Conocí al fiscal Alberto Nisman personalmente y su muerte me ha tocado en lo más profundo.Era una persona valiente. Logró avanzar y reconstruir el terrible caso que por años mantuvo a terroristas en la más completa impunidad. El atentado con auto bomba contra la Amia (Asociación Mutual Israelita Argentina) en 1994 es el mayor ataque de este tipo ocurrido en el país trasandino y Latinoamérica: 85 personas perdieron la vida y más de 300 quedaron heridas.
Por motivos profesionales, viajé aBuenos Aires y he podido ver de cerca cómo ha afectado esta situación a los argentinos. La gente está preocupada por la institucionalidad del país. Han sido demasiadas las declaraciones contrapuestas de las autoridades y la incertidumbre sobre cómo terminará la investigación que busca dilucidar la muerte del fiscal Nisman crece con los días, profundizando la complejidad del caso.
Éste es el único tema que se comenta en las calles y en los medios de comunicación, siendo la vergüenza el sentimiento que los trasandinos dicen sentir tras esta tragedia. Hasta el jueves se barajaban tres teorías sobre la muerte de Nisman: asesinato, suicidio y suicidio inducido.La cantidad de inconsistencias de la investigación y las pruebas que en un principio no existían y que luego fueron apareciendo, llevaron a la población a no creer en la propia aseveración inicial de la Presidenta y su equipo.
Una cosa es clara, hasta que no finalice la investigación, no sabremos con seguridad qué desencadenó la muerte de Nisman ni quiénes son los responsables. Por eso, espero que las autoridades argentinas busquen la verdad y juzguen a los responsables.Una investigación contundente, resolutiva y creíble ayudarán a que este pueblo enfrente el futuro de su nación con la frente en alto y sin vergüenza. Sobre todo cuando éste es un año de elecciones complejas,con una sociedad cada vez más polarizada y confundida.
El fiscal Nisman sabía que tenía riesgos asumir la investigación del caso Amia, pero lo hizo con inteligencia y mucho coraje, con lo que llegó –incluso- a sacrificar su vida. Persiguió la verdad y quiso juzgar a los responsables del atentado.
Esperamos que el fiscal que tome el caso Amia siga la línea investigativa que desarrolló el malogrado Alberto Nisman, quien ya tenía a la vista a los responsables y sólo debía procesarlos.
Por eso, como chileno y en mi rol de presidente de la Comunidad Judía local, creyente de la justicia, sólo me queda pedir que la muerte de Nisman,la víctima número 86 del atentado de la Amia, no sea en vano.