La Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Padre Hurtado se ha quedado sin médicos, el ministerio de Salud ha declarado que faltan 3.800 médicos especialistas, las listas de esperas son gigantescas y solo las de cirugías superan las doscientas mil personas con más de un año de espera. Por otra parte, los pacientes que esperan por para poder hospitalizarse se acumulan en los pasillos de los Servicios de Urgencia y en la población hay desconfianza en que el sistema de salud responda en forma efectiva, sea adecuado en el trato y oportuno.
Así, la situación del sector salud es compleja. En las encuestas, siempre ocupa uno de los tres primeros lugares en la selección de los temas prioritarios, a los que los gobiernos deberían poner atención en la salud y más del 50 % de la población opina que los recursos recaudados por la reforma tributaria del presente año deberían destinarse al sector salud.
En síntesis, estamos frente a un conflicto serio y una fuerte presión por su solución.
En el sector público, la población está insatisfecha por las esperas en su atención de salud: en el consultorio, la farmacia, para un procedimiento, cirugía o la hospitalización.
En el sector privado, existe una profunda desconfianza en las coberturas y precios de las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES).
Como el sector afiliado al seguro privado corresponde a poco más o menos del 20 % de la población y el público alrededor del 80 %, parece prioritario por volumen poner más atención al sector que atiende al mayor porcentaje de población. Por eso, a mi juicio, la solución de la actual demanda insatisfecha por parte de la población del sector público es la principal.
La primera lectura es que este problema se arregla con más especialistas y en verdad, me parece que es cierto, que se mejora con más especialistas, pero disponer de éstos, no es suficiente; es más, solo disponer de especialistas es una tarea muy, muy compleja.
Resolver este asunto nos obliga a identificar donde está el déficit en forma específica.
Un dato valioso es que cuando se compara las tasas de procedimientos de diagnóstico y terapéuticos entre los afiliados a ISAPRE y los de FONASA, se descubre que los primeros tienen el doble de los segundos, diferencia que no se da en las otras actividades, cirugías, hospitalizaciones, consultas, etc. Por eso, me parece que son estas actividades, los procedimientos de diagnóstico y terapéutico, donde la inequidad entre los sectores público y privado, se manifiesta más. Por lo mismo debiera llamarnos la atención.
Por su parte, cuando se analiza la distribución médicos entre los sectores público y privado es inversa el 52 % de ellos están en el sector privado, que atiende al 20 % de la población, mientras que el sector público que tiene 80 % de la población, dispone del 48 % de los especialistas.
Entonces, la ecuación parece simple, faltan médicos para procedimientos. Así mismo parece que lo ha entendido el ministerio de Salud que ha anunciado una fuerte inversión en la formación de especialistas. Sin embargo, el asunto no es sencillo, disponer de especialistas, no es solo un tema de oferta y demanda, que pueda resolverse “produciendo” más médicos especialistas, se trata de identificar los aspectos que aseguren su permanencia en este sector.
Miremos esto, obviamente el factor más crítico es el de las remuneraciones y dado que en ese sector los costos se pueden transferir a precios, los salarios del personal, en tanto afecten a precios y estos se paguen, esa condición no cambia; por lo mismo, nuestra salud privada está dentro de las que más caro se pagan, como lo han dicho diversos estudios y recientemente confirmado en uno presentado por el Mercurio, donde destacaba los altos precios de las consultas en las clínicas más grandes, especialmente del sector oriente de la Región Metropolitana.
El segundo dato relevante sobre los factores determinantes en la pérdida de médicos y la alta rotación en la atención primaria, son las condiciones de trabajo, donde por cierto la remuneración vuelve a aparecer como relevante; sin embargo, destaca también la disponibilidad de recursos de infraestructura y tecnológicos, carga asistencial y trato.
Por otra parte, en un estudio realizado por el ministerio de Salud y el Banco mundial, al analizar la brecha existente de especialistas, daba cuenta desde el punto de vista sociológico que los factores de atracción en el trabajo en el sector público son la estabilidad de los ingresos y la posibilidad de carrera, la adquisición de experiencia por medio de una práctica laboral más amplia, la inserción a un equipo profesional y la participación en la formación de personas.
De esta forma podemos concluir que la tarea de disponer de los especialistas necesarios para resolver los problemas de salud de la población, tiene caminos que son necesarios recorrer para resolverlo y los estudios conocidos permiten dar luces respecto de cuál es esa ruta.
A mi juicio esa ruta consiste en que para la atención primaria, junto con médicos de familia, se debe continuar fuertemente con el programa de formación de especialistas en atención primaria (FOREAPS) y asegurar que los médicos en la medida que vayan egresando, sean reclutados para los mismos centros o comunas donde se formaron, haciendo aportes en resolver en ese nivel la atención de la población, con los equipos y las condiciones para lograrlo.
Es decir, permitiendo tiempos para desarrollar estrategias innovadoras de resolución de problemas de salud, conectarse con el Hospital de Referencia, rendimientos propios de especialistas, boxes adecuados y dignos, instrumental, equipos médicos y acceso a exámenes.Sobre todo posibilidades y apoyo para estudios en investigación aplicada a la realidad de cada sector.
A nivel de los Hospitales las necesidades no son muy distintas, lo que se necesita es por cierto mejoras en remuneraciones. Sin embargo, hay que pensar en modelos ordenadores, que permitan verdaderos incentivos. Pero de seguro lo que más atrae a los profesionales especialistas es ser parte de unidades clínicas que puedan soñar en proyectos al servicio de los problemas de la población que busca atención y que además formen parte de su propio desarrollo profesional.
Me parece necesario discutir a lo menos dos áreas de trabajo adicionales. Una sobre la formación de los médicos hoy en Chile y los campos clínicos y la otra las condiciones de gestión de los centros asistenciales.
Respecto de lo primero, en tanto en Chile sigan faltando médicos generales y especialistas o estén mal distribuidos, el flujo de formación debe mantenerse y por lo tanto el ente regulador, es decir el ministerio de Salud, debe actuar en relación al uso de los campos clínicos de manera que facilite la participación de todas las Facultades acreditadas que estén formando médicos.
Chile necesita médicos, estos atenderán a toda la población y por lo tanto, frente a instituciones que han asumido esta tarea de manera seria y responsable, los campos clínicos deben estar a su disposición a través de una regulación central y no del mercadeo.
Lo segundo es que siendo necesario el desarrollo de proyectos y de innovación, ajustados a realidades locales diversas, me parece que el esfuerzo de autogestión debe profundizarse, de manera que los aspectos financieros y administrativos queden radicados los más localmente que se pueda, por supuesto cautelando siempre la mirada asistencial en red.
Estamos frente a un problema que ya se hace crónico, sin ideas nuevas no lo resolveremos, tampoco solo con más recursos para remuneraciones, ni formando especialistas, la salud necesita de una nueva épica para encantar, permitirse soñar en cómo hacerlo mejor y hacer participar de esto a los equipos, lo que traerá réditos inesperados.
No debemos olvidar que la salud es un servicio de alto valor redistributivo y que ella requiere del personal necesario para su funcionamiento, por lo tanto resolver la brecha de especialistas en el sector público es un poderoso mecanismo para avanzar en equidad.