieron en Ley.
En 1997, las propuestas fueron estudiadas por una Comisión Presidencial, integrada por un senador -don Gabriel Valdés- diputados, empresarios, creadores y gestores culturales. En 2000 fue anunciada por el Presidente Ricardo Lagos y el 2003 estaban aprobadas.
La principal diferencia con el estado actual de la legislación anunciada es que, en ésta, no está claro quién la pide ni qué es lo que se ofrece. No se sabe si es una Ley de “arquitectura” que simplemente suma Consejo Nacional de la Cultura + DIBAM = Ministerio.
O se trata de una legislación que encarne el sueño de nuevos sectores que forman parte de las culturas que nutren nuestro país, como los pueblos indígenas.
O si se contemplará alguna fórmula para incorporar algunas de aquellas fundaciones socio culturales actualmente dependientes de la Presidencia de la República.
O si se fusionarán las justas aspiraciones de los científicos por tener un ministerio para alcanzar un ente conjunto de Culturas y Ciencias.
Una buena noticia es que el Consejo Nacional de la Cultura ha anunciado para el 21 de marzo la recepción del informe final de la Consulta Indígena.
Otra es que la Cámara de Diputados tiene desde el 19 de marzo nuevo Presidente de su Comisión de Cultura, el actor Roberto Poblete, diputado por Alto Bío-Bío, Antuco, Laja, Los Ángeles, Mulchén, Nacimiento, Negrete, Quilaco, Quilleco, San Rosendo, Santa Bárbara y Tucapel, quién pudiera liderar un esfuerzo por, a la vez, considerar las demandas indígenas y motivar a sus colegas a realizar un proceso de debate amplio sobre la futura institucionalidad, con el mundo de la cultura, como en 1996.
Esta muestra de transparencia podría contribuir a definir y legitimar el sueño que se pretende.De no ser así, habrá que esperar las noticias del 21 de mayo para enterarnos lo que se ha resuelto.
Lo riesgoso es que propuestas construidas en el misterio, se desvanecen, como las esculturas de yeso, que no son la realidad pero tampoco sobreviven para intentar reflejarla.