La última cumbre del APEC en China ha sido recibida como un avance en la liberalización del comercio en el Asia Pacífico. El inicio de los estudios para la viabilidad de un tratado de libre comercio del Pacífico (FTAAP) propuesta por el Presidente Xi Jinping, con plazo de dos años, es un avance importante en destrabar el llamado “noodlebowl” de la región (Baldwin, 2004), donde se superpone una gran cantidad de tratados bilaterales que dificultan las decisiones de exportadores y gobiernos al momento de realizar intercambios.
Es de esperar que este nuevo intento llegue a buen puerto, APEC no ha sido capaz de lograr los avances esperados en la apertura regional, aspiraciones que ya se plasmaron en el Acuerdo de Bogor de 1994, y que pretendía desgravar las exportaciones en 2010 y 2020.
Nuestro Gobierno ha celebrado la propuesta y rápidamente apoyó la iniciativa. El modelo de apertura chileno, su vocación oceánica y el hecho que nuestros mayores socios comerciales se encuentran precisamente en ambas riberas de la cuenca del Pacífico, hacen del todo necesario involucrarse en aquellas negociaciones y participar de todo mecanismo de integración que facilite nuestras exportaciones al exterior.
En esto Chile es pionero, activo miembro de APEC, parte de TLC bilaterales con gran parte de los países de la región, pero también a la vanguardia como consolidador de tratados con la experiencia del P4 y como uno de los Estados negociantes del TPP.
Políticamente, para la Presidenta Michelle Bachelet la propuesta de FTAAP relaja su posicionamiento en la región. Públicamente incómoda ante la negociación de un tratado como el TPP, que entiende divide al Pacífico en dos y nos aleja de nuestro mayor socio comercial, China, la nueva propuesta le da balance a su posición, además de dar mejores herramientas para negociar con un apurado Estados Unidos aquellos temas de propiedad intelectual y patentes que han dificultado llegar a un acuerdo transpacífico, pero del cual existe intención de llegar a buen puerto.
Sin embargo, esta posición parece contrastar con los movimientos que en paralelo el Gobierno ha hecho en nuestra ribera. Previo a la visita de la Presidenta a China, a instancias del Gobierno de Chile se realizó la primera reunión de presentación entre los miembros de la Alianza del Pacífico y MERCOSUR, y ayer se ha realizado en nuestro país un seminario sobre integración para ambos bloques.
Para Bachelet, la Alianza es vista como una opción política e ideológica para darle la espalda al Atlántico, o más específicamente, a Brasil. Escudados en la idea de ser un puente entre ambos bloques, Chile ha incomodado a sus socios al extender invitación a un bloque que ve en las políticas proteccionistas las herramientas para asegurar su desarrollo.Para nuestro país y el resto de la Alianza, en cambio, la apertura que presentamos hace sólo semanas a los líderes de APEC ha sido un modelo exitoso para crecer de manera constante.
Es a lo menos dudoso que se logre algún acuerdo o que exista interés de parte de MERCOSUR por apoyar el desarrollo de la Alianza, sobremanera cuando el acceso es abierto y sólo Paraguay y Uruguay han ingresado como observadores. Iniciar negociaciones entre bloques sólo logrará aminorar el ritmo con el que la Alianza del Pacífico se ha consolidado y convertido en un atractivo mecanismo para más de treinta países en el mundo.
Si bien es un fin loable y es de toda importancia el poder lograr un acercamiento entre ambas porciones del continente, parece que hacerlo mediante dos estructuras tan distintas no es el espacio indicado para realizarlo.
Existen por lo demás diversos mecanismos e instituciones regionales, subregionales, latinoamericanas y suramericanas más indicados para dar una discusión más fructífera.Ejemplo de esto es la iniciativa IIRSA que, en el marco del COSIPLAN de UNASUR, tiene por objeto impulsar distintos proyectos que posibiliten el acceso de los países del Mercosur a la ribera del Pacífico, a través de Perú y Chile.
Cabe preguntarse entonces cuáles son las señales que está enviando nuestro gobierno a nuestros socios de la Alianza y del Pacífico en general, si en pos de complacer las objeciones de los Estados del Atlántico arriesgamos mecanismos que ya han dado resultado, mientras que por otra parte nos sumamos con entusiasmo a todas las iniciativas de apertura comercial que se nos presentan en la región.