El 11 de enero se cumplen 5 años de existencia del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Se celebra esta ocasión con una exposición de José Balmes y Gracia Barrios. Dos grandes de la pintura chilena por su obra y su trayectoria que ha sido reconocida en ambos casos con el Premio Nacional de Arte, pero también dos grandes porque han sido artistas profundamente comprometidos con su pueblo, que han sufrido en carne propia las vicisitudes del exilio y han acompañado la lucha por la democracia, la verdad, la justicia, la memoria y el respeto a los derechos humanos.
En estos cinco años de vida el Museo de la Memoria ha dado pasos muy importantes. Ha jugado un papel relevante en la escena cultural de nuestro país, en la lucha por la interpretación del pasado reciente y en la construcción de una cultura de respeto a los derechos humanos. Más de 700 mil personas han visitado el museo, de los cuales el 80% son menores de 30 años de edad y el 60% son mujeres.
Estas cifras demuestran que este museo está cumpliendo un papel relevante en la toma de conciencia de las nuevas generaciones. Si de algo podemos con razón sentirnos orgullosos, es que hemos sabido llegar a los jóvenes, que vienen a este museo a vivir una experiencia que no es entretenida, que sí es significativa y deja una huella profunda en su formación valórica.
El camino de enfrentar la verdad sobre lo ocurrido en dictadura lo inauguró el Presidente Aylwin con la creación de la Comisión de Verdad y Reconciliación y lo siguió el Presidente Lagos con la Comisión sobre Prisión Política y Tortura. El Museo es el proyecto que consolidó ese camino y representa la voluntad de Chile de mirar de frente su pasado traumático y sacar lecciones de aquella experiencia dolorosa.
No voy a relatar el detalle de todo lo que hemos hecho. Basta decir que hemos organizado 46 exposiciones temporales con artistas chilenos y extranjeros, que hemos publicado una veintena de catálogos de arte y memoria y cuatro colecciones de libros con conferencias, tesis de grado y objetos de la colección del museo; se han presentado en nuestro auditorio y explanada 45 obras teatrales, 10 montajes de danza, 11 conciertos masivos y 28 ciclos de cine; que hemos realizado casi 100 mil visitas guiadas; que gracias a más de mil donantes tenemos más de 200 mil objetos y documentos en distintos formatos en nuestra colección, sin duda la más grande y variada en América Latina en este tema; que se realizan dos diplomados en el museo y que hemos itinerado con la exposición Nunca Más en 17 ciudades de Chile.
Todo esto lo hemos hecho gracias a un excelente equipo humano. Tenemos la suerte de contar con profesionales de primer nivel, que han sido conscientes de la responsabilidad que implica trabajar en este museo y que entregan lo mejor de si a la causa de la memoria y la cultura de los derechos humanos.
En estos 5 años la sociedad chilena, no sólo ha demandado su derecho a la verdad y la justicia, sino que ha empezado a asumir su derecho a la memoria. La televisión, con series como “Los Archivos del Cardenal” o “Los 80”, ha hecho una contribución indudable.
Cabe destacar que en este período se han dado también pasos importantes en la investigación y sanción de los crímenes. El cierre del penal Cordillera fue una señal clara del rechazo que los perpetradores generan en la sociedad chilena. Sin embargo, también se han organizado homenajes a militares condenados por crímenes de lesa humanidad.
No es justo que las víctimas además de su dolor deban llevar sobre sus hombros el peso de la indiferencia, cuando no de la burla que implican estos actos de homenajes públicos a los torturadores.
Algunos propusieron que se dictaran leyes para prohibir ese tipo de manifestaciones que son en la práctica una reivindicación de los crímenes y una abierta incitación al odio y la violencia. No es claro que esa sea la mejor solución pues permite victimizar al victimario. Lo mejor sería una educación que fortalezca los valores del Nunca Más, la empatía con las víctimas y el rechazo ciudadano a los intentos por justificar crímenes.
Desde una cultura de los derechos humanos hay que llamar la atención sobre estos hechos graves porque, aunque ellos en si mismos no constituyen una violación de los derechos humanos, sí están en la base de la desafección de los jóvenes y de buena parte de la población con la democracia, a la que culpan de tolerar estos excesos o de aplicar una justicia para ricos y otra para pobres.
La pérdida de apoyo y legitimidad del sistema democrático puede llegar a ser grave, pues, como bien sabemos, el sistema democrático es el fundamento del respeto a los derechos humanos.