Destacar a esta altura el preponderante liderazgo chino en la economía mundial es una redundancia que ofendería a los lectores. Por esto quisiéramos destacar y evaluar el uso de un instrumento financiero denominado swap que China, en este caso, ha activado con países emergentes en coyunturas de iliquidez o de estrangulamiento externo y vincularlas con la diplomacia del gigante asiático.
Primero las definiciones. Swap de monedas es un intercambio temporal de monedas locales entre bancos centrales de dos países. ¿Qué objetivo tiene? Reforzar las reservas internacionales de un Banco Central en aprietos coyunturales, por ejemplo ante la abrupta baja de algún precio importante para sus ingresos o corridas contra la moneda y fuga de capitales. Junto con esto, también es una apuesta a diversificar la canasta de monedas que se reservan en los institutos emisores.
Este 2014 China activó swaps con Argentina y Rusia. En el caso del país vecino, luego de años de constante incremento de sus reservas internacionales, desde exiguos 18 mil millones de dólares en 2003 hasta más de 55 mil millones de dólares en 2010, no ha logrado mantener esta racha alcista, perdiendo entre ese año y 2014 cerca de 20 mil millones.
Entre las causas el estrangulamiento externo cumple un papel destacado el déficit en la producción energética, y la consecuente necesidad de importación de gas y petróleo, junto al pago de deuda externa con reservas del Central.
En este contexto de desmejoramiento, China y Argentina efectuaron intercambios de monedas locales equivalentes a dos tramos de mil millones de dólares, los cuales se podrían incrementar hasta 10 mil si el perfil externo de Argentina se complicara. Este swap ha sido muy importante para sostener una economía estable en el último trimestre de 2014, conteniendo las expectativas devaluatorias, manteniendo controlado al dólar paralelo y aumentando las reservas internacionales en forma interanual por primera vez desde 2010.
A su vez, Rusia fue respaldada a partir de la espectacular devaluación del rublo ruso como no se veía desde la crisis de 1997. Rusia ha enfrentado un estrangulamiento externo a dos bandas; por una parte las penalizaciones económicas y por otra la abrupta caída del precio del petróleo que ya cotiza a menos de la mitad del año pasado.
Por esta razón, China asiste con un primer acuerdo de intercambio de divisas equivalentes a 25 mil millones de dólares, lo que se puede ampliar en razón a las necesidades rusas.Para el Banco Central de aquel país es muy importante, porque le permite disponer de reservas para contener la devaluación de su moneda a la vez que aspirar rublos, mejorando la relación divisas internacionales/base monetaria.
Creemos que la utilización de este interesante instrumento es la fusión entre innovación financiera y tradición diplomática china de no injerencia en asuntos internos de otros países. Recalcamos esto último, pues esta estrategia de cooperación financiera china es radicalmente diferente a los servicios de organismos de crédito internacional, como el FMI, que imponen condiciones en la política económica del país al que asisten, llevando a cabo un fuerte control de la política monetaria como se ha visto en los casos de Grecia y España, los que han debido renunciar a sus políticas soberanas.
Así, la cooperación entre las economías emergentes que conforman el G88 más China parece ser una llave para suavizar las bajas de los ciclos económicos, desarrollando una cooperación económica muy virtuosa y dinámica que puede llegar a contener posibles crisis o desestabilizaciones.
No quisiera escribir una leyenda rosa sobre China. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme contrafactualmente qué habría pasado con Grecia y España si estos hubieran recibido la innovadora cooperación de Beijing en lugar de los duros y fracasados ajustes del FMI y la Troika.