“Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire en un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos”, es parte final del texto con que el Premio Nobel colombiano, Gabriel García Márquez aportó a su país – y sin dudas al mundo- a repensar sobre la educación para un mejor desarrollo.
En efecto, en la década de los 90, con motivo de implementar la Ley General de Educación y tener una “carta de navegación para los mares del futuro” como resaltó el Presidente Gaviria, se convocó a un conjunto de “sabios” que tuvieran cualidades humanas, profesionales y científicas necesarias para esa histórica tarea.
Asimismo, además de García Márquez, científicos como Rodolfo Llinás y otras personalidades que reunían estas características, repensaron la educación para Colombia y se puso a disposición del público a través de un informe que se tituló: “Colombia, al filo de la oportunidad”, para su análisis y discusión.
A partir de ello, desde cátedras universitarias hasta comunidades vecinales, empezaron a remirarse y proyectarse en relación a las transformaciones necesarias que potenciarían sus grandezas como sociedad y ayudarían a superar sus limitaciones.
El Chile de hoy involucrado en una Reforma Educacional que pretende ser histórica y por tanto, consensuada en lo esencial sobre qué sociedad, qué cultura, qué chilenos y chilenas queremos favorecer, parece requerir de un proceso similar.
Hasta el momento en la discusión nacional han dado su opinión autoridades, muchos tecnócratas y algunos movimientos sociales a los que se han agregado en esta semana los ex ministros de Educación y ex Presidentes de la República, aportes sin duda, todos muy notables. Pero aún falta.
Se ausentan nuestros “sabios”, hombres y mujeres desde las humanidades y las ciencias, pero más aún, nuestros educadores de reflexión y práctica extensa. Ellos pueden iluminarnos sobre el contenido de esta Reforma Educacional, que es la gran carencia y a la vez, el factor motivacional y convocador de acciones trascendentes como ésta.
Hemos escuchado en un canal de cable a Humberto Maturana hablando de contenidos para esta educación de hoy, como también a algunos científicos y artistas connotados en escenarios de escasa audiencia y repercusión. Hace falta con urgencia que a la discusión actual, sobre estructuras y recursos, se le ponga corazón e inteligencia. De otra manera no se llegará a puerto.
Para una educación de calidad humana desde la cuna, requerimos a nuestros mejores sabios-pensantes, para así motivar la sabiduría que el pueblo chileno ha demostrado históricamente en los grandes momentos y sumarse con todas sus energías a esta relevante tarea nacional.
Ojalá las autoridades responsables de estas acciones, den vuelta el timón y entiendan que en educación primero hay que definir el qué y luego buscar el cómo. Al parecer, hemos partido al revés que es lo que nos hace navegar en zig-zag y no permite a todos subirse al barco.
No dudamos que los chilenos estamos dispuestos a esta gran y verdadera cruzada nacional en función a lo que mejor tenemos: nuestros niños y niñas, ciudadanos de hoy y de mañana. No obstante, necesitamos para ellos escribir juntos nuestra gran carta de navegación para que esos mares del futuro sean verdaderas oportunidades de desarrollo humano para todos.