Hace ya rato que en nuestro país se discute una de las reformas más importantes del programa de la Nueva Mayoría (NM), la Reforma Educacional que debe terminar con el sistema diseñado por la derecha en dictadura para asegurar su triunfo cultural y asegurar la continuidad de “su obra”.
En este contexto, mientras la NM intenta dotar de un nuevo sistema educacional a nuestro país para asegurar la igualdad de oportunidades y combatir desde las bases del sistema, la desigualdad y la fragmentación social, algunos sectores se parapetan en sus trincheras, premunidos de sus famosas campañas del terror, para evitar cualquier cambio que le signifique perder el control sobre el curso que puede tomar nuestra sociedad.
Cabe recordar que hasta el padre del capitalismo, Adam Smith, planteaba que el mercado jamás debía intervenir en áreas tan sensibles como salud, educación y defensa, pues su participación en estas áreas representaba para la sociedad, serios problemas éticos y morales debido a los resultados que podía generar y que al menos en nuestro país, son una realidad.
En el caso de la defensa y salud, argumentaba que no resultaba ético pues sus productores no tardarían en terminar promoviendo guerras y conflictos e inventando nuevas enfermedades para asegurar el incremento sostenido de sus negocios. En el caso de la educación, el tema era más sensible, pues afirmaba que el capitalismo, solo podía funcionar de manera adecuada, cuando se aseguraba absoluta igualdad de oportunidades, pues sin ella, no había posibilidad alguna de ejercer la tan manoseada libertad.
Así las cosas, lo que plantea la NM, al sacar la educación del ámbito del mercado, es que la sociedad en su conjunto y no tan solo el individuo, como lo plantean los enemigos de la reforma, pueda beneficiarse del mismo, ayudando a cambiar una sociedad profundamente segregada y segmentada, individualista y competitiva, donde cada actor social nace, estudia, vive y muere, sólo con sus iguales, en el marco de una sociedad dicotómica en donde la pobreza y la riqueza, el derroche y la escasez, la salud y la enfermedad, el ocio y la súper explotación, coexisten sin siquiera toparse, ni saber de la existencia del otro, generando un sistema tremendamente similar al Apartheid Sudafricano.
De hecho, se denomina apartheid a cualquier tipo de diferenciación social dentro del contexto de una nación, mediante la cual un sector de la población tiene plenos derechos y otro sector se relega a un estatus de marginalidad.
De esta forma, mientras la mayoría de los ciudadanos del país tienen restringidas o acotadas sus libertades y derechos, solo a lo que sus bolsillos logran comprar, en este caso, debido al todopoderoso y eterno sistema de libre mercado, una minoría privilegiada puede acceder sin límites a la satisfacción de todas sus necesidades tanto materiales como inmateriales.
Por lo mismo, en Recoleta hemos realizado cambios radicales para combatir este diseño institucional de la educación, para entregar una educación pública, gratuita y de calidad para todos y todas, sin discriminación ni selección alguna, acercando a nuestros niños y jóvenes a la realidad en la que les tocará desenvolverse.
Los resultados están a la vista: generamos cogobierno en todas nuestras unidades educativas a través de los Directorios Colegiados, instalamos un sistema de co-docencia en todos los cursos mayores a treinta estudiantes, en la educación primaria y avanzamos en contratos 50/50 para la mayoría de nuestros profesores.
Transformamos nuestras escuelas en el centro neurálgico de la comunidad a través del programa de Escuelas Abiertas y fijamos metas claras a los directores seleccionados por Concurso Público (ADP), considerando la realidad de cada establecimiento y de cada comunidad educativa, entre otras medidas.
Promovimos la Organización, la puesta en valor y la incorporación plena de la comunidad escolar, fortaleciendo los Centros de Padres y logrando un 100 % de colegios y liceos con Centros de Estudiantes con estatutos elaborándose de manera participativa.
Pasamos de no tener actividades extraescolares en nuestros colegios, a tener talleres de música, ajedrez, baile, deportes, cultura y robótica, entre otros. Lo mismo ocurrió con la capacitación de nuestros profesores y nuestros asistentes de la educación.
Todo lo anterior, ha generado gran impacto entre nuestros vecinos y vecinas, lo que nos ha permitido aumentar en más de un 45% la matrícula municipal, en dos años lo que nos ha llevado a reabrir un colegio que la UDI cerró bajo su administración, en medio de las protestas de los vecinos del sector que defendían el derecho a la educación.
Hoy podemos decir con orgullo que la Reforma ya está en marcha en Recoleta y en esa dirección avanzamos día a día para consolidar un sistema que no solo asegure acceso, sino también calidad y reales posibilidades para nuestros niños y jóvenes de avanzar en la contrucción de una sociedad más justa y solidaria para todos y todas.